Sus casas de piedra con chimenea para el crudo invierno, su placita con sus bancos, su tienda con cualquier cosa que puedas necesitar, su panadero que pasa una vez en semana, sus calles empedradas, con sus niños que vuelven con la llegada del verano, con los turistas justos y necesarios para un pueblo que apenas llegaba a cincuenta habitantes con una media de edad avanzada
El pueblo es pura belleza y paz
Los días transcurrían tranquilos y sosegados, a excepción de la época estival en que se llenaba de la algarabía propia de los niños correteando de un lado a otro y de la terraza de la casa del pueblo que hacía su agosto con aquellos que volvían a veranear a casas de sus padres y abuelos
La iglesia, con su alta y estilizada torre, era la que vigilaba y cuidaba de sus vecinos. Los tenía informados, puntualmente, de las horas y de cada cuarto, de los nacimientos, casi nulos, de las defunciones, cada vez más y servía de recordatorio para que nadie se perdiera ninguna misa
El repiqueteo de su campana era, muchas veces, el único sonido en aquel pueblo, junto con algún que otro ladrido
Y esa campana era la que había traído la discordia a aquel remanso de paz
Desde hacía un año, tenían una nueva vecina. Una mujer muy de ciudad que, buscando tranquilidad, había ido a parar allí. Decían que era escritora, pero nadie estaba muy seguro, tampoco tenían mucho interés. En aquel pueblo se regían por la máxima de "vive y deja vivir"
Cuando el alcalde convocó una reunión extraordinaria en el ayuntamiento, hacía décadas que eso no ocurría, se presentó todo el mundo. La curiosidad les pudo
Lo que se les comunicó en aquella reunión era de locos. Nadie podía entender nada
La supuesta escritora había interpuesto quejas al obispado y al ayuntamiento por el ruido de la campana
Pasado el primer revuelo, les explicaron que la situación era grave, que aquella mujer había conseguido llegar a altas instancias y que sus denuncias no habían caído en saco roto. Se estaban planteando eliminar las campanadas de la noche y los cuartos durante el día
La sorpresa dejó paso a la indignación y las calles se llenaron de corrillos de abuelos hablando de la desfachatez de "esa"
No hubo acuerdo entre ellos, todos supieron lo que tenían que hacer
Aquella mujer no volvió a tomar un café decente en la casa del pueblo. Si pedía un cortado, le ponían un carajillo; si lo pedía con leche fría, se la ponían hirviendo y al contrario también
En la tienda, siempre le daban la peor fruta y la verdura más chuchurría. Nunca tenían pilas, se les acababa el champú en cuanto entraba ella por la puerta, no tenían bombillas como las que pedía ella...
El periódico que le entregaba el panadero cada semana, dejó de llegar. Siempre había una excusa
Se tenía que dar prisa en llegar a la furgoneta del pan. Antes la avisaban amablemente, eso ya no ocurría
Ya no le servían leña para la chimenea, la luz de su casa se iba inesperadamente durante horas. Se la podía ver deambular por las calles, móvil en mano, intentando tener cobertura, ya que en la casa desaparecía la señal misteriosamente
Pasaron varias semanas hasta que ella se dio cuenta de que en aquel pueblo habían decidido echarla y estaban haciendo todo lo posible para ello
La confirmación le llegó cuando la dueña de la casa le comunicó que un sobrino suyo vendría a fin de mes de la ciudad a instalarse y que no le podrían seguir alquilando
La misma campana que la maravilló en sus primeras visitas a aquel lugar para después martirizarla con su tañido durante meses, ahora tocaba "a gloria" mientras se alejaba en su coche de lujo a través de las calles desiertas, porque nadie salió a despedirla
La voz del pueblo había hablado
INGREDIENTES
3 pechugas de pollo
1 pimiento amarillo pequeño
1 pimiento rojo pequeño
1 cebolla grande
200 ml de leche de coco
2 cucharadas de nata (crema de leche) líquida
1 cucharada de curry
1 cucharada de cúrcuma
Sal
Pimienta
Aceite
Albahaca seca seca
ELABORACIÓN
Cortar los pimientos en tiras
Cortar la cebolla en juliana
Cortar las pechugas en cuadrados de un bocado
En la cubeta poner aceite
Menú cocina
Rehogar los pimientos y la cebolla
Retirar y reservar
Añadir un poco de aceite si fuera necesario
Dorar el pollo
Añadir la verdura
Salpimentar
Añadir el curry y la cúrcuma
Añadir la leche de coco
Remover bien
Añadir la nata (crema de leche) líquida
Rectificar de sal si fuera necesario
Espolvorear con albahaca
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Receta adaptada de La cuisine de Mimine