Hace poco descubrí estas tartas tan vistosas y originales. En Francia están tomando protagonismo y se están volviendo muy populares. No me extraña porque es muy fácil de preparar, se puede usar los rellenos que uno quiera (tanto salados como dulces), no hace falta tener ninguna experiencia en la cocina y lo más importante es el efecto que hacen! La preparé para un picnic con amigos el fin de semana pasado y tuvo un éxito impresionante. Sirven para entrante, aperitivo, una cena con amigos, merienda (en caso de relleno dulce), una salida picnic, y para la ocasión que queráis.
En este caso concreto he optado por un relleno algo clásico pero la verdad es que podéis dejar volar la imaginación y usar lo que más os gusta! Fantásticas para los niños (podéis usar relleno de chocolate, Nutella, mermelada, merengue, pure de manzana, caramelo, frutos secos y muchos mas).
Ingredientes:
2 láminas redondas de masa de hojaldre (del mismo tamaño)
150 g de queso fresco de cabra
medio bote de salsa pesto preparada
láminas de jamón serrano
1 huevo
un poco de semillas de sésamo para decorar
Estiramos una lámina de hojaldre encima de la bandeja de horno con su papel vegetal debajo. Esparcimos con la ayuda de una cuchara la salsa pesto por toda la superficie. A continuación hacemos lo mismo con el queso fresco, luego ponemos por encima lonchas de jamón serrano. Tapamos el relleno con la segunda lámina de masa hojaldre. Apretamos ligeramente con los dedos.
La técnica de cortar es muy fácil. Ponemos un vaso en el medio de la tarta (boca abajo). A partir de ahí cortamos la tarta en 4 partes iguales. Después cada parte en tres, y luego cada parte en 2. De esta manera tendremos todos los trozos iguales.
Retiramos el vaso y untamos la tarta con el huevo batido. Ahora separamos por los lados con cuidado cada trocito y lo torcemos varias veces sin que se rompa en la base. Todos los trozos se deben quedar unidos a la base. Una vez torcidos todos los trozos de la tarta, espolvoreamos con semillas de sésamo y la horneamos unos 20 minutos a 190ºC. Cuando esté bien dorada la sacamos del horno y la enfriamos. Servimos templada o fria. Dependiendo del relleno está mejor de una forma u otra pero siempre es mejor degustarla fresca, recién hecha. Le hojaldre al cabo de unas horas pierde su crujiente y ya no es lo mismo.
Un buen vinito y una ensalada completa, y ya tenéis la comida o la cena servida!
La Cuisine de Uliana