Como buen producto de temporada que es, no podía pasar sin hacer una receta para el proyecto de Pilar:
Particularmente, me parece una fruta cargada de simbolismo especialmente relacionado con la fertilidad, pero no he debido de ser la única: el parecido de su interior con una matriz cargada de frutos y el látex blanco que exuda al cortarlos del árbol hablan por sí solos.
Así, en representaciones pictóricas donde el higo aparece se carga el ambiente de una sensualidad casi obscena:
Siglo XVI on fire
Es por eso que para mí, una receta con higos es mucho más que una receta. Si se habla de alimentos afrodisíacos... ¿por qué este no iba a ser precisamente uno de ellos?
Me estoy yendo por las ramas (de la higuera).
Esta tarta la preparé con la intención de merendar con mi vecina Ángela, pero al final entre hilván e hilván ni la tocamos.
Yo tengo muchas aficiones, muchos proyectos empezados... pero me cuesta terminarlos un horror: puzzles, labores de ganchillo y labores de costura son los que más perjudicados se ven. Hablando con Ángela en uno de los paseos con perros salió el cabecero y las cortinas que llevo un par de años intentando hacer; las cortinas sólo están en proyecto, pero el cabecero sólo necesitaba coserle las trabillas y listo, y es que parece que cuanto más cerca estoy de terminar algo más tardo en hacerlo.
Esa tarde vino Ángela con Telma y Molly para que nuestros perros estuvieran entretenidos por su sitio, y nosotras por el nuestro. Al final, aparte de apañar el cabecero hemos buscado ideas para muchos retales que tengo en casa y de paso he salido con una falda arreglada. Un chollazo de vecina!
Así que, aunque al final esa tarde no comiéramos tarta, le di un trocito al día siguiente para agradecerle su ayuda.
Si te gusta el dulce pero te satura enseguida, esta es tu receta. Como verás, lleva muy poco azúcar gracias a que tanto el higo como la pera aportan la suya sin cansar al paladar. Además, es muy refrescante y propia para el verano, fresquita de la nevera y con esta masa tan ligera no necesita ningún acompañamiento más que un vaso de té frío con hierbabuena, aunque si quieres ponerle helado de vainilla o nata (crema de leche) tampoco va a chirriar.
Receta para un molde de pie de 22cm (El mío es de Chicago Metallic):
- 500g de peras
- 8 higos morados
- 100g de azúcar y un poco más para espolvorear al final
- 200g de harina de trigo de repostería
- 50g de mantequilla
- 1 huevo
- 1 pizca de anís molido
- 1 rama de canela
- 20ml de vino dulce (yo usé Tokaji)
- Media cucharadita de Maicena
- 50ml de agua
- 1 cucharada de pan rallado (facultativo)
Empezamos con la masa, que conviene tener preparada con al menos una hora de antelación.
Mezcla la harina con 50g de azúcar, la mantequilla y el anís molido hasta crear una especie de "miguitas", por el efecto de la mantequilla al integrarse con la harina. Entonces, añade el huevo y amasa hasta conseguir una masa compacta, pero bastante ligera. Envuelve en film transparente y refrigera mínimo una hora.
Cuando ya haya cogido cuerpo (verás que es muy blandita aun con la refrigeración) extiende una hoja de papel de horno y sobre ella aplana la masa con un rodillo; así se será más fácil transportarla y moldearla sobre el molde que uses. Tienes que dejarla muy fina, de unos 2-3mm, para que quede crujiente.
Una vez hayas presentado la masa sobre el molde, ajusta bien al borde y recorta el sobrante, que usarás para hacer el enrejado. Vuelve a envolverlo y a la nevera mientras tanto.
La masa que está en el molde debes pincharla con un tenedor para que no suba, además yo la vuelvo a cubrir con el papel de horno y le pongo judías secas para que actúen como peso. De esta guisa la horneo a media altura a 200ºC unos 10 minutos, y si veo que el centro sigue un poco crudo la horneo 5 minutos más ya destapada.
Para el relleno, lava y parte los higos en cuartos, pela y trocea las peras; todo junto irá en una cacerola con la rama de canela y los 50g de azúcar restantes, además del vino dulce.
Lleva a ebullición para que evapore el alcohol y luego cuece a fuego lento unos 15 minutos, observando el líquido que desprende la fruta; la pera suelta mucha agua, pero no te preocupes. Eso sí, intenta no remover mucho para que la fruta conserve su textura.
Una vez ha cocido la fruta, recógela con una espumadera para evitar empapar la masa y rellena el molde. De todos modos, para curarme en salud porque hay peras que sueltan muchísima agua, espolvoreo por encima una cucharada de pan rallado. Así evitas que el exceso de agua reblandezca la masa.
Con el jarabe que queda, se lleva a ebullición tras haberle añadido la maicena diluída en 50 ml de agua. Se remueve bien con unas varillas un par de minutos, lo justo para que espese y no haga grumos, y se reparte por encima de la fruta. Esto dará brillo y jugosidad sin empapar en exceso el relleno.
Ya sólo nos queda preparar el enrejado con la masa sobrante. Estirándola hasta sacar tiras que atraviesen el molde de lado a lado, de un par de centímetros de grosor, nos vamos a ir apañando. Intenta dejar la masa bien fina para no quedarte corto, y tras colocar las tiras recorta el sobrante para seguir sacando más.
Empieza colocando dos tiras en cruz en el medio del molde, así tendrás una buena referencia para marcar los espacios donde asomará el relleno. No fijes del todo las tiras porque tendrás que levantarlas para ir alternando las capas que forman el enrejado, ya sabes: por encima, por debajo, por encima,... Es una labor entretenida, pero no lleva mucho tiempo y el resultado es espectacular.
Eso sí, procura que el borde de la tarta y el enrejado estén a la misma altura o te pasará como a mí, que para que coja un poco de color el borde sufre más y se tuesta.
Termina espolvoreando un poco de azúcar por encima para que quede más crujiente aún y hornea a 180ºC unos 10-15 minutos, o hasta que el enrejado se dore.
Esta tarta está más buena ya reposada, los jugos están quietecitos y al cortar no se te desbaratará el relleno.