1. Pasamos los trozos de pollo por harina, los sacudimos bien para eliminar el exceso de harina. (La harina dará más consistencia al caldito). Reservamos.
2. Pelamos los ajos, y lo quebramos de un golpe seco (así se cocinan enteros, pero al estar rotos, sueltan más jugo).
En una sartén u olla plana sofreímos los ajos y antes de que se doren, cuando el aceite ya huela a gloria, los retiramos y añadimos el pollo.
3. Cocinamos el pollo por todos sus lados (fuego medio), hasta que se vea algo dorado (superficialmente, por dentro está crudo).
4. Añadimos los ajos, el vino blanco, la pastilla de caldo, y un pellizco de sal y pimienta.
Y cocinamos todo a fuego lento, cubriendo con una tapadera (facilita que el pollo se haga antes y quede jugoso, ya que la tapadera condesa su propio jugo).
5. Cocinamos unos 20 o 30 minutos, según la cantidad de pollo, hasta que tenga un delicioso color dorado. Cuando sirvamos, podemos echarle por encima perejil fresco picado.