Se encuentran en todas las regiones de España, sin distinción, aunque no podemos pasar por alto el hecho de que se han instalado con mayor fortuna en la zona de Málaga, Granada y Antequera, así como en Castilla La Mancha.
Tienen forma de rosquilla, y pese a que tenemos sospechas más que fundamentadas para apuntalar su origen musulmán, no ha sido posible rastrear las primeras recetas.
Hoy día resulta casi inverosímil pensar en la impronta que los árabes dejaron en nuestra cultura, la cual ha confluido y perdurado en gran medida a través de la gastronomía, una de las formas de cultura más refinadas que existe.
La sociedad árabe de la época poseía profundos conocimientos en cocina, amén de una devoción santa por determinados alimentos, como la almendra.
Cómo hacer roscos de vino con aceite de oliva receta de la abuela
Los roscos de vino tradicionales son fáciles de preparar, y los ingredientes son tan sencillos y accesibles como nobles, por lo que no tienes excusa para no realizarlos en casa.Cuando se aproximan las fechas navideñas estamos tan exaltados y felices que a menudo olvidamos de la dieta. Habrás observado que la mayoría de dulces navideños tienen un aporte calórico nada desdeñable, y los roscos de vino no iban a ser menos.
En cualquier caso, los productos ultraprocesados que encontramos en los supermercados, hacen uso y abuso de grasas perjudiciales para la salud, más ahora en tiempos en los que la economía obliga a hacer recortes para no encarecer excesivamente los precios al consumo.
Una manera de disfrutar de estas fechas con cierta desatención por la báscula, consiste en elaborar nosotros mismos algunos de los bocados más calóricos, lo que incluye estos roscos de vino de la abuela, y aunque seguirán siendo bastante calóricos, sin duda serán mucho más saludables que los procesados ya que no todas las grasas son iguales.
Tradicionalmente, quizá incluyeran manteca de cerdo, y pese a que no es ni mucho menos la peor de las grasas imaginables, la sustituiremos por aceite de oliva virgen extra.
No es una rosquilla frita, sino que la masa, una vez hemos conseguido darle su peculiar forma redonda, se remata en el horno.
Ingredientes:
Harina floja 200 g.
Almendra marcona 100 g.
Azúcar blanquilla 100 g.
Vino Moscatel 75 g.
Aceite de oliva virgen extra Arbequina 70 g.
Anís dulce 20 g.
Ajonjoli 15 g.
Anís en grano 1/2 cucharadita
Canela en polvo 1/2 cucharadita
Limón 1 unidad
Azúcar glas
Pizca de sal
Elaboración:
La simplicidad de esta receta solo se ve ensombrecida por su exquisito gusto. Agarraremos un limón, y retiraremos la piel de la mitad, rallando con un microplane la otra mitad. En un molinillo o procesador de alimentos picaremos la almendra, reduciéndola prácticamente a polvo. Igualmente, en los supermercados ya podemos encontrar harina de almendra. Reservaremos.
Verteremos el aceite de oliva virgen extra de baja acidez en una reductora, e infusionaremos la piel del limón y el anís, llevándolo a una temperatura de alrededor de 70º. Dejaremos templar y cubriremos la boca de la reductora con papel film. En un bol amplio y añadiremos la harina tamizada, la almendra molida, la ralladura, el vino, el azúcar, el anís, la canela, el ajonjolí y la pizca de sal.
En caso de que no tengamos un sofisticado sistema de mezcla, como puede ser el gancho de la fantástica KitchenAid, integraremos todos los ingredientes con la mano, sin amasar, simplemente mezclándolos bien hasta obtener una pasta homogénea. A continuación, colaremos el aceite perfumado y atemperado, agregándolo en hilo al mismo tiempo que se suma a la masa.
Dará como resultado una masa aceitosa, nada pegajosa, y fácil de manipular. La mantendremos en la nevera mientras se enfría, cubierta con film transparente al ras, evitando así que se pueda resecar. Pasadas unas dos horas, sacaremos la masa del frigorífico y la extenderemos sobre un papel de horno o silpat, aplanándola con un rodillo, dejando un grosor de unos 2 centímetros.
Valiéndonos de un molde circular de corte de 6 cm de diámetro, o en su defecto, de un vaso de tubo con boca ancha, procederemos a cortar los primeros roscos, tratando de aprovechar al máximo la masa. Con un descorazonador haremos los agujeros del centro. Seguidamente, trasladaremos los roscos a una bandeja universal, rescataremos la masa sobrante, volveremos a bolearla, y repetiremos.
Saldrán aproximadamente 12 o 14 roscos, en función del grosor que les hayáis dado y del diámetro de la circunferencia. Precalentaremos el horno con calor arriba y abajo a 200º, introduciéndolos por 15 minutos, cuando empiezan a coger ese apetecible color dorado. Inmediatamente después, los pondremos a templar sobre una rejilla, permitiendo que el aire circule por abajo.
Atemperados los roscos, solo nos queda pasarlos por azúcar glas. Colocaremos una cantidad suficiente en un plato hondo, e iremos pasándolos de uno en uno, sacudiendo bien el exceso. Al igual que con los alfajores españoles, lograremos una capa de azúcar más consistente si previamente los sumergimos en un almíbar, eso sí, su aporte calórico se incrementará sustancialmente.
¡Qué aproveche!
Puedes ver la receta así como otros muchos postres caseros en la web de MEJOR POSTRE.