¿Magdalenas sin azúcar? Me diréis. ¿Y ya estarán buenas? … ¡Buenísimas! La receta de hoy es de esas que me ponen súper súper contenta porque son muy fáciles de hacer y quedan de vicio.
¡Quién no ha desayunado magdalenas alguna vez! A mí me encanta mojarlas en leche (y comérmelas corriendo para que no se desmenucen), aunque los días que estoy golosa las abro y les meto una onza de chocolate dentro. Ahí ya… me pierdo.
Os decía antes que estoy contenta con estas magdalenas, y, además de por lo deliciosas que quedan, es porque son unas magdalenas sin azúcar aptas para diabéticos y saludables. La harina que he usado es harina integral (pero os pueden quedar bien con otras harinas). Como ya sabéis, la harina integral tiene mucha fibra y hace que absorbamos los hidratos de carbono que tienen estas magdalenas más lentamente, con lo que no nos subirá de golpe la glucosa en sangre. Esto hace que no sólo sean ideales para el desayuno, sino que también son una merienda estupenda.
Además, al no llevar azúcar también reducimos el aporte calórico, ya que gracias a la stevia (o sucralosa) tendremos unas fantásticas magdalenas bajas en calorías.
Y para los incrédulos (que siempre los hay), aquí tenéis una foto de cómo quedan por dentro: esponjosas y jugosas. ¿A que os entran ganas de hacerlas?
Otra cosa que me gusta muchísimo de las magdalenas es que, como con los bizcochos, dan mucho juego y dejan mucho sitio para nuestra imaginación, porque se pueden hacer de mil maneras distintas. Con esta receta tenéis la base, y luego les podéis añadir lo que más os guste: nueces, avellanas, almendras, chocolate, canela, fruta… Ah, y por supuesto, si tenéis ideas decídmelo en los comentarios, que me gusta probar las cositas que me proponéis
Os animo encarecidamente a que probéis de hacer estas magdalenas sin azúcar. A los niños les encantarán, ¡y a los no tan niños también!
Eso sí, recordad que en las recetas así el ingrediente más importante es el cariño. Haced estas magdalenas con cariño, sin prisa (no se tarda tanto tampoco), consiguiendo una masa fina sin grumos y bien aireada, y el resultado será espectacular.
Y os dejo ya con la receta
Información Nutricional
Cada magdalena sin azúcar tiene:
209,65 kcal
12,5gr HC
Ingredientes:
190gr de harina integral, 1 yogur natural desnatado (125ml), 125ml de aceite de oliva o de coco, 3 huevos medianos, 1 sobre de levadura en polvo (16gr), 20gr de stevia (o sucralosa al gusto), 1 cucharadita de esencia de vainilla
Instrucciones:
En un bol, batimos las yemas (las claras las reservamos) con el yogur, la stevia y la vainilla. Yo he usado la batidora eléctrica para que cogiera bien aire. Añadimos el aceite y volvemos a batir. Aquí podéis añadir también una pizca de sal, que realza los sabores.
Añadimos la harina tamizada junto con la levadura. Aquí es imposible usar la batidora porque la masa resultante es muy pegajosa y se quedaría pegada a la batidora, con lo que lo que haremos es usar una lengua de gato o espátula para mezclarlo todo. Aquí entra en juego lo del cariño que os comentaba: en lugar de echarla de golpe, la añadiremos en cantidades pequeñas, unas 5 o 6 veces, mezclando bien cada vez. Así, evitamos que queden grumos, y si queda alguno (que se ven), sigue presionando con la lengua para que se deshagan, y mezclamos con movimientos envolventes de fuera hacia dentro. Es súper importante que aquí no tengamos grumos, porque sino las magdalenas no quedarán bien.
En otro bol, montamos las claras a punto de nieve. Si te fijas en la foto, verás que las mías están tan bien montadas que hasta se han "doblado" cuando las he pasado al otro bol. Las añadimos al bol de la masa, y las mezclamos con la espátula y movimientos envolventes, para que no se bajen, hasta que tengamos una masa homogénea y fina, con muchas burbujitas.
Vamos encendiendo el horno a 180º. Preparamos los moldes, poniendo el papelito y colocándolos sobre la bandeja del horno. Yo he usado moldes de silicona porque son más fáciles de desmoldar.
Horneamos unos 12-15 min a 180º, hasta que estén doradas y pinchemos un palillo en el centro y salga limpio. Yo las he tenido exactamente 13 minutos, pero varía en función del horno.
Dejamos enfriar sobre una rejilla, ¡y listo!
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