Como todas las recetas tradicionales, hay tantas como casas españolas. Yo os presento está que es la que se ha hecho toda la vida en mi casa, mi abuela, mi madre y ahora yo.
La historia de las torrijas se pierde en el tiempo, no se sabe a ciencia cierta, pero parece que su procedencia va unida al imperio romano, ya que dulces muy similares aparecen por todas las tierras que pertenecieron al imperio. En España aparecen por primera vez en documentos del siglo XV y probablemente se asocian a la Cuaresma y a la Semana Santa, porque, como en muchas otras recetas, era una preparación de aprovechamiento. La abstinencia era no sólo de carne, si no de otro alimentos derivados como la leche o lo huevos. Además la abstinencia de esos alimentos, juntó con el ayuno, hacia que el consumo de pan disminuyera, pero no así su producción.
Además de en Semana Santa, en muchos lugares de España se preparaban torrijas como reconstituyente de las mujeres puerperas o lactantes, la verdad es que nutrientes y calorías no les faltan.
INGREDIENTES.
1 barra de pan del día anterior.
1,5 litros de leche.
Corteza de un limón.
Corteza de una naranja.
Canela en rama.
5 cucharadas soperas de azúcar.
Azúcar y canela molida para espolvorear.
ELABORACIÓN.
Lo primero es aclarar el tema del pan. Podemos preparar o comprar un pan especial de torrijas, pero lo tradicional es aprovechar el pan del día anterior. La verdad es que la calidad de los panes es cada vez peor y el "pan de gasolinera", que abunda hoy en día, no es el mejor para las torrijas, ya que una vez duro, se rompe dificultando el que podamos preparar unas rodajas decentes. Las torrijas bien merecen un buen pan.
Infusionamos la leche con las cascaras del limón y la naranja, la canela en rama y el azúcar. Con 15 minutos de cocción es suficiente para que salgan bien los aromas. Lo apartamos del fuego y lo dejamos que temple a temperatura ambiente.
Hacemos el pan rebanadas de unos 2 cm de grosor. Una vez templada la leche ponemos el pan en remojo, dejando que se mojé todo el pan lentamente. Yo las dejo en remojo hasta que se unen en la leche y quedan cubiertas. Las sacamos con una espumadera, dejando que suelten la leche que sobra y las pincelamos con huevo batido.
Para freirías a mi me gusta hacerlo en AOVE bien caliente, dándoles dos minutos máximo por cada lado, de esta forma se sellan por fuera y quedan jugosas por fuera.
Una vez fritas las escurrimos el aceite sobre papel de cocina y aún calientes las espolvoreamos de azúcar y canela molida.
"Padre mío, si es posible, que pase lejos de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya". San Mateo 26