Pocas cosas gustan más cuando sales de viaje, que el destino que te recibe tenga unos habitantes agradecidos, que se alegren de que visitemos su país. Da gusto viajar a territorios donde sus gentes son tan hospitalarias y tan amables, contentas que tras la guerra y devastación de su país, los extranjeros lo visitemos.
Pero si además nos encontramos que este país es extremadamente barato, tiene unos paisajes exuberantes, una gastronomía magnífica y unos rincones urbanos en los que se mezclan la cultura oriental con la occidental, ya tenemos la excusa perfecta para coger un vuelo con destino a Sarajevo, capital de Bosnia y Herzegovina, nuestro destino del primer reto de #ReposterasPorEuropa de 2018, organizado por Isabel del blog Gotas de Azúcar y Vainilla.
Sarajevo es una ciudad moderna, resurgida de sus cenizas, donde la guerra ya es historia sólo patente en las heridas de bala de sus edificios. Un buen comienzo podría ser pasear por su casco antiguo también llamado Baščaršija, lleno de tiendas y cafés y visitar la plaza del mismo nombre y en el centro de la misma la Fuente Sebilj, fuente de madera y piedra.
También en el casco antiguo podemos visitar el lugar de culto de los musulmanes: La Mezquita Gazi Husrev Bey, joya del arte otomano, la más grande de la capital bosnia y la más grande del país y la Catedral del Sagrado Corazón, templo católico más importante de Bosnia y Herzegovina que ha sido restaurado tras los desperfectos que sufrió en la guerra. La Catedral de la Natividad de la Madre de Dios es la iglesia ortodoxa más grande de Bosnia, de estilo barroco y con decoraciones únicas y por último y dedicada a la religión judía la Sinagoga Ashkenazi.
El Puente Latino, puente otomano sobre el río Miljacka, donde asesinaron al archiduque Francisco Fernando de Austria lo que desencadenó la Primera Guerra Mundial es otro de los lugares recomendados y de obligada visita. Tampoco hay que dejar de ver el Túnel de Sarajevo o Túnel Spasa, del período entre 1992 y 1995 y que construyó el ejército bosnio con el fin de unir la ciudad, que fue cortada en su totalidad por las fuerzas serbias, con el territorio bosnio en el otro lado del aeropuerto de Sarajevo, uniendo los barrios de Sarajevo Dobrinja y Butmi, permitiendo el tráfico de alimentos y de ayuda humanitaria.
A unas dos horas en coche podemos visitar la localidad de Mostar, y admirar una panorámica de la ciudad desde el minarete de la Mezquita Koskin Mehmed Pasha, situada a orillas del río Neretva. Entre los rincones famosos, símbolos de la guerra de Bosnia, se encuentra el Puente de Mostar, bombardeado y destrozado completamente en 1993 y que ha sido reconstruido respetando su diseño original. Asimismo, la Plaza de España, fue construida en agradecimiento a la ayuda que prestó España tras la guerra. También podemos pasear por el barrio musulmán y visitar el pintoresco Bazar de Kujundziluk, plagado de tiendas de artesanía que discurre a lo largo de una de las orillas del río.
Muy cerca de Mostar se encuentra un lugar idílico, ubicado en la cueva donde nace el río Buna, un conjunto arquitectónico que se integra a la perfección en el paisaje: Vrelo Bune. Se puede acceder al interior de la cueva en barca.
No me olvido de la gastronomía de este país que al igual que la arquitectura y la cultura, aúna las influencias de Oriente y Occidente. Todo almuerzo comienza con una sopa que se suele acompañar con guarnición de cualquier tipo como por ejemplo la "begova corba", sopa a base de pollo y verdura. También se toman las ensaladas como la "sopska salata", que lleva cebolla, pepino, tomate, pimiento y queso. No puedes irte de Bosnia sin probar uno de sus platos típicos, el "cevappi", a base de carne picada, cebolla y pan o el "keple" o pasta rellena con salsa de nata (crema de leche). Otros platos típicos son el "pilaf" o arroz con hortalizas y carne y el "gulash" o carne guisada de res con cebollas y pimientos.
Dulces como la "baklava", postre preparado con pasta filo y un relleno de nueces bañado en almíbar y miel o la "ružica", caracolas de pasta filo rellenas de pasas harán las delicias de cualquier viajero goloso. Pero también cuentan con postres preparados con masas fritas como las "tulumba" parecidos a nuestros churros o los "krofna" o berlinas rellenas, parecidas a los donuts.
El postre que os traigo tiene su origen en Persia aunque se extendió a la región balcánica durante la expansión otomana. Se conoce como "Tufahije" o "Postre Nacional de Bosnia", aunque también es tradicional tomarlo en Serbia y Macedonia.
TUFAHIJE O POSTRE DE MANZANAS BOSNIO
INGREDIENTES
Para la preparación de las manzanas
100 gr. de azúcar
1 litro de agua
4 manzanas
Canela en rama
Canela molida
Anís estrellado
1 vaina de vainilla
Para el relleno y decoración de las manzanas
200 gr. de yogur griego
1 cucharadita de canela
1 cucharada de azúcar
Nueces (se pueden sustituir por almendras o avellanas)
150 ml. de nata (crema de leche) líquida para montar 35% M.G.
2 cucharadas de azúcar
Canela en polvo
Anís estrellado
ELABORACIÓN
En una cacerola en la que quepan las cuatro manzanas, ponemos el agua, los dos tipos de canela, el anís estrellado, la vainilla y el azúcar y llevamos a ebullición.
Pelamos las manzanas, las descorazonamos y las introducimos en el agua hirviendo de 5 a 10 minutos para que se cuezan ligeramente pero no lleguen a estar blandas del todo.
Las dejamos enfriar en un plato y mientras preparamos el relleno. Para ello troceamos las nueces o los frutos secos que prefiramos. Mezclamos el yogur griego con el azúcar y con una cucharadita de canela y añadimos esta crema a las nueces, mezclando bien.
Cuando las manzanas estén frías, las rellenamos con la crema de yogur y nueces y las refrigeramos hasta el momento de servirlas. Justo antes de tomarlas las decoramos con nata montada (crema de leche), unos trocitos de nueces y espolvoreamos un poco de canela por encima.
También se pueden decorar con un poco de fruta o cómo se os ocurra. Yo les he puesto unas estrellas de anís.
¿Qué os ha parecido? Sencillo ¿verdad? además de relativamente saludable por no estar demasiado dulce. Se toma especialmente durante Eid Al-Fitr, fiesta que marca el final del Ramadán y se puede acompañar de una taza de café al estilo turco o "bsoanska khava" o de té negro aromatizado con rosas, limón o manzana, también llamado "turski čaj".
No sé si es que mis manzanas eran pequeñas o no hice un agujero demasiado grande, el caso es que me parecía poco el relleno, así que lo que hice fue poner un poco del relleno de yogur con nueces, que todo sea dicho de paso, está riquísimo, en el fondo de cada una de las copas y aparte también rellené el interior de las manzanas.
El relleno es una delicia: fresquito, con el toque crujiente que le dan las nueces y aromático que le proporciona la canela. Además las manzanas, que por cierto, a mi me encantan, también tienen un gusto especiado muy sabroso.
Además y como ya sabéis que me encanta la presentación de los postres de manera individual, en esta ocasión en vez de preparar una bandeja con todas las manzanas, he preferido poner cada una en una copa y así que sea más sencilla su distribución en la mesa.
Espero que os haya gustado este sencillo postre y que os animéis a prepararlo porque sé de antemano que va a ser un éxito rotundo entre vuestros comensales.