Ésta es un clásico que según algunas fuentes se originó en tierras gaditanas, concretamente en el convento del Espíritu Santo de Jerez de la Frontera allá por el año 1324. Su origen se relaciona con la elaboración del vino de la zona. Las bodegas utilizaban muchas claras para clarificar el vino y el excedente de yemas los donaban a los conventos. Es así como parece nacer este postre a base de yema de huevo caramelizada y azúcar. Además de Jerez también se elabora en Palencia y Asturias, donde se conocen como Tocinillos de Cielo de Grado, una localidad donde también es tradicional este postre. Si sabéis algún dato más me encantaría leerlo en los comentarios ;) La versión que hago tiene una textura suave y no es tan compacta como otros que he probado además de no estar excesivamente dulce. Está en su punto justo!
Pasemos a la receta!
Ingredientes: Para unos 8-10 vasitos.
- 375 gramos de azúcar
- 375 grs. de agua
- 3 huevos enteros
- 4 yemas
Para el caramelo:
- 5 cucharadas de azúcar
- 1 cucharada de agua
Ésta es la medida que utilizo. Podéis doblar las cantidades si necesitáis más caramelo.
Preparación: En primer lugar comenzamos con el almíbar. Ponemos a calentar el agua con el azúcar. Dejamos hervir unos 3 minutos a fuego alto y luego bajamos y tenemos herviendo a fuego lento unos 10-12 minutos. Apartamos y dejamos templar.
Es el turno del caramelo. Disponemos de los recipientes donde vamos a verter el postre. En una sartén o cazo a fuego medio ponemos el azúcar. Añadiremos después la cucharada de agua. No removemos con cucharas o utensilio. Nos ayudamos del mango de la sartén para removerlo. Dejamos que hierva poco a poco. Irá tomando poco a poco el color deseado. Apartamos y vertemos en nuestros moldes.
Cuidado con las manos! No hay nada más peligroso que el caramelo! Quema muchísimo!
Ahora seguimos con nuestro tocino de cielo. Precalentamos el horno a 190 grados. Separamos las claras de las yemas. Agregamos a las yemas los huevos enteros. Batimos lo justo. Con un tenedor será más que suficiente. Nada de varillas o batidores eléctricos. La idea que es coja el menor aire posible para que quede después una textura lisa. Luego vamos agregando poco a poco el almíbar sin dejar de batir (suavemente). Debe estar templado o tibio para que no nos cuaje las yemas. Colamos el resultado y vertemos en moldes.
Ponemos en una bandeja al baño maría que cubra el agua la mitad de nuestro recipiente. El agua que vertemos debe estar caliente. Metemos al horno una media de entre 45-55 minutos en modo tradicional a 190 grados. Probé con menos temperatura pero no cuajaban.
Luego dejamos reposar en una rejilla. Cuando tengan temperatura ambiente los llevamos a la nevera que reposen, si es posible y aguantáis, hasta el día siguiente. Es cuando más ricos están. Tened paciencia.
Espero que os haya gustado la receta. La verdad es que es un lujo poder hacerlo en casa. En mi caso, un triunfo! Lo veía como algo muy difícil y complejo pero ya veis que nada es imposible. Me encantaría que la hicierais en casa. No tiene precio saborear vuestro propio tocino de cielo. La verdad es que es un manjar de los dioses.
Vuelvo pronto con nuevas recetitas! Un saludo muy dulce!!
Maribel García