El primero había sido el más duro. Ni ella misma podía creer lo que había sido capaz de hacer
Como le decía al psiquiatra, no se arrepentía, nadie se puede arrepentir de lo que ha está hecho. Que no estuviera arrepentida no significaba que aquello había estado mal y aún no sabía cómo había podido hacerle todas aquellas cosas a aquel escritor
La bibliotecaria asesina, la llamaron
Todo el país la odió. Durante meses no se habló de otra cosa. Diseccionaron su vida a cachitos. Todo el mundo que la conocía, o decía conocerla, desfiló por todas las televisiones
Las muestras de dolor e incredulidad se propagaron por todo el país. Había sido asesinado uno de los escritores más queridos, con un éxito consolidado y un futuro aún más prometedor
Sus libros se vendieron mejor que nunca
El primer año, no le dejaron leer absolutamente nada. Además le retuvieron toda la correspondencia
Durante todo un año solo habló con el psiquiatra. Solo salió de su celda una hora al día, para ir al patio, sola
No veía a nadie más que a los funcionarios y al psiquiatra
Luego, poco a poco, la dejaron que se relacionara con algunas presas. Empezó a trabajar en la lavandería, a participar en talleres de formación de todo tipo. Ahora ayudaba en la cocina
Cuando acabó el primer año y la dejaron hacer actividades, se dio cuenta de lo solitaria que había sido su vida. Aprendió a relacionarse, cosa que no había hecho en toda su vida
La timidez no había desaparecido, claro que no. Pero allí no se podía esconder, no podía eludir la compañía permanente de las otras presas
Aprendió a reír sin vergüenza, a llorar acompañada, a no juzgar a nadie por su pasado
Cuando el psiquiatra le comunicó que ya podía usar la biblioteca, no le interesó. No necesitaba ficción, quería vivir y respirar la realidad que la rodeaba
Aún se maravillaba de mirar a los ojos a aquellas mujeres que convivían con ella, a sentir por aquellas personas cosas reales, emociones reales
El mismo día que le dieron permiso para usar la biblioteca, le entregaron cientos de cartas
El psiquiatra la preparó todo lo que pudo para aquel impactó
No se extrañó de las cartas que eran puro odio y que le deseaban lo peor
Lo que la sorprendió realmente, fueron aquellas en las que le decían cuánto la admiraban por lo que había hecho, las de aquellas personas que le decían que querían conocerla
Hombres y mujeres. Le explicaban su vida, le enviaban regalos
Los primeros meses se sintió emocionalmente desbordada
Cuarenta años anhelando que alguien la considerara su amiga, anhelando oír confidencias, sentir que era alguien, un ser humano. Y había tenido que descuartizar a un hombre para saber que lo era
La correspondencia había menguado. Ya solo recibía una treintena de cartas al mes
Ya solo le escribían los incondicionales. Aquellos con los que había consolidado una amistad epistolar a lo largo de aquellos cinco años
Y se había enamorado
En el último año, había aceptado conocer a un hombre que la había conquistado palabra a palabra
Ya se conocían, había tenido con él unos cuantos bis a bis. Ya eran una pareja, en la distancia, pero una pareja. La que nunca había tenido, ni había creído que pudiera tener
Descubrir la amistad, el cariño, ya había sido increíble para ella. Descubrir el amor correspondido, la había convertido en otra persona
Cinco años ya y ha llegado su primer permiso
Cuarenta y ocho horas para volver a ver el mundo
No tiene demasiada curiosidad, solo quiere vivir unas horas con normalidad junto al hombre que quiere
Él le tiene preparada una sorpresa
Será una cena romántica, una salida al cine. Cualquier cosa que ella le haya podido insinuar que le gustaría
A pesar de la timidez y de la cautela, está emocionada. A pesar del horror que cometió, sabe que ahora puede tener una vida normal
¡Se perdió tantos años!
Todo se precipita en un minuto
Están cenando en el piso de él. Todo es perfecto
Él está impaciente. Apenas puede esperar a acabar los postres, cuando corre a por la sorpresa
Mientras le entrega un paquete envuelto no para de hablar
Parece un libro, si, lo es
Empieza a comprender, quiere que calle
Pero él sigue hablando entusiasmado
Por fin lo ha conseguido. Su primera novela. Cree que será un éxito. Necesita que ella sea la primera en leerla, en darle su aprobación
A ella se le nubla la vista. Lo mira fijamente. Se le desdibuja su cara. Los recuerdos se le amontonan y el pasado la golpea en el centro de su pecho
En un segundo, se da cuenta que no puede huir de lo que es, de lo que fue
El destino la pone en su sitio de la peor de las maneras
A las setenta y dos horas, la encuentran sentada en aquel piso
Lleva muchas horas sin moverse
Hay tanta sangre que creen que está herida, pero saben quién es y se temen lo peor
Y lo peor ha ocurrido. Lo peor está en la habitación de al lado
La historia se repite
PD Todos mis relatos son ficción
Tercera y última entrega
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INGREDIENTES
500 g de carne picada. Cerdo y ternera
500 g de espaguetis
1 huevo
1 cucharada de perejil
20 g de queso parmesano rallado
1 bote de tomate triturado de 800 g
Aceite
Orégano
Albahaca
Pimienta
1 puñado de piñones tostados
Pan rallado
1 Cucharadita de sal
ELABORACIÓN
Para elaborar las albóndigas
En un bol poner la carne picada, los piñones tostados, el huevo batido, el perejil, la sal, el parmesano y una pizca de pimienta
Con las manos amalgamar todos los ingredientes
Si queda muy blanda la masa, añadir un poco de pan rallado
Formar las albóndigas con las manos húmedas
Poner aceite en la cubeta
Menú Cocina
Dorar las albóndigas por tandas. Reservar
Mientras cocer la pasta siguiendo las indicaciones del fabricante
Para la salsa
Poner el tomate en la cubeta
Menú Cocina con tapa abierta
5 removiendo
Si salpica, colocar una tapa de cristal
Pasados los 5 de cocción del tomate, añadir las albóndigas
Remover
Menú Cocina 2
Añadir la pasta
Remover
Servir con parmesano espolvoreado
Receta adaptada de la revista Love Cocina nº64 pág.94