¡¡¡Cuidado que me gusta el arroz!!! Da igual el acompañamiento que le ponga o la preparación que haga: seco, meloso (como este) o caldoso, con carnes o mariscos, setas o quesos, currys o chinos... Todos, absolutamente todos, me gustan a rabiar.
En lugar de hacerlo en paella he decidido cocinarlo en caldero y que quedara meloso. Sólo hay que elegir un buen arroz bomba que absorba el caldo, un caldo sustancioso y unos mariscos sabrosos.
Yo utilizo siempre los caldos de Aneto para hacer mis arroces, pues tienen un sabor increíble. Antiguamente hacía un caldo de pescado con las espinas y las cáscaras de los crustáceos, pero, francamente no merece la pena pues los envasados de calidad hacen ese trabajo por ti.
Para 4 personas:
2 tazas de té de arroz tipo bomba
4 tazas + un poquito más de caldo de pescado Aneto
1 calamar
8-10 mejillones
1/2 Kg de langostinos crudos
125 g de chirlas
2 cucharadas de tomate triturado o frito
aceite de oliva
1 puerro pequeño
1 pimiento verde italiano
unas hebras de azafrán
sal
Se pone en la cazuela un poco de aceite de oliva y se pocha el puerro lavado y finamente picado (los puristas dicen que no se debe añadir cebolla o similar al arroz pues lo ablanda, pero a mi me gusta mucho el sabor que le da) y el pimiento verde también lavado y picado.
Se limpia y lava el calamar, quitándole la pluma y las vísceras. Se corta en aros y tiras y se añade a la cazuela con la cebolla y el pimiento. Se deja unos minutos que se vaya cocinando.
Mientras se van lavando y limpiando los mejillones. (Las chirlas llevan un tiempo desde la pescadería en remojo con agua y con sal)
Se añade el tomate frito y se rehoga todo unos instantes. Se incorpora el arroz, se remueve para que el grano se marque y quede nacarado.
Se agrega el caldo de pescado y las hebras de azafrán majadas con el mortero y se deja que se cueza, a fuego medio-bajo, durante unos 10 minutos. Se añaden las chirlas, los langostinos y los mejillones. Se deja hervir el arroz otros 10 minutos.
Pasados 15 minutos, se apaga el fuego y se deja reposar, tapada la cazuela, en el calor remanente.
Se lleva a la mesa y se sirve de inmediato.