Con este nombre conviven varias versiones, creo que la más popular era y es la de berenjenas, que en su forma más completa y contundente se preparaba para la Pascua judía, e incluía pan ácimo, huevos y queso, y se cuajaba en el horno.
En esta interpretación del almodrote, que conocimos en Tortosa de la mano de Núria Bàguena, el elemento vegetal es el calabacín, y además de huevo incorpora tres tipos de queso: feta, manchego y parmesano.
Ingredientes
500 g de calabacines
100 g de queso feta
50 g de queso manchego
50 g de queso parmesano
nuez moscada
sal, pimienta
4 huevos
Preparación
Lavar y trocear los calabacines. Rallarlos o triturarlos con un procesador de alimentos y dejarlos escurrir para que suelten agua durante unas 6 horas.
Precalentar el horno a 180º.
Cortar el queso manchego en láminas finas, y deshacer el queso feta con las manos. Rallar el queso parmesano.
Colocar los calabacines en un bol y añadir el queso manchego y el queso feta y mezclar.
Condimentar con sal, pimienta negra recién molida y nuez moscada. (Ojo con la sal que los quesos van servidos).
Añadir los huevos batidos uno a uno, remover bien hasta que lo haya absorbido la mezcla y después continuar con el siguiente. Dependiendo del tamaño de los huevos igual con tres es suficiente.
Preparar el molde untando el interior con aceite y recubrir después con pan rallado muy fino. Retirar el exceso de pan. Esta operación facilita que no se pegue y de desmolde mejor.
Verter la mezcla en el molde y repartir por encima el queso parmesano rallado. Cocerlo en el horno a 180º durante unos 25 - 30 minutos, vigilando que no se queme el gratinado.
Podemos acompañarlo de una sencilla y fresca ensalada, por ejemplo esta de brotes de berros e higos frescos.