Pero ella nunca supo muy bien qué era eso de ser una princesa. De comportarse como una princesa
Le gustaba saltar como una loca, se rodeaba siempre de niños porque le parecían más divertidos, más atrevidos, nada de vestidos, el pelo siempre enredado, la cara llena de churretes
Tampoco entendía muy bien porque la castigaban continuamente
Siempre era por defender a su hermano más pequeño, por no dejarse avasallar por el más grande de sus amigos, por no callar en clase
Recordando todo aquello tiene que reconocer que sus defensas eran un poco bruscas. Algún que otra patada bien dada, empujón o alguna piedra se le había escapado en esas "batallas"
Pero, con la distancia que dan los años, se daba cuenta que eran sus únicas armas en aquel mundo de niños malcriados que ya de bien pequeños intentaban imponer su autoridad a los más débiles
Y ella estaba sola. El resto de niñas andaban todo el día con sus vestidos impolutos y sus muñecas a rastras, llorando a sus madres en cuanto alguien se atrevía a soplarles
Entendía que su abuela, que era una mujer valiente y fuerte, solo pretendía que no pasara por donde ella había pasado
En un mundo de hombres poderosos y de mujeres que solo vivían para los hombres, era comprensible
Pero ella no podía seguir esos consejos, ni aún ahora
Nunca bajaba la mirada ni la cabeza, argumentaba cualquier opinión que no encajara en sus valores, la mentira la superaba, la injusticia la enrabietaba, nunca fue de morderse la lengua
Acompañaba a cualquiera a la batalla y las suyas las libraba sola
Sabía que no todos podían soportar tanta claridad, pero los que si lo hacían se habían convertido en sus eternos amigos. Pocos pero bien asentados, era lo único que necesitaba
Hasta algunas de esas personas a las que se había enfrentado a lo largo de su vida le habían confesado que admiraban su valentía
¿Valentía? les decía ella, valentía no, ser valiente no tiene nada que ver con ser honesta. Respetarse a una misma, esa era la cuestión
A veces, hubiera preferido seguir los consejos de su abuela y poder ser aquella princesa que debía haber sido
Pero una vez que se secaba las lágrimas y respiraba hondo y decía no, princesa ni siquiera en los cuentos
Y diría una y mil veces no
PD Cuento inspirado y dedicado de Toñi La Toñi
Para todas aquellas personas que están en mi vida y que tienen la misma filosofía de vida que la protagonista de este cuento
INGREDIENTES
800 g de tomates
4 huevos
4 dientes de ajo
2 cebolletas
2 cucharadas de aceite
1 cucharadita de comino
Cilantro en polvo
1 cucharadita de miel
Sal
Pimienta
ELABORACIÓN
Picar las cebolletas finamente
Picar los ajos pequeños
Pelar los tomates, retirar las pepitas y cortas en cubos
Poner el aceite en la cubeta
Menú Cocina
Sofreír las cebolletas
Añadir los ajos
Añadir el comino
Remover
Añadir los tomates
Rehogar unos minutos removiendo
Salpimentar
Añadir la miel
Remover
Cancelar menú anterior
Menú Cocina 15 minutos
Repartir el sofrito en dos cazuelitas
Cascar dos huevos en cada cazuelita
Poner en una cubeta limpia, la rejilla
Colocar una cazuelita encima de la rejilla
Poner la tapa horno hasta cuajar los huevos
Espolvorear con cilantro
Cuajar los huevos de la segunda cazuelita
También se puede hacer en un molde de aluminio redondo
Colocar todo el sofrito en el molde y los huevos encima
Cuajar al gusto con la tapa doradora
Receta adaptada de Hispania Café