No era fácil hacía veinte años y no lo era ahora
Un pueblo con pocos habitantes, casi todos católicos practicantes, vamos, de ir a misa todos los domingos
Se dio cuenta en la primera semana que llegó al pueblo
el entusiasmo, las ganas de agradar, de conocer a sus feligreses, le llevó a ir casa por casa para presentarse
Al mes, el médico le detectó problemas estomacales
¡Pero es que estaba todo tan bueno! ¡Qué dulces, qué guisos! ¡Cómo se comía en ese pueblo!
Él, que venía de una congregación bastante pobre en la que comer bien no era ni siquiera la última prioridad
Cualquiera le decía a sus vecinos que no, que hoy ya había comido, que algo no le gustaba, que venía de otra casa donde ya le habían dado de comer
¡Madre del amor hermoso!
En esa semana tuvo que poner en práctica todo su buen hacer: paciencia infinita, calma total, conciliación entre las partes implicadas...
En la segunda semana pensó que ya conocía a todo el mundo, que ya podría apaciguar sus dolores de estómago, controlar su peso, que ya empezaba a ser preocupante
¡Ay, cómo se equivocaba!
Comenzaron a llegarle paquetitos con auténticas delicias. ¡Si hubieran sido solo dulces!
Mandaban a los niños del pueblo para hacérselos llegar. Cuando eran guisos, sopas, pollos enteros, cajas de hortalizas o fruta, siempre había algún jóven dispuesto a hacer de correo
Al mes, además de colores estomacales, tenía un auténtico dilema que no le dejaba dormir por las noches
No quería ofender a nadie, pero aquello no podía seguir así. Y estaba claro que nadie atendía a razones
En ese pueblo, había ricos y pobres
Empezó por enterarse quiénes eran los que no le enviaban nada y el motivo.
Alguno había que no tenía a dios entre sus favoritos
Lo siguiente, fue ir a visitarles, ya que se dio cuenta que precisamente esas familias eran las que no iban a misa, las que vivían más alejadas del pueblo y a las que por eso mismo nunca había visitado
Ninguna de esas familias tenía menos de cuatro hijos, ninguna le pudo ofrecer nada y era obvio porqué
Luego pasó a la acción
Durante el día reunía todo le que le llegaba a la parroquia y al día siguiente, a primera hora del día, empezaba el reparto entre esas familias
Con el tiempo se dio cuenta que no era oro todo lo que relucía en ese pueblo, que había muchas familias necesitadas
A su llegada, se dejó deslumbrar por los que le invitaban a tomar café en cubertería de plata con servilletas bordadas finamente
Para eso no se había hecho cura, no señor
La comida no dejaba de llegar a la iglesia
Usó toda su discreción para atender a aquellas familias
¿Por qué? Porque había estudiado la naturaleza humana
Si esas familias nunca habían recibido ayuda de sus vecinos ¿acaso iban a aceptar ahora que se les diera lo que daban para congraciarse con el cura, congraciarse con dios?
¿Lo que daban para rivalizar con su vecino, sin importarles la penuria de los demás?
Él creía en la bondad de las personas, pero también conocía sus miserias
Sus dolores estomacales fueron desapareciendo
Aunque, a veces, también tenía alguna que otra tentación
Con los dulces, sobre todo, con los dulces
Podéis utilizar arroz normal pero el arborio es uno de los más adecuados para estos arroces
INGREDIENTES
200 g de arroz arborio
Media cebolla blanca
500 ml de caldo de pollo (o bien 500 ml de agua + 1 pastilla de caldo de pollo)
200 ml de vino blanco
100 g de queso gorgonzola
100 ml de nata (crema de leche) líquida
Aceite
Albahaca
ELABORACIÓN
Picar la cebolla muy pequeña
Poner a calentar el caldo
En un cazo poner el queso y la nata (crema de leche) líquida, calentar hasta que el queso se derrita
Poner muy poco aceite en la cubeta
Menú Cocina
Sofreír la cebolla hasta que esté blanda
Añadir el arroz y rehogar 1 minuto removiendo
Añadir el vino
Dejar evaporar el alcohol sin dejar de remover
Añadir un cucharón de caldo
Cuando se absorba el caldo, añadir otro cucharón y así hasta que el arroz esté cocido
Mientras tanto no dejar de remover
Este proceso tardará entre 15-18 minutos, podéis poner el reloj del horno para guiaros
Cuando al arroz le falte muy poco, añadir la mezcla de nata (crema de leche) y queso
Remover
Rehogar 1 minuto sin dejar de mover
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Sacar la cubeta de la olla y dejar reposar 5 minutos
Adornar con albahaca fresca o seca
Receta adaptada de la revista Love Cocina nº 49 pág.90