Se habían conocido en la universidad, a comienzo de curso. Los dos estaban igual de perdidos e igual de asustados
Desde entonces, cada jueves se encontraban en el bar del campus. Se había convertido en una costumbre
A ella se la veía tan inocente
Él solo quería una amiga, no pretendía llegar a aquella situación. Estaba acostumbrado a largas conversaciones con sus hermanas y había encontrado en aquella chica la cómplice perfecta para la nueva etapa que había empezado con tanto entusiasmo
Los dos estaban lejos de sus casas, de sus familias que hasta ahora les habían protegido
Él quería vivir todas y cada una de las experiencias que se le presentaran. Compartir piso, fiestas, clases, nuevos amigos
La universidad era la oportunidad perfecta para salir de su pueblo. Intentaría volver solo para ver a la familia. La ciudad era demasiado tentadora
Ella solo quería estudiar. No defraudar a sus padres era su objetivo. No podía perder el tiempo en nada que no fueran sus estudios
Sus padres hacían grandes esfuerzos para que ella pudiera estudiar y que lo tuviera que hacer lejos, era un gasto añadido. Tenía que terminar la universidad sin repetir y con las mejores notas
La única distracción que tenía y que podía permitirse, eran aquellas horas en aquel bar
En su pueblo había tenido pocas oportunidades para hacer amigos. Entre el instituto, el trabajo a media jornada en la única zapatería del pueblo y los fines de semana ayudando a sus padres en el campo, poco tiempo le tiempo le quedaba para diversiones
La promesa a sus padres era como una espada encima de su cabeza
Había llegado a un lugar colorido, lleno de ruido, de movimiento y ella no debía mezclarse en él
Así que los jueves, en aquel bar, era como dejar entrar por una rendija un poco de aquel mundo que no se podía permitir
Escuchaba a aquel chico, contando todo lo que había hecho durante la semana y era como si ella misma lo viviera, sin el peligro de no cumplir con sus obligaciones
¡Lo miraba tan embelesada!
Se bebía sus palabras, le brillaban los ojos de puro entusiasmo
Cualquiera hubiera pensado que estaba enamorada
Pero estaban todos equivocados
El único que acabó enamorándose fue él. Aquel chico que solo quería disfrutar de la vida
Ella acabó su carrera, superando todas las expectativas puestas en ella. Sus notas le abrieron las mejores puertas. En un año, devolvió con creces todo lo que sus padres habían invertido
Había renunciado a todo lo que le ofrecían en sus años de universidad, pero ahora la vida se le ponía en bandera
Aún recuerda el entusiasmo de aquel chico y las tardes de jueves en el bar
No entendió porqué se le declaró aquel jueves
Las cosas ya no volvieron a ser igual desde ese día
Le costó hacerle entender que para ella solo era un amigo, una vía de escape para poder seguir el ritmo que se había impuesto
Lo siguió viendo, pero las horas en aquel bar se le hacían eternas
Él solo le explicaba sus malas notas, las peleas con sus padres y sus hermanas por el tiempo y dinero perdidos
Su entusiasmo se disipó, no dejaba de mirarla embobado. Cualquiera que lo viera pensaría que estaba enamorado
Ella ya apenas le escuchaba
PD Relato inspirado por Susanna Granollers
INGREDIENTES
250 g de fetuccinis
1 cebolla
1 pimiento rojo
1 calabacín
1 berenjena
1 diente de ajo
Media cucharadita de orégano
Media cucharadita de tomillo
Media cucharadita de pimentón
Media cucharadita de comino
Media cucharadita de pimienta
Media cucharadita de azúcar
200 ml de caldo de verduras (o en su defecto Medio litro de agua + pastilla de caldo de verduras)
2 kg de tomates maduros
100 ml de vino blanco
2 cucharadas de aceite para la salsa de tomate
Aceite para rehogar la verdura
Sal
ELABORACIÓN
Aprovechamos este tipo de recetas para hacer una buena salsa de tomate casero
Para la salsa de tomate casero
En la cubeta ponemos los tomates cortados en trozos grandes
Añadir el orégano, el tomillo, el pimentón, el comino, la pimienta y el azúcar
Añadir las dos cucharadas de aceite
Remover
Menú Cocina 25
Pasado el tiempo, pasamos el resultado por un pasa puré o bien trituramos
Volvemos a poner la salsa en la olla
En abierto, tapado con una tapa de cristal, dejamos reducir removiendo de vez en cuando hasta que esté a nuestro gusto
Rectificar de sal si fuera necesario
Verter la salsa en un envase, mejor de cristal
Reservar
Para la pasta con verduras
Cortar la cebolla, el ajo y el calabacín en cuadraditos pequeños
Cortar el pimiento en bastones
Despuntar la berenjena y cortar en cubos
Colocar en un colador
Cubrir con mucha sal y dejar que sude unos 15
Pasados los 15, lavar con mucha agua y secar
En la cubeta poner un poco de aceite
Menú Cocina
Pochar la cebolla
Salar
Añadir el ajo y el pimiento
Pochar 5
Añadir la berenjena
Remover
Pochar 2
Añadir el calabacín
Pochar 2
Añadir el vino y dejar que evapore el alcohol, 2-3
Añadir 2 cucharones de la salsa de tomate
Añadir el caldo
Espolvorear pimienta
Remover
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Menú Cocina 8
Mientras se hace la salsa de verduras, cocer la pasta según el fabricante
Escurrir la pasta
Mezclar la pasta con la salsa de verduras
Receta adaptada de la revista Love Cocina nº 57 pág.41