Ingredientes:
3 patatas grandes,
1 cebolla,
4 huevos,
1 calabacín,
1 tomate,
Sal, pimienta,
Orégano y aceite de oliva.
Procedemos exactamente igual que con la tortilla de patatas tradicional. Lavamos y pelamos las patatas y después las cortamos en láminas finas.
Pelamos la cebolla y la cortamos en medias lunas finitas también.
En una sartén amplia ponemos abundante aceite de oliva e incorporamos en ella, cuando el aceite esté caliente, la patata y la cebolla cortadas. Salpimentamos y dejamos pochar, a fuego medio, removiendo de vez en cuando.
Mientras tanto, lavamos el calabacín y lo cortamos en finas láminas sin retirar la piel. Añadimos a la sartén y removemos para que se integren todos los ingredientes. Dejamos evolucionar al fuego, removiendo habitualmente hasta que la verdura esté en su punto.
Pelamos el tomate y lo cortamos en rodajas. Lo ponemos en un plato y lo salamos ligeramente para que suelte algo de humedad.
Sacamos la mezcla de patata, cebolla y calabacín, procurando que lleve el mínimo aceite, a un bol en el que ya tendremos batidos y salpimentados los huevos y lo mezclamos muy bien procurando no romper las rodajas de patata y calabacín.
Retiramos de la sartén todo el aceite y la volvemos a poner al fuego. Cuando esté bien caliente, vertemos en la sartén el contenido del bol, lo aplanamos y distribuimos un poco y vamos colocando las rodajas de tomate, que habremos secado con papel de cocina, por encima. Añadimos sobre el tomate algo de orégano y pimienta negra molida.
Bajamos el fuego y cuando consideremos que está lista para ello, normalmente el olfato es una buena ayuda, le damos la vuelta a nuestra tortilla ayudándonos con un plato grande o una tapa plana.
Dejamos que se haga a fuego medio-alto por el lado del tomate y cuando esté lista la sacamos dándole la vuelta pues queremos servirla por el lado de las rodajas de tomate. Queda muy curiosa a la vista y muy sabrosa al paladar.