José Arechabala se embarcó en la Hermosa Trasmiera rumbo a la joya de la Corona, cuando apenas tenía 15 años, en 1862.
En la segunda mitad del siglo XIX, en Cuba comenzó a florecer una fuerte industria del ron, que bebía directamente de las pequeñas destilerías que durante décadas habían operado en el país, ofreciendo un producto de calidad cuestionable y con poca uniformidad. Justo el mismo año en que Arechabala arribaba en las costas de Cuba, en la otra punta de la isla, Facundo Bacardí fundaba la empresa de licores a la que daría nombre.
Rápidamente, la industria del ron en la isla alcanzaría una dimensión tal, que acabó convirtiéndose en una de sus mayores y más valiosas exportaciones, catapultando su economía y produciendo una riqueza, especialmente en el norte de la isla, sin precedentes.
La excepcionalidad del ron cubano, unido al ingenio empresarial de los españoles, dio lugar a esta suerte. Tras años de trabajar para otros, en 1934, Arechabala lanzaría la emblemática Havana Club, el buque insignia del ron cubano, y que, más tarde, sería injustamente expropiada por el régimen de Fidel Castro.
Por sorprendente que parezca, el mojito, es algo anterior al ron, ya que en un principio se elaborara con tafia, un aguardiente que se considera el antecesor del ron.
Cuenta la leyenda, que fue el pirata Francis Drake quien llevó este brebaje a las islas, como remedio para aliviar las dolencias estomacales y el acuciante escorbuto.
Este se componía la mencionada tafia, a la que se añadía azúcar, lima y menta.
Oficialmente, el mojito, como cóctel, nace en 1910, en la playa de la Concha, donde un descendiente de españoles, le daría forma, en un principio, para complacer el paladar de algunos aristócratas que acudían al bar donde trabajaba.
Fueron muchas las personalidades famosas que rindieron pleitesía a este delicioso cóctel, que hace alarde de la idiosincrasia caribeña: refrescante, dulce y salerosa.
John Wayne, Sinatra y el confeso borracho Hemingway, se declararon amantes incondicionales de esta bebida.
Cómo hacer sorbete de mojito
En la actualidad, se cuentan más de 100 versiones diferentes del mojito, todas ellas con el ron como elemento cohesionador.
A principios del siglo XXI, el mojito comienza a expandirse por todo el mundo, alcanzando fama internacional y llegando a las cartas de las coctelerías más exclusivas.
El sorbete de mojito que prepararé a continuación, es un digno homenaje a una bebida que hermana a España y Cuba.
Ingredientes:
Ron blanco Bacardí 50 ml.
Azúcar blanquilla 100 g.
Zumo de lima 200 ml.
Hierbabuena 30 g.
Gaseosa sin azúcar 100 ml.
Clara de huevo 2 unidades
Lima rodajas 1 unidad
Agua 100 ml.
Elaboración:
El sorbete de mojito es una receta fantástica para aliviar el calor peninsular y sorprender a nuestros invitados. La preparación no podía ser más sencilla, partiendo, por un lado, de la base elemental de los sorbetes, y por otro, del mojito cubano. En primer lugar, prepararemos un almíbar ligero mezclando para ello el azúcar y el agua en un cazo durante dos minutos.
Removeremos con una varilla para que los cristales de azúcar se disuelvan por completo en el agua. Retiraremos del fuego, agregaremos la hierbabuena, filmaremos la boca del recipiente, y dejaremos que infusionen mientras el almíbar se enfría. Cuando haya atemperado por completo, agregaremos el zumo de lima, a la vez que el ron y la gaseosa. Mandaremos al refrigerador durante 2 horas.
En un bol aparte montaremos las dos claras a punto de nieve suave, batiendo enérgicamente con una varilla mientras tratamos de insuflarles aire, con movientes circulares y de abajo hacia arriba. Las añadiremos cuidadosamente al preparado anterior, mezclando, que no batiendo, con una espátula o lengua. Trataremos de que la mezcla mantenga el aire en su interior.
Verteremos el resultado en la Pacojet (aunque por su precio, suele ser un aparato para profesionales), o en su defecto, en un táper que ira directamente al congelador. Lo mantendremos ahí durante 3 o 4 horas, el tiempo suficiente para que se congele. En ese período, acudiremos 2 o 3 veces al congelador para remover con una cuchara el sorbete, consiguiendo así una textura más suave y aireada, tratando de emular el trabajo de una heladera.
Si no disponemos de un sacabolas, podemos hacer uso de dos cucharas para forma una quenelle. Serviremos en un vasito pequeño, decorando por encima con hierbabuena finamente picada y una hoja entera como colofón. Recomiendo no recongelar en ningún caso, ya que se formarían pequeños cristales de agua que degradarían considerablemente la textura.
¡Qué aproveche!
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