Lo hizo después de ver las heridas de mis pies y aquello era ya, con ocho años, mi vida
El ballet. Una actividad extra escolar como otra cualquiera, eso pensaba mi madre
He pasado mi niñez, mi adolescencia, entre maillots, calentadores, tutús, puntas, barras de ejercicio y disciplina
De ese momento, en que aquello se convirtió en un juego y pasó a ser pura disciplina, apenas soy consciente. Fue un paso natural. Cuando muchas niñas lo dejaban, unas pocas seguíamos allí
Clases todos los días, ejercicios y más ejercicios. Agotador y competitivo
Algunas veces quise rendirme pero ya tenía el ballet corriéndome por las venas y una férrea constancia, con la que, hasta mi madre, se asustaba
Decir que el ballet es mi pasión, es decir poco. No recuerdo haber querido hacer otra cosa en toda mi vida. Para mi es algo natural. Solo tuve que seguir haciendo lo que había hecho desde los tres años
Cuando mi madre me preguntó si quería seguir con el ballet, lo hizo con una cara de angustia que yo no entendía. A mi no me preocupan ni las heridas, ni las lesiones
Yo era una niña normal que bailaba como cualquier otra niña que jugaba al baloncesto, al fútbol o tocaba la flauta
La diferencia llegó con los certámenes, con las escuelas profesionales y con unas perspectivas de futuro buenas
Porque yo era buena. Y esa era la única manera de ser bailarina. O eres buena o retírate
Ahora recuerdo a mi madre haciéndome aquella pregunta
Estoy al lado de uno de los pocos grandes del ballet, bella y etérea como un cisne blanco
Para llegar a este momento he tenido que sacrificarme, he caminado al borde de la lesión una y mil veces, he evitado escaleras y envidias
Esguinces, bursitis, ciáticas, dolores, me han acompañado todos estos años y aún lo hacen
Pero estoy aquí. Rodeada de gente que la luz de los focos me impiden ver. Mi madre está sentada en una de las primeras filas, como siempre sufriendo por mi pero orgullosa y feliz
Estoy donde quise estar
Y cuando empiece la música y se haga el silencio, cuando uno de los mejores bailarines del mundo me eleve con sus brazos, entonces, todo habrá valido la pena
Me preparo. Siento la música entrar dentro de mi. Me pongo de puntillas
No soy una bailarina
Soy un cisne
INGREDIENTES
800 g de riñones de cordero
2 cebollas
2 dientes de ajo
200 ml de vino de Jerez
200 ml de caldo de carne o 200 ml de agua + 1 pastilla de caldo de carne
1 hoja de laurel
Tomillo
2 cucharaditas de almendra molida
Aceite
Sal
ELABORACIÓN
Pedir los riñones limpios y cortados por la mitad
En bol poner los riñones cubiertos de agua con sal y vinagre
Dejarlos en remojo 30
Pasado el tiempo, lavarlos con abundante agua y escurrir
Picar la cebolla pequeña
Picar los ajos pequeños
En la cubeta poner aceite
Menú Cocina
Cuando el aceite esté caliente, pochar la cebolla
Añadir el ajo
Remover
Añadir el laurel, tomillo y los riñones
Remover
Rehogar 1
Salar
Verter el vino y dejar que reduzca 3
Añadir el caldo y la almendra molida
Remover
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Tapar. Menú Cocina 15
Receta adaptada de Recetas de Rechupete