Sin lugar a dudas una de las recetas más visitadas en “Mi cocina” virtual es las albóndigas de ternera en salsa de almendras (pueden ver como las hago AQUI ), ésta salsa tan malagueña y que es todo un éxito en mi cocina real cada vez que las preparo.
Y como la cocina es experimentar, me decidí “jugando” con las almendras a hacer albóndigas con un aire más malagueño si cabe cambiando el vino blanco por vino moscatel, ése vino dulce malagueño, que ya los romanos exportaban hacia la capital del Imperio, ése vino que denominaban el vino de los dioses.
Existen muchos pueblos en la provincia de Málaga que elaboran unos caldos, un “vino del terreno” que lo hacen únicos en el mundo; ése vino color ébano oscuro, dulce como la miel, con “lágrima” densa, yodada que tiñe la copa, con un paladar realmente exquisito.
Aún hoy en día se realizan de manera tradicional, pisando la uva en casas convertidas en pequeños lagares, reposando el tiempo necesario hasta que se consigue éste “manjar” malagueño, esto ocurre en la Axarquia malagueña.
A lo largo del litoral axarquico, junto a sus playas salpicadas de acantilados y pequeñas calas, se suceden las lomas cargadas de viñedos donde se elabora el vino dulce moscatel, tambiés es allí y de la misma uva se produce la que desde el tiempo de los árabes se considera la mejor pasa del mundo.
El vino moscatel, elaborado artesanalmente, el famoso vino moscatel malagueño, procede de uvas sobremaduradas “Moscatel dorada” de Málaga o uvas Moscatel de Alejandría, expuestas al sol, dándole un alto contenido de azúcares natural residual que le aporta su dulzor especial y le confiere ése tono particular, ese color oro brillante, con un paladar rico con sabores de uva fresca moscatel.
En concreto en los pueblos de Moclinejo, Canillas de Aceituno, Sedella, Salares, El Borge y Cómpeta.
Era aquí donde acompañé a mi padre en mi niñez a comprar las garrafas que no sólo surtía nuestra despensa, era el vino de Misa en la Parroquia San Isidro Labrador de Periana, vino que mi padre año tras año en la década de los años 60 suministraba desinteresadamente al párroco de dicha localidad (mi padre fue conductor del autobús, único medio público de comunicación, que tenía Periana con la capital malagueña).
El vino moscatel malagueño es quizás uno de esos ingredientes casi insustituible dentro del recetario de “Mi cocina”.
En ésta ocasión, junto con las almendras incorporé cebolla y ajo a la salsa, en vez de ternera, pensé con vino dulce mejor pollo…nada que sigo experimentando….les indico como, a ver que les parece. Espero que si las prueban, las disfruten tanto como nosotros y sea ésta receta tan exitosa como la básica, la de la salsa de almendras clásica malagueña.
¿Cómo las hice?
En un bol poner carne de pollo picada, dos ajos y un trozo de cebolla muy picaditos, un vaso de leche, dos huevos, sal al gusto, perejil picado y pan; mezclar todo muy bien (aconsejo amasar con las manos) procurando que quede homogénea.
Hacer las albóndigas pasándolas por pan rallado.
Freir en aceite de oliva, que estén doraditas, escurrir en papel de cocina y reservar.
En una sartén con cinco o seis cucharadas soperas de aceite freir un buen puñado de almendras, siempre con piel (cuidado de que no se quemen, porque amargaría la salsa) retirar y reservarlas junto con los ajos.
En el mismo aceite freir una rebanadita de pan.
Reservar tanto el pan como las almendras fritas (pueden ir comiendo algunas mientras tanto…yo lo hago, costumbre que me inculcó mi añorada madre)
Mientras en una cacerolita echar un chorreoncito de aceite de oliva virgen extra (por cierto, he usado de la Axarquia, de Periana como mi madre…aunque el de los pueblos de al lado son igual de buenos, La Vinuela, Mondrón o Riogordo).
En ésta cacerolita pochar a fuego lento una cebolla blanca y dos o tres dientes de ajo a fuego lento, con cuidado de que no se queme, salando previamente.
Una vez pochado añadir un vaso de vino moscatel malagueño y un vaso de caldo de puchero, llevar a ebullición y dejar cocer unos minutos
En la minipimer, poner las almendras, el pan y la salsa que hemos preparado y pasarlo todo, de forma que quede una salsa lo más fina posible
Volver a poner la salsa en la cacerolita, echar las albóndigas, añadir pimienta negra en grano y dos hojitas de laurel.
Llevar a ebullición durante unos quince minutos aproximadamente, a fuego lento, si es necesario añadir más caldo de puchero a fin de que la salsa no espese en demasía.
Acompañar con arroz blanco o patatitas fritas.
¡¡ Buen provecho y buen fin de semana !!