El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho. (Miguel de Cervantes)
Cuando abro un libro, siento como que abro una puerta a otros mundos, a otras vidas en las que me sumerjo cuando comienzo a leer las primeras líneas; es como romper un espejo, hacerlo añicos y entrar al otro lado, es ahí cuando me convierto en una “Alicia” y entro en las maravillas imaginadas e impresas en papel por otras personas, que automáticamente pasan a formar parte de mi o yo parte de ellas.
Llego a identificarme a través de la lectura con el contenido de cada libro, con los paisajes, los personajes, llegando incluso a ver, escuchar y tocar todo lo que en cada página se describe; me suelo sentir parte de las historias, me gusta imaginar los personajes, ponerles cara y construir con la mente los lugares a los que viajo con la imaginación y volver a ver los sitios a los que ya he viajado físicamente.
Leo por costumbre, es un hábito que arraigó en mi desde muy niña y que he intentado seguir cultivando a lo largo de mi vida, incrementándose en los últimos quince años de una forma más intensa. Leer un libro es una gran experiencia, enriquecedora, que con el paso alimenta la cultura y el conocimiento. Cuando acabo de leer un libro, sin querer, aunque no me haya gustado, algo del mismo queda en mi.
Un libro es una joya. Y en mi biblioteca hay muchas y preciosas joyas que me hacen sentir, que me hacen soñar que son puertas abiertas a otros mundos, de cada uno yo tengo la llave.Esa biblioteca es mi habitación preferida, un refugio de aventuras, experiencias e historias, donde es fácil "perderse" entre las hojas escritas.
Con el paso de los años en “Mi cocina” real se ha ido creando otra "biblioteca", una bonita colección de libros con todo lo relativo a la gastronomía, en los que de vez en cuando entro a disfrutar de otras cocinas, llegando con mi gran imaginación incluso a saborear los platos que allí se preparan. Hace unos días me llamaron desde uno de mis preferidos, un gran y hermoso libro donde encuentro recetas de grandes cocineros de toda Europa.
Fue allí, donde ví éste riquísimo postre, era un Summer Pudding – Llamado budín de verano por consumirse en dicha estación, es un postre a base de pan blanco remojado en zumo de frutas rojas, como la fresa, frambuesa, mora y otras, mi imaginación voló y casi pude saborearlo por lo que me decidí a hacerlo, eso sí con algunas variantes más a mi gusto personal.
El nombre de summer pudding aparece por primera vez en un libro de cocina inglés en el año 1904, aunque su origen es desconocido, es un postre muy popular en la cocina anglosajona.
Ya que no puedo trasladarles el libro en sí, les cuento como lo hice.
Para un pudding:
Dos o tres rebanadas de pan de molde sin corteza (que sea consistente, uso Bimbo). 150 gr de frutas del bosque (usé fresones frescos y frambuesas congeladas). Dos cucharadas soperas de mermelada de frutos rojos. Dos cucharadas soperas de azúcar. Cuatro cucharadas soperas de ron añejo. Una pera de agua (la receta original era con manzana) y dos hojas de gelatina neutra.
Para hacerlo:
En un bol echar el azúcar, la pera cortada en trozos, dos cucharadas de ron y l00 gramos de las frutas rojas y remover, dejándolo macerar una hora aproximadamente.
Mientras cortar el pan en rectángulos, exceptuando un trozo que deberá tener la medida exacta del contorno del molde que se vaya a usar.
Poner una cacerolita con la fruta al fuego y cocer, sin parar de remover durante diez minutos, a fuego lento. Retirar y dejar que se enfríe.
Mientras poner en remojo la gelatina siguiendo las instrucciones del fabricante y agregar a la cacerolita, removiendo a fin de que quede homogénea la mezcla.
Forrar un molde mediano con un film dejando que este rebase los bordes.
Coger el molde, poner encima de una rebanada de pan para poder cortar la rebanada para que tenga la medida exacta del fondo del molde y poner el resto del pan cubriendo las paredes.
Empapar "ligeramente" con el jugo de las frutas del bosque y verter la fruta dentro. Tapar el molde con una rebanada de pan empapada y cubrir con el film.
Dejar reposar en el frigorífico dos o tres horas.
Mientras tanto preparar la cobertura para decorar:
En una cacerolita poner el resto de la fruta roja (fresas y frambuesas), con dos cucharadas de azúcar, las dos cucharadas de mermelada de frutos rojos, dos cucharadas de ron y llevarla a ebullición, removiendo unos minutos.Retirar del fuego y dejar enfriar.
Para su presentación: Desmoldar el pudding y echar la cobertura por encima, decorar con una ramita de hierbabuena.
¡¡ Les deseo un dulce fin de semana !! Doy las gracias a quienes abren su imaginación a través de ésta maravillosa ventana que es internet, entran en “Mi cocina”, leen lo que escribo y consiguen hacerla suya. Ese es mi objetivo.