¡Y tuve la suerte de ser seleccionada para hacerlo! A los pocos días tenía en mi casa unas botellas de Alzola Basque Water tan elegantes como las de las fotos para que pudiera conocer su nueva botella de vidrio acorde con la renovación de la empresa y la marca. ¿Parecen de vino verdad? Cuando yo abrí la caja también lo pensé jaja y sobre todo cuando fuimos a abrir la primera botella en casa de mis suegros. Cuando parece que el sacacorchos se ha fugado de tu casa o no te apañas con él, echas de menos los tapones de rosca... Que también tienen esta versión, pero con las prisas nosotros comenzamos por las de tapón y no vimos las de rosca. Aún así la presentación de las dos botellas mola, en cuanto las vimos las ya nos las estábamos repartiendo jaja.
Para que sepáis un poquito más de los orígenes de Alzola Basque Water, se cree que estas aguas templadas fueron descubiertas alrededor de 1776 por unos niños que iban a bañarse en ellas en pleno invierno y, como era de esperar, eso llamó la atención de las autoridades médicas. En 1843 fue considerada agua de utilidad pública y tres años más tarde montaron un balneario que ha durado hasta nuestros días.
Es un agua mineral natural que se obtiene del manantial de Alzola, en Guipúzcoa, a través de una surgencia termal que aflora a 29ºC desde una profundidad de 700 metros, tras un proceso de más de 20 años de gestación subterránea del agua, que ellos consideran una auténtica "singularidad de la naturaleza". Con una pureza absoluta y una composición química especial, se le atribuyen propiedades digestivas, diuréticas y relajantes.
Soy bastante especialita con las aguas embotelladas, sobre todo desde que me vine a vivir a Madrid y puedo beber del grifo tranquilamente jeje. He encontrado pocas aguas que me gusten y la de Alzola Basque Water ha sido una de ellas. Es suave, no me dejó un sabor extraño en la boca y me quitó la sed. Quizá os suene raro, pero yo he encontrado algunas marcas de agua embotellada que no me quitan la sed y encima me dejan la boca reseca o áspera...
Y como el agua no es solo para beber, quise probarla en alguna de las "recetas pendientes". Siendo Halloween, principios de noviembre y otoño ¿qué ingrediente íbamos a elegir? Por supuesto ¡la calabaza! Con el agua de Alzola Basque Water cocimos la calabaza para hacer el puré, ingrediente principal de esta receta que encontré en el libro "Home Sweet Home" de Hummingbird Bakery, aunque incluye algunas adaptaciones, como siempre ;).
La verdad es que no he notado diferencia en el sabor de la calabaza pero, como ya os dije antes, es que el agua del grifo de Madrid está muy rica. Seguro que la diferencia está en las propiedades y que le quitas el cloro, etc. cosa que no va mal, sobre todo para preparar la comida de los más peques :).
Y sobre esta receta he de deciros que tenéis que probarla sí o sí ¡qué delicia de bizcocho! Blandito, esponjoso y con un sabor riquísimo, tanto con la crema como sin ella. Además no se tarda nada en prepararlo. Si nos seguís por Facebook o Instagram ya habréis visto que fuimos incapaces de esperar al desayuno y a las doce de la noche ya le estábamos hincando el diente jaja.
Por cierto, el nombre de "pumpkin bars" o "barras de calabaza" se debe a la presentación de este postre. Como lo hornean en un molde cuadrado, la forma más sencilla de cortarlo es haciendo una cuadrícula y da como resultado una especie de barras o rectángulos de bizcocho.
Ingredientes para el bizcocho
425 gr. de calabaza
1 botella de agua Alzola Basque Water
4 huevos grandes
250 ml. de aceite de girasol
340 gr. de azúcar moreno
340 gr. de harina
2 cucharadas pequeñas de levadura en polvo
1 cucharada pequeña de bicarbonato de sodio
1 cucharada pequeña de canela
1/2 cucharada pequeña de jengibre en polvo
1/2 cucharada pequeña de nuez moscada
1 cucharada pequeña de sal
Ingredientes para la cobertura
250 gr. de mascarpone
40 gr. de mantequilla sin sal
3 cucharadas soperas de azúcar glass
Preparación
Lava bien la calabaza, córtala por la mitad y limpia el interior con la ayuda de una cuchara hasta quitar todas las pipas. Corta la calabaza en trozos más pequeños para que quepa bien en la olla y se cueza más rápido.
Prepara una olla a fuego fuerte con una botella de Alzola Basque Water, un poco de sal y la calabaza. Cuécela unos 20-30 minutos, hasta que la pulpa esté blanda. Una vez cocida, escurre la calabaza y deja que se temple. Quita la piel y chafa la pulpa con un tenedor o una batidora hasta conseguir un puré. Reserva.
Pon a precalentar el horno a 170ºC, calor arriba y abajo. Engrasa con un poco de mantequilla o aceite el molde en el que lo vayas a hornear y reserva.
En un bol prepara los ingredientes sólidos: tamiza la harina, la levadura, el bicarbonato, la sal y las especias y reserva.
Bate el puré de calabaza con el azúcar para que se mezcle. Añade los huevos uno a uno, esperando a que el primero se integre en la masa para añadir el siguiente, y por último el aceite. Sin dejar de batir, añade poco a poco los ingredientes sólidos hasta que estén todos los ingredientes bien mezclados y tengas una masa homogénea y suave.
Vierte la masa en el molde y hornéalo durante 30 - 40 minutos, hasta que lo pinches con un palillo y éste salga limpio. Una vez horneado, déjalo reposar unos 15 minutos sobre una rejilla para que se temple el molde. Pasado este tiempo, quítale el molde y deja que el bizcocho se enfríe por completo.
Para la cobertura solo tienes que batir el mascarpone con el azúcar glass y la mantequilla hasta que te quede una crema suave pero consistente. Yo no hice la crema muy dulce, así que puede que necesites algo más de azúcar.
Una vez el bizcocho esté completamente frío, extiende la crema por encima hasta cubrir toda la superficie. Con la ayuda de la punta de la espátula puedes darle la forma de piquitos si no quieres que quede completamente lisa.
Para servir corta las porciones en forma de barra o rectángulo :)
Puedes mantenerlo hasta una semana bien tapado en la nevera.