Es el segundo año que se celebra en julio, en años anteriores se celebraba en septiembre.
Asistir a esta cita para mí, como amante de la gastronomía, significaba poder ver a gente experta en plena acción, conocer un poco más sobre este plato y poder probar por primera vez la famosa anguila en all i pebre.
Una vez presenciado el concurso puedo decir que si el objetivo era dar a conocer y promocionar l’all i pebre no lo consiguieron en absoluto, pero de esto hablaré más adelante.
Como veis en la foto, en la plaça la Sequiota se reunieron todos los restaurantes que participaban.
Cada uno de ellos divididos como en pequeñas cabañas con sus respectivas cazuelas de hierro tradicionales.
A las 19.00 se repartía la materia prima con la que elaborarían l’all i pebre.
Todos los ingredientes se dividían en partes iguales en esta mesa central, incluso el aceite y el agua.
A medida que disponían de los ingredientes, utensilios y demás comenzaron con la mise en place.
Puede que fuera de las pocas personas allí presentes que le diesen importancia a la organización de la mise en place, un buen ejemplo el de la foto, del restaurante L’Aldana .
Quizás porque durante mi época de estudiante de cocina, tanto los profesores en clase como mi tutor de prácticas en restaurante, me inculcaron que una mise en place bien organizada y limpia era importantísima, tanto o igual que la propia elaboración.
Hasta los más peques colaboraron en la elaboración de l’all i pebre.
El olor a hoguera se expandió por toda la calle, y mientras l’all i pebre estaba en plena cocción se vivieron momentos muy graciosos.
Sobre las 20.30 algunos restaurantes ya daban por finalizado su all i pebre.
Era momento de probar y dar por terminado el tiempo de elaboración.
Como veis en la foto, cada cazuela fue numerada para que el jurado en la cata no supiese a qué restaurante pertenecía.
Mientras el jurado deliberaba, fuera estaba todo preparado para la entrega de premios.
Todos los restaurantes tenían como premio por su participación una cazuela en miniatura, hecha por Garcima.
Tras los premios por participación, llegaron los diplomas de los ganadores.
El tercer premio para el restaurante La Perleta, el segundo premio para Ca Jaume y el primer premio para el restaurante Cañas y Barro, todos ellos situados en El Palmar.
Antes de terminar me gustaría dejar constancia de mi desilusión y decepción sobre esta fiesta popular.
Al finalizar el concurso y una vez entregados los diplomas, la plaça la Sequiota se llenó de mesas alargadas, reservadas mediante etiquetas identificativas para cada uno de los restaurantes que participaban.
No hubo barra libre d’all i pebre para la gente “forastera” como yo, al contrario de lo que hicieron con el vino y la cerveza.
Fue en ese momento cuando se convirtió en una fiesta del pueblo y para el pueblo. Porque tan sólo ellos y sus amigos pudieron degustar este plato tan tradicional.
Si lo que pretendía la Asociación hostelera del Palmar era dar a conocer este plato, promocionarlo a un mayor nivel quizás no sea este el camino correcto.
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