Esta es la receta con la que quería volver al blog, para dedicarsela a ella, pero ahora entenderéis por qué me fue un poco difícil.
Esta es una legumbre a la que yo no le tengo especial cariño, pero si que me gusta comerla de vez en cuando. En Extremadura se suele comer mucho en verano y también se conoce con el nombre de muchachillos con chalequillo, como solía llamarlas mi abuelo Miguel.
Ahora que vivo en Andalucía me es más difícil comerlas, o al menos desde que vivo en Sevilla, pues me he paseado por todos los supermercados del barrio y aún no he conseguido encontrar ni uno que las venda. Por eso, solo cuando voy de visita a mi pueblo (Villanueva de la Serena, Badajoz) es cuando puedo comprarlas y hacerlas. ¿Qué os parecen? ¿Las habéis probado alguna vez? La verdad es que tiene un sabor muy peculiar y no sabría deciros a que se parecen.
INGREDIENTES:
100 g de carillas secas por persona
1 o 2 tomates
2 dientes de ajo
1/4 de cebolla
1 hoja de laurel
1/2 pimiento (opcional)
Una patata
Una zanahoria
Vinagre (opcional)
Aceite de oliva virgen extra.
Pimentón agridulce (o el que nos guste)
MODO DE HACERLO:
Ponemos a remojar las carillas toda una noche, como los garbanzos.
Como a mis hijos no les gusta encontrarse trozos de ajo, cebolla, pimiento o tomate, lo primero que hago es batir estos ingredientes con la batidora y luego sofreírlos en una olla con un poco de aceite de oliva, o bien primero lo sofrío y después lo bato.
En la olla colocamos el sofrito, las carillas, la hoja de laurel, la patata cortada en trozos grandes y la zanahoria, sal y un poco de pimentón agridulce (o el que nos guste). Cubrimos con agua.
Colocamos la olla al fuego y cuando rompa a hervir bajamos a fuego medio y dejamos cocer como una hora hasta que las carillas estén tiernas, apartamos y ¡¡YA ESTÁN LISTAS PARA COMER!! a la hora de comer cada uno en su plato le puede añadir un poco de vinagre.