X-NONE X-NONE
Madre, mi carbonero no vino anoche y le estuve esperando hasta las doce.
Carbón, carbón de encina y picón, carbón de encina, picón de olivo, niña bonita, vente conmigo.
Madre mi carbonero vino de Vélez y en el sombrero trajo cuatro claveles.Carbón, carbón de encina y picón, carbón de encina, picón de olivo, niña bonita, vente conmigo.
Hace escasamente unas horas, mi suegra Paquita y yo, sentadas en mi porche, al cálido sol del mediodía, en éste aprimaverado invierno que nos regala el maravilloso clima de Málaga, meciéndonos pausadamente en el balancín, cantábamos al compás ésta canción que yo aprendí, por cierto en las clases de música que obligatoriamente teníamos que dar en Barchillerato en el Instituto Femenino Vicente Espinel, allá por mediado de los años 60 y que ella a sus 81 años, aún recuerda de su más tierna niñez.
Las personas mayores, quizás por motivo de su edad se dan cuenta de que tienen más pasado que futuro, suelen recurrir a evocar la infancia; a mi suele ocurrirme que me gusta, no pensando en el mañana sino dejando volar libres mis recuerdos, viajar al pasado, a mi niñez, intentando quizás así, reencontrarme con mis mayores, con mis raíces y sobre todo con los momentos felices que de niña pude disfrutar, procurando no caer en el papel, como bien me dice mi marido, de ser la ?abuela Cebolleta? de la blogosfera gastronómica.
Me gusta recordar e incluso aprender unas veces leyendo, otras escuchando a mis mayores, saber de ésa época no tan lejana, hechos, historias, incluso palabras que van cayendo en desuso, que se pierden en el camino de la vida, de los días que vamos dejando a nuestras espaldas; también saber de productos que han desaparecido del mercado pero que fueron tremendamente habituales y normales, incluso sin retroraerme demasiado, de mis años infantiles.
Hoy, nuevamente de la mano de mi suegra he vuelto a recordar?.
En otro tiempo, cuando avanzaba el otoño y el invierno comenzaba a insinuarse y el húmedo frio de la noche se calaba hasta los huesos, en las humildes casas combatían el frio encendiendo una ?copa?.
Cierro los ojos y veo nítidamente la calle Santarem en El Palo, las blancas casitas de los pescadores a la izquierda, a la derecha los esbeltos y elegantes eucaliptos en paralelo a las vías del tren, al fondo se dibujaba la silueta del Cementerio; casi en cada puerta, las mujeres, arrecías de frio, vestidas de negro, con sus largas faldas tapadas con el delantal, la toquilla de lana al hombro, el pañuelo cubriendo sus cabellos, agachadas con el ?soplillo? de esparto atizando enérgicamente la candela del brasero.
Cisco, picón y carbón no podía faltar en las casas, aunque mi abuela no gustaba de tener una "copa" en su casa, ni mi madre tampoco la solía hacer, sí que recuerdo a mi abuela usar el anafe, ése hornillo portátil, encalado, que tenía en su casa mi abuela, Maria del Carmen Rosa, para cocinar.
El cisco, carbón menudo elaborado ex profeso para braseros. solía ser de picón, carbón menudo de ramas de encina, jara o pino. Se encendía con una ?roilla?, un ?tizón? mojado en aceite de comer, que prendían con un ?misto?, aquellas diminutas cerillas que había que rascar sobre la lija de la pequeña cajita de cartón.
Tizón que olía a aceite frito, usado seguramente para freir el ?pescaito? del día; aceite también que servía para abrillantar los suelos de barro cocido?
Esas copas, perdidas en nuestros recuerdos, cuyas brasas se removían con la badila, ayudando a esparcir sobre el cisco un poco de sahumerio, ésa mezcla de romero, de lavanda o mejor aún las mondas enteras de las naranjas, ya secas por el cálido sol malagueño?.
Ese delicioso sol que nos acaricia nuestros rostros, sentadas con la mirada perdida en el cielo azul, después de un delicioso almuerzo..?.mientras mi suegra y yo, seguimos cantando: Madre, mi carbonero no vino anoche y le estuve esperando hasta las doce, carbón, carbón de encina y picón?.?.
¿Qué les preparé?....Lo que a mi suegro y a mi suegra les encanta: conejo en salsa de vino blanco malagueño.
¿Cómo lo hice?
Ingredientes para cuatro personas:
Un conejo troceado (me lo suele preparar carnicería Federico, donde suelo comprar, en el Mercado de Atarazanas, el Central malagueño), una cabeza de ajos, dos vasos de vino blanco joven (en ésta ocasión de Mollina, malagueño), dos hojas de laurel, dos vasos de agua, sal, una ramita de tomillo, diez o doce granos de pimienta negra y aceite de oliva virgen extra (en ésta ocasión de La Axarquia malagueña, de Periana).
Los pasos a seguir:
En una cazuela echar un buen chorreón de aceite de oliva, de forma que quede cubierto el fondo.
Una vez caliente el aceite echar los trozos de conejo (incluida la cabeza partida por la mitad, las hojas de laurel, el tomillo, los granos de pimienta negra y los ajos desmenuzados y partidos por la mitad (sin quitarles la piel) y freir la carne, hasta que esté dorada uniformemente, removiéndola de vez en cuando.
Cuando esté doradita, agregar los dos vasos de vino y dejar reducir durante unos minutos, añadir el agua (caliente) a continuación, salando al gusto.
Dejarlo hacer a fuego lento durante media hora, hasta que haya reducido la salsa.
Acompañar con unas patatas fritas en un buen aceite de oliva?..¡¡ Buen provecho !!
Tomillo en Mi cocina....
Y recuerden mi consejo: Si pueden, disfruten de Málaga, de su clima, su sol, su paisaje, su historia, su cultura, su gastronomía?.y del mar, siempre la mar.