Quiche de espinacas, beicon y queso emmental

¡Madre mía! Cuando decretaron el confinamiento, ¿alguno de vosotros llegó a pensar/ intuir/ sospechar/ creer que se iba a alargar tanto? Porque yo no. Debió de ser culpa de la fase de negación por la que hemos pasado la mayoría (de hecho, yo estuve yendo a entrenar hasta el último día). Imaginaba que sería cuestión de permanecer unos quince o veinte días en casa, y después, volveríamos a hacer vida normal. Y nada más lejos de la realidad. Ignorante de mí.



Cuando al fin eres plenamente consciente de la magnitud de esta crisis, las prórrogas sucesivas del estado de alarma te dejan de sorprender y acabas viendo el hecho de salir de casa (a tirar la basura o a comprar las cuatro cosas que no te han traído en el pedido mensual del súper) como un peligro inminente. Desde el minuto uno he sido y sigo siendo una firme defensora de que cuanto más tiempo nos mantengamos TODOS en casa, va a ser mejor para poder seguir frenando la expansión del virus. Y aunque pertenezco a uno de los sectores más perjudicados -por no decir el que más-, al tener completamente parada la actividad, no entiendo las ansias de algunos por salir "a lo que sea". Oigo/ leo / me cuentan por ahí comentarios de algunos diciendo aburrirse en casa, que se les cae la casa encima, que tienen que tomar el aire... No estamos de vacaciones, queridos. Es de lo más pueril aprovechar la salida a por el pan para dar un par de vueltas a la manzana o sacar al perro al parquecito que está un poco más lejos que aquel al que acudías habitualmente con tu mascota. Me da la risa cuando, mientras corro en la cinta, veo por las ventanas a las mismas personas cada día portando enormes bolsas de la compra en cada mano (¿en serio os lo coméis todo en 24 horas?). Son una completa frivolidad tales acciones o comentarios, cuando cada día mueren centenares de personas en nuestro país.

Así, cada día me repito la misma pregunta: ¿Será que soy una temerosa de tres pares de narices o es que los demás (una minoría muy pequeña, por supuesto) no perciben el riesgo/ todo les da igual?

Cuando se pueda, de mi casa seré yo, con toda probabilidad, la primera en pisar la calle. A día de hoy, confieso que me da terror. Acudir a pie al trabajo, retomar el trato con la gente, entregarles tartas, pasteles... se me hace, a día de hoy, cuesta arriba. Me estoy mentalizando, porque ese momento cada vez está más cerca. Pero sé que me va a costar. Estoy segura de que buena parte de los que me estáis leyendo me comprendéis, entenderéis la inquietud que siento, por eso os lo cuento a vosotros. Dicen que el miedo es libre, y confieso que yo lo tengo. Y, ante esta terrible situación, no me parece desproporcionado.


Dicho esto, paso a la receta, porque me enrollo más que las persianas. Pero, entendedme, a veces necesito desahogarme, y tengo que utilizar la plataforma o el oído que tengo más a mi alcance.

Y es que cuando nos encerramos en casa estuve segura de que aprovecharía para actualizar con más frecuencia el blog. Pero no tantísima. Desde ese día, con este son ya doce los posts que he compartido por aquí, además de algunas insta-recetas en mi perfil de Instagram. Solo espero que os estén gustado y las estéis preparando en vuestras casas, o bien guardando en vuestro cuaderno o carpeta de pendientes para elaborarlas en breve. La de hoy merece un hueco destacado porque es fantástica (y la próxima también, que os adelanto se tratará de la receta definitiva del hornazo de Salamanca). Una tarta salada extraordinaria y que lo tiene prácticamente todo para ser un plato único. Ahora que estamos en casita cada día, que nuestra actividad física se ha visto reducida a la mínima expresión, con una porción de una quiche como esta (que combina lácteos, carbohidratos, verdurita, huevos y un poco de grasita) casi, casi no nos hace falta preparar nada más. Comeremos fenomenal y, dato importante, sin haber enredado demasiado en la cocina, ya que os propongo preparar en el microondas todas las elaboraciones previas del relleno. Espero que os guste, y que la pongáis pronto en práctica. Estoy deseando ver las vuestras ^_^.


Quiche de espinacas, beicon y queso emmental:

Receta adaptada de la web Over Sixty.

INGREDIENTES (para un molde de 20-22cm)

- Para la masa:

240g de harina

150g de mantequilla, en dados

Una pizca de sal

1 huevo M

1-2 cucharadas de agua

- Para el relleno:

2 cucharaditas de aceite de oliva virgen extra

1 cebolla picada

100g de hojas de espinacas frescas

100g de beicon en lonchas

4 huevos M

180g de nata (crema de leche) espesa

120g de leche entera

Sal

Pimienta

35g de queso emmental, recién rallado

PREPARACIÓN

- Para la masa:

Mezclamos la harina con la mantequilla y la sal, y con los dedos formamos una masa similar a una migas. Añadimos el huevo ligeramente batido y el agua, y mezclamos hasta que se integren. Formamos un bloque con la masa, lo filmamos y lo enfriamos en la nevera, mínimo, un cuarto de hora.

Una vez fría la masa, la estiramos sobre una superficie ligeramente enharinada y cubrimos la base y las paredes de un molde de tartaleta desmontable (previamente engrasado y con la base cubierta con papel vegetal). Enfriamos 30 minutos dentro del frigorífico.

Precalentamos el horno a 190ºC.

Pinchamos varias veces la base con un tenedor y horneamos 10-15 minutos a 190ºC.

- Para el relleno:

Picamos la cebolla y la extendemos dentro de un recipiente apto para el microondas, añadimos el beicon, cortado en trocitos, lo rociamos todo con un par de cucharaditas de aceite de oliva virgen extra, mezclamos y calentamos 6-8 minutos en el microondas a máxima potencia, removiendo a mitad de cocción para que el calor se reparta uniformemente. Reservamos.

Por otra parte, en una fuente pata para el microondas disponemos las hojas de espinaca, calentamos durante 1 minuto en el microondas. Cuando estén blanditas, las troceamos con un cuchillo. Dejamos enfriar.

En un cuenco amplio, batimos ligeramente los huevos. Añadimos la nata (crema de leche) y la leche. Salpimentamos y mezclamos.

En la masa precocida, extendemos las espinacas. Sobre ellas, la mezcla de cebolla y beicon. A continuación, vertemos la mezcla de ingredientes líquidos. Por último, repartimos el queso rallado por toda la superficie.

Horneamos 35-40 minutos a 175ºC. Dejamos templar antes de desmoldar.