La provincia de Málaga, tan ensalzada como desconocida, no es tan sólo mar, sol radiante, playas luminosas, chiringuitos y “pescaito” frito; nuestra provincia, aunque parezca mentira, es un mosaico repleto de valles profundos, montañas altas, vegetación frondosa, bosques que parecen salidos de cuentos de hadas, serranías llenas de formaciones rocosas con las formas más curiosas que se puedan imaginar; cuevas con milenios de historias, ríos de aguas cantarinas y tumultuosas, limpias, frias y rápidas llenas de vida, con cascadas que llenan de rocío sus orillas y de vida sus caudales.
Rios en los que aún nadan peces, barbo, boga, anguila, trucha, carpa, peces fraile e incluso en ellas nadan esturiones según tengo entendido…..no hay que olvidar, que las aguas del Rio Guadalhorce había hasta hace no mucho tiempo angulas, tan sabrosas como las de Aguinaga….¿Quién lo diría?
Geológicamente, durante el Mioceno Superior, existió en su valle, en el Valle del Guadalhorce, un brazo de mar, que comunicaba las aguas mediterráneas y las atlánticas a través de la Depresión Bética, también un lecho marino.
En el Plioceno Inferior, siguiente periodo geológico, dicho brazo se convirtió en una gran bahía
marítima delimitada por la Sierra de Mijas y las laderas occidentales de los Montes de Málaga, que no sobrepasaba Álora y en cuyo centro se elevaba como una isla la Sierra de Cártama.
Durante el resto del Plioceno, el Bajo Guadalhorce adquiere su configuración geológica actual.
Es por ello, por lo que he llegado a pensar que igual en éstas tierras o mejor dicho en éstas aguas nacieron, vivieron y murieron durante milenios, el salmón, el único pez que solemos llamar de rio y que a mi personalmente me encanta.
Después de una vida relativamente tranquila en el mar, emprenden un último viaje, salvaje y hermoso, de regreso a los ríos donde nacieron. Recorren distancias de cientos de kilómetros y nadan contracorriente para desovar quizás a miles de metros sobre el nivel del mar. Tras el viaje, exhaustos y con el relevo para la siguiente generación entregado, esperan la muerte.
Sí, los salmones salvajes nacen en aguas dulces, migran a la mar y vuelven a su lugar de nacimiento para procrear, superando casi todos los obstáculos que encuentran en su camino.
No suelo consumir peces de agua dulce, a excepción del salmón. Y yo me pregunto si es porque el gusto por tan delicado, sabroso y nutritivo pez está en el origen, en los genes de los malagueños como si de un boquerón se tratase…..o porque en definitiva, los salmones, como a mí me ocurre, no puede vivir sin la mar….
Sea como fuere, no he podido averiguar si en los ríos malagueños hubo salmones en alguna época lejana, pero sí que llega a nuestros mercados con una calidad ciertamente excepcional.
Hoy lo he preparado a la plancha, con una sencilla, pero no por ello menos sabrosa, salsa que a continuación les explico como la he hecho.
Ingredientes para dos personas:
Cuatro rodajas de salmón fresco, un bote de nata (crema de leche) ligera especial para cocinar (150 ml.), una ramita de eneldo fresco, el zumo de un limón pequeño, pimienta negra, sal y dos cucharadas soperas de mantequilla.
Los pasos a seguir:
En un cazo poner a calentar la nata (crema de leche), salpimentar al gusto, agregar el zumo de limón y llevar a ebullición dejándola reducir hasta conseguir la consistencia deseada.
Apartar del fuego y añadir el eneldo cortado en trocitos. Mantener caliente.
En una sartén echar la mantequilla, una vez derretida y caliente, colocar los filetes de salmón, salar al gusto y dejarlo hacer unos minutos por cada lado (dependiendo del grosor y si gusta muy o poco hecho. En mi caso, lo prefiero bien hecho).
A la hora de servir colocar el salmón en el plato y salsear generosamente.
¡¡ Buen comienzo de año…..que el 2.016 les sonría y sea generoso en todos los sentidos !! Y buen provecho...