La tarta de queso sin horno es un clásico de cualquier cocina ya que es tan sencilla que resulta apta hasta para los más patosos. Además de ser fácil y rápida, está buenísima por lo que son pocos los que se puedan resistir a ella.
Esta la hemos preparado con queso mascarpone, que le da un toque muy suave y delicado y la convierte en un bocado exquisito, os lo aseguro.
De todas las versiones que existen de esta tarta (con queso tipo Philadelphia, con quesitos, etc.) esta es, en opinión del jurado de mi casa, la más sabrosa.
¡Ya me diréis que opina vuestro público en casa!
¿Qué necesito?
Para la base:
200 gr de galletas tostadas
70 gr de mantequilla
Para la tarta:
1 vaso de leche
1 sobre de cuajada
100 gr de azúcar
500 gr de nata (crema de leche) para montar
250 gr de queso mascarpone
Para la cobertura:
3 cucharadas de mermelada casera de moras
¿Cómo lo hago?
Antes de comenzar, preparamos el molde que vamos a usar que puede ser o un molde desmontable o, como nosotras, una forma metálica. Si usáis la forma, la colocaremos encima de un plato o fuente grande.
Vamos a empezar preparando la base. Para ello, solo tenemos que triturar las galletas, con ayuda de la picadora. Las vertemos en un bol y les añadimos la mantequilla que previamente habremos derretido en el microondas. Mezclamos bien y la masa resultante la echamos en el molde, la extendemos bien para que tenga una altura uniforme y la presionamos con una cuchara o espátula para compactarla. Reservamos.
Por otro lado, en un cazo, diluimos el sobre de cuajada y el azúcar en la leche templada. Después añadimos la nata (crema de leche) y el mascarpone y batimos, muy atentos de que no nos queden grumos.
Calentamos a fuego medio hasta que esté a punto de hervir. Retiramos del fuego y vertemos encima de la capa de galleta.
Dejamos que la tarta se enfríe completamente. La cubrimos con la mermelada y la metemos en la nevera durante, al menos, unas 4 horas.
Antes de servir la desmoldamos con cuidado.
¿Qué más necesito saber?
Este paso es un poco delicado ya que si echamos el líquido directamente sobre la galleta, seguramente cree un agujero en el punto en el que caiga y levante trocitos de galleta que se mezclarán con el queso.
Si queremos que cada capa se quede en su sitio, lo que tenemos que hacer es verter el líquido sobre una cuchara apoyada sobre la galleta. De esta forma el queso golpeará la cuchara y después se extenderá suavemente por la superficie de galleta.
Si no tenéis queso mascarpone, podemos hacer esta misma receta con la misma cantidad de queso Philadelphia o de quesitos. El sabor no será exactamente el mismo pero también está buenísima.