Hoy se cumple más de una semana desde la última vez que pasé por aquí!! ¡¡Perdonadme!! Pero os prometo que he tenido un muy buen motivo para esta ausencia (algunos ya lo sabréis por Facebook o ). Aunque mi obrador y tienda física siguen cerrados como consecuencia de la crisis sanitaria, no me quedo quieta. Durante estas últimas semanas, le he metido caña a un proyecto repostero que dejé aparcado en el limbo de los proyectos reposteros cuando abrí las puertas de mi pastelería Llebrés: los talleres online.
Hace unos tres años, en vista de que la apertura de mi pastelería se retrasaba, y se retrasaba, y se retrasaba por culpa de miles de trámites, papaleos y permisos de lo más variopinto, empecé a desarrollar el que sería mi primer taller de repostería cien por cien online.
Para que se adaptase a todos los niveles, quise poner en marcha un pequeño curso de tres semanas en el que a través de una de las elaboraciones más básicas de la pastelería, las galletas, pudiéramos aprender otras preparaciones del universo pastelero (diversas cremas, rellenos, mermeladas, coberturas varias, etc.). Se me ocurrió que para tal menester estaría fenomenal que el sabor de cada cookie estuviera inspirado en el de algunos de los postres y tartas más famosos y reconocidos por todos. Prácticamente lo dejé finiquitado, a falta de algunos remates, de la redacción de buena parte de la documentación y la grabación de los vídeos. Sin embargo, allá por el mes de noviembre de 2017 arrancó, por fin, la aventura de mi vida, el proyecto de mi vida: Llebrés repostería, y mi idea de los talleres online quedó relegada al trasfondo de mi ordenador. Poner a rodar el obrador me absorbió por completo. Y, una vez echado a rodar, los encargos y pedidos empezaron a crecer a un ritmo exponencial y me fue imposible sentarme frente al ordenador para poder continuar con lo que dejé pendiente.
Hasta ahora.
He aprovechado el parón obligado pra rescatar de mis carpetas y cuadernos ese taller de galletas tan prometedor, darle forma, completarlo y proponérselo a mis seguidores.
Confieso que me daba un miedo atroz anunciarlo. Me aterraba pensar que no tuviera una buena acogida. Pero nada más lejos de la realidad. Estoy abrumada por la excelente acogida que ha tenido. Alucino con todos vosotros. Gracias infinitas.
Y ahora, para hacer un guiño a ese taller galletero que arrancará el próximo lunes, 18 de mayo (¡¡¡deseadme suerte!!!), os dejo una receta fabulosa de galletas. No podía ser de otra manera, ¿verdad?
En esta ocasión la particularidad es que se elaboran con yemas de huevo cocidas. Os sorprenderá lo buenísimas que quedan, lo crujientes que resultan y lo bien que se conservan (eso sí, siempre dentro de una caja de lata o un recipiente de cristal hermético). Se llaman canestrelli. De origen italiano, son unas pastas especialmente populares en las regiones de Piamonte y Liguria.
Hay distintos tipos de canestrelli. Nosotros hoy haremos los de masa quebrada aromatizada con limón y vainilla. Son populares en época de Pascua y, antiguamente, formaban parte de los dulces de boda típicos de las provincias de la región de Piamonte.
Como os he comntado unas líneas más arriba, la masa queda crujiente y duradera, consecuencia de la utilización del huevo cocido. Además son riquísimas ^_^. Espero ir viendo las vuestras.
Y os animo a formar parte de mi primer taller online. Hasta el domingo a las diez de la mañana estáis a tiempo de inscribiros . Si queréis información, escribdme al mail del taller: llebresreposteria.talleres@gmail.com.
Canestrelli (con limón y vainilla):
Receta adaptada de Giallo Zafferano
INGREDIENTES (para unas 18 unidades, aproximadamente)
2 yemas de huevo cocido
100g de mantequilla, fría
50g de azúcar glas (y un poquito más para espolvorear sobre las galletas frías)
100g de harina de trigo
70g de maicena
Ralladura de 1/3 de limón
1/4 de cucharadita de vainilla en pasta
Pizca de sal
PREPARACIÓN
Mezclamos el azúcar con la ralladura de limón y la vainilla. Añadimos la harina, la maicena y la sal. Mezclamos de nuevo.
Incorporamos la mantequilla, en dados, y mezclamos con las puntas de los dedos hasta obtener una masa de migas.
Desmenuzamos encima las yemas pasándolas a través de un rallador (también podéis utilizar un colador, pero costará un poquito más). Amasamos hasta obtener una masa homogénea. Formamos un bloque, lo cubrimos con papel film y enfriamos la masa un mínimo de 1 hora.
Precalentamos el horno a 170ºC.
Sacamos la masa de la nevera y la estiramos sobre una superficie ligeramente enharinada (es importante que la masa esté bien fría para agregar la menor cantidad posible de harina). La estiramos hasta darle medio centímetro de grosor (originalmente, son más pequeñas que las mías y más gruesas, pero yo las prefiero un poco más delgadas y más anchas). Con un cortador redondo con forma de flor, recortamos nuestras pastas. Con la ayuda de la parte trasera de una boquilla ancha, cortamos el centro, y disponemos nuestras galletas sobre una bandeja de horno cubierta con papel vegetal.
Horneamos 16-18 minutos a 170ºC o hasta que las galletas estén doraditas. Las dejamos enfriar por completo sobre una rejilla. Una vez frías, las espolvoreamos con azúcar glas.