Ya se acaba la temporada de fresas, y es una pena, en primer lugar por la gran cantidad de recetas que se pueden preparar con esta fruta y en segundo lugar, y esta es una opinión totalmente particular, porque me encantan. Aún así tengo recetas en el tintero que todavía no os he mostrado, e incluso tengo un bol lleno en la nevera esperando a ver qué hago con ellas.
No sólo es una fruta muy versátil a la hora de preparar postres sino también se presta a que éstos sean de lo más variado. Si lo que queremos son postres individuales, como por ejemplo postres en vaso os recordaría un postre que a mi me sorprendió y me gustó mucho. Es un postre de origen inglés que considero adecuado para esta época del año, porque es ligero y fresquito: el Eton mess.
En cuanto a la preparación de bizcochos el abanico es muy amplio, del tipo bundt cake, de fresas balsámicas por ejemplo, que os gustó mucho, tartas con queso (cheesecake de fresas y lima), tartas rellenas (tarta de fresas y mascarpone) o tartas heladas, ideales para el tiempo que se avecina, de las que me viene a la memoria aquella tarta helada banana split.
Sé que no tengo que convenceros porque ya sea como parte integrante de la receta o simplemente formando parte de la decoración, conozco a muy poca gente que no le gusten las fresas y quizás sea una de las frutas más utilizada y una de las que cuenta con recetarios más amplios.
Pero es que por si fuera poco, la receta de hoy además lleva toffee o caramelo salado, esa salsa que, al menos yo, soy capaz de comerme a cucharadas sin ningún tipo de cargo de conciencia. Es ideal para acompañar las fresas así sin más o para salsear cualquier postre. Además si encima os digo que en prepararlo tardáis 15 minutos, seguro que no vais a dudarlo.
Especialmente es una salsa que me gusta para acompañar postres con peras y manzanas, a medio camino entre la leche condensada y el dulce de leche, me encanta el sabor tostado que le aporta el azúcar moreno.
Y los chocolateros estamos de suerte, porque además, y por si fuera poco, esta tarta la rematamos con una capa de ganache de chocolate negro y nos quedamos tan anchos.
Así que vamos a dejarnos de tanto hablar y voy a pasar a contaros esta receta que seguro os va a encantar. Os sugiero que os deis prisa y la preparéis antes de que empiece a apretar el calor, para evitar que chocolate y toffee se vuelvan más líquidos y sea más complicado conseguir que las capas estén más firmes.
INGREDIENTES (para un molde redondo de 20 cm.)
Para la masa
1 yema de huevo
30 gr. de azúcar
1 ó 2 cucharadas de agua
125 gr. de harina
¼ cucharadita de sal
½ cucharada de cacao en polvo sin azúcar
65 gr. de mantequilla
Para el relleno de caramelo salado
95 gr. de azúcar moreno
90 gr. de nata (crema de leche) líquida para montar 35% M.G.
30 gr. de mantequilla
¼ cucharadita de sal gorda
Para el relleno de ganache de chocolate
90 ml. de nata (crema de leche) líquida para montar 35% M.G.
90 gr. de chocolate negro para postres
Para la decoraración
Fresas, flores, frambuesas, hojitas de menta
ELABORACIÓN
Preparamos la masa de la tartaleta. Para ello en un recipiente mezclamos las yemas con el azúcar y batimos.
Añadimos la harina y la mantequilla cortada en cubitos y amasamos con la mano hasta que los ingredientes de la masa estén completamente integrados. Vamos añadiendo agua según nos la vaya pidiendo la masa. Por último agregamos el cacao y amasamos hasta que esté totalmente integrado.
Formamos una bola con la masa y la envolvemos en papel film. Refrigeramos 1 hora.
Mientras la masa se enfría, preparamos el caramelo salado. Para ello ponemos el azúcar moreno, la mantequilla y la nata (crema de leche) en un cazo y llevamos a ebullición. Dejamos que hierva y burbujee durante unos 5 minutos. Transcurrido este tiempo retiramos del fuego y dejamos enfriar para que espese.
Enharinamos la mesa y estiramos la masa con un rodillo. Engrasamos un molde redondo desmontable y lo cubrimos con la masa presionamos sobre el fondo y los laterales y cortamos la masa sobrante.
Vertemos el caramelo salado sobre la corteza y refrigeramos unas 4 horas.
Preparamos el ganache de chocolate. Ponemos el chocolate en trozos en un recipiente. Calentamos la nata (crema de leche), cuando empieza a hervir la echamos sobre el chocolate y revolvemos hasta que el chocolate se deshaga por completo y ambos ingredientes estén perfectamente integrados.
Dejamos que se enfríe un poco y vertemos el ganache sobre el caramelo salado y refrigeramos toda la noche.
En el momento de servir adornamos con unas fresas y unas florecitas silvestres por ejemplo, aunque la decoración la dejo a vuestra elección. Podéis utilizar cualquier otra fruta, como las frutas del bosque, que combinan a la perfección con el chocolate.
En esta foto podéis apreciar fenomenal el toffee que se funde con el chocolate y la base de la tarta. ¡¡Jooooo que se me hace la boca agua!! No sabéis lo que me está costando escribir esta entrada mientras pienso en esta tarta y recuerdo su delicioso sabor.
Cerrad los ojos e imaginárosla, en cuanto los abráis os pondréis manos a la obra, os lo aseguro.
Aquí tenéis un trozo, que aunque sea de manera virtual os va a convencer todavía más de lo que creo haberos convencido yo.
¡Daos prisa, que aún quedan fresas!