En mi tierra, Cádiz, lo típico son las tortillitas de camarones. Con el camarón fresco, y sin cocer. Aquí en Camas, y en Sevilla en general, esto está complicado. Hace unos días dando un paseo, por Coria del Río, por donde el Guadalquivir pasa ancho y potente y la salinidad es alta, muy alta para estar a 80 km de la costa, compré unas quisquillas por la calle, de los barcos camaroneros que aún practican la pescar artesanal en esta santa tierra, y decidí hacer unas tortillitas, como si estuviera en mi pueblo, San Fernando.
Tener cerca Coria, es como una válvula de descarga, porque cada vez que tengo la neurona en mal estado, cojo el coche, me voy allí y me doy un largo paseo por el río, y siempre, siempre, regreso mejor a casa.
2 cucharadas colmadas de harina de garbanzo. (También pueden ser 3:1)
2 cucharadas colmadas de harina de fuerza
1 cucharada rasa de sal
Pimienta recién molida y un poco de azafrán, o colorante
175 ml de agua fría, aproximadamente
1 cebolleta larga, picada pequeñita
Perejil picadito a discreción
125 g de quisquillas, frescas a ser posible
Mezclamos las harinas con la sal y añadimos el agua. Nos ha de quedar una masa muy ligera, como una bechamel muy clara. Lo meteremos en el frigorífico una media hora.
Sacaremos pasado este tiempo y añadiremos la pimienta, el azafrán, las quisquillas la cebolleta y el perejil. Mezclaremos y veremos que la masa habrá engordado un poco, al reposar. Añadimos un poquito de agua, a cucharadas para no pasarnos y el bol lo colocaremos en otro mayor lleno de agua con hielo, para mantener un contraste potente de temperatura con el aceite. Esto hará que queden más crujientes.
En una sartén de superficie amplia y con aceite de oliva virgen abundante y calentito, pero a fuego medio/fuerte, vamos a ir añadiendo cucharones de servir platos, llenos de nuestra masa. Han de quedar libres las unas de las otras y hemos de estar pendientes de que no se nos pasen. Volteamos a los 2 ó 3 minutos y hacemos por el otro lado. Sacamos y escurrimos en papel absorbente. Ojo, escurrir bien, aceitosas son infumables y comer calentitas. Han de quedar, crujientes y doradas. Ni blandorras, ni quemadas.
Así que una vez más la magia aparece por mi casa. Besos a todas, a todos, besos a, en fin, muchos besos siempre. A disfrutar