Uno de los clásicos a la hora de la merienda en casa de mi abuela M.T. eran las "medias noches", como se llamaban entonces; eran unos panecillos ovalados, blanditos y un poco dulces. Hoy en día Bimbo vende pan para perritos calientes (hot dogs) con ese mismo nombre, pero no tiene nada que ver; aquellos eran oscuros y brillantes por arriba y blancos por dentro. El panecillo en sí era un brioche francés y era común rellenarlo de jamón york y queso.
Aquí en Dinamarca no existe nada parecido, así que un día que estaba nostálgica me puse manos a la obra con estos brioches en flor, aprovechando que había llegado mi robot nuevo para hacerme el amasado más fácil. Recetas hay muchas, y yo tenía varias seleccionadas, ya que hace tiempo que quería hacer brioche, pero por cuestiones de salud, quise empezar probando una sencilla; sin complicaciones, sin grandes cantidades y sin grandes exigencias estéticas. Esta receta de mini brioches cumplía con esos criterios y ya la he hecho varias veces, porque queda buenísima y, como digo, es muy sencilla.
Se pueden formar los bollos en forma de panecillo, pero parte de lo que la hace tan fácil es que pones las bolitas de masa en el molde y crecen juntas y forman unas bonitas y deliciosas flores que luego se pueden separar fácilmente con las manos; además, al ser porciones pequeñas, se mantienen frescos y esponjosos más fácilmente. También se le pueden añadir trocitos de chocolate a la masa si quieres un bollito dulce, pero esta receta es para el panecillo básico.
450 g de harina de trigo
155 ml de leche tibia
100 g de mantequilla fría
75 g de azúcar
20 g de levadura fresca (prensada, de panadero)
2 huevos
Una pizca de sal
Opcional: azúcar glas, un huevo más o leche para pintar los bollitos
La preparación:
1. Mezclamos la leche y el azúcar e inmediatamente después la levadura; importante que la leche esté tibia, pero no caliente, para que no "mate" las propiedades de la levadura. Mezclamos bien hasta que la levadura esté disuelta, añadimos los huevos, batimos y mezclamos.
2. Incorporamos la harina mezclada con la sal. Como dihgo, yo no tengo muchas fuerzas y lo hice todo a máquina; así que aquí mezclé la harina con la leche para que coja cuerpo.
Si estáis cocinando a mano, lo tradicional es formar un volcán en el centro de la harina y verter la leche en el centro para ir mezclando.
3. Añadimos la mantequilla fría; yo la corto en pedazos más pequeños para que sea más fácil integrarla con el resto de los ingredientes. Ahora hay que amasar muy muy bien para que quede una masa homogénea. Para que os hagáis una idea, a máquina me lleva unos 20 minutos a velocidad rápida, pero con las masas hay que tocar y valorar; no es cuestión de matemáticas. Es una masa pegajosa, pero al final quedará una masa manejable, que podremos manejar, sin ser firme. Si se pega mucho a las paredes del cuenco o a las manos, aún le queda. Cuando está lista, tiene un ademán de pegarse a la piel, pero se despega fácilmente y se puede manejar como si fuera blandiblu.
4. La sacamos del cuenco y lo que quede en las paredes lo recogemos con una espátula. Entonces boleamos un poco la masa sobre una superficie limpia y una pizca enharinada (no mucho) y la metemos a un recipiente engrasado donde pueda reposar y levar hasta alcanzar el doble de su volumen. Leva con facilidad, pero como aquí hace frío, y para evitar corrientes y cambios de temperatura, la cubro para que no se seque la superficie y la pongo a levar en el horno al mínimo, 30ºC. Le doy en torno a 90 minutos, pero pasada una hora ya ha crecido mucho.
5. Lo siguiente es darle un buen meneo a la masa, con fuerza, para desgasificar; no queremos que queden burbujas de aire.
6. Ahora vamos a separar la masa en bolitas; mi molde para cupcakes tiene 12 huecos, y serán 3 bolitas por hueco, así que 36 bolitas en total. Digo para cupcakes porque son más pequeños que los de muffins y de magdalenas de toda la vida. Para mí tienen el tamaño ideal para esta receta. Si tienes otros moldes, los puedes usar, pero te saldrán más grandes o más pequeños.
7. Dejamos que las bolitas de masa reposen 10 minutos ya en el molde para que se unan y termine el levado.
8. Pintamos con huevo batido o leche; el huevo batido da más color, pero el día que hice la foto usé leche porque los quería claritos.
9. Horneamos a 180ºC en el horno precalentado durante 15 minutos, aunque, como siempre, hay que estar atentos al final, porque la cocción puede variar según el horno.
10. Cuando los saquemos del horno, los dejaremos reposar 5 minutos en el molde; no más para que no se arrueguen y no menos porque serán demasiado frágiles al principio. Después los pasamos a enfriar a una rejilla para que no suden. ¡Y ya está! Se pueden espolvorear con azúcar glas cuando están fríos, pero no es necesario; tú decides.
¡Buen provecho!
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Bergua*