Que levante la mano quien no tenga en su cocina algún que otro cachivache que no le gusta, que no use o que no le sirva para nada y que no se deshacen de él, aunque sea útil o inútil, que no lo tiran a pesar de que no les guste en absoluto porque se lo han regalado con mucho, mucho cariño.
Yo no puedo levantar mi mano, como tampoco no puedo pedir a mis seres queridos que no me traigan nuevos utensilios, sobre todo éstos últimos años que las manzanas y el verde llenan no sólo Mi Cocina virtual sino también la real.
A ellos les pasa como a mí, ya que tengo que reconocer que a mí también se me van los ojos detrás de cualquier cosa, aunque sea lo más absurdo, que tenga relación con la cocina si es de color verde, por lo que se va llenando, quizás en demasía, la cocina de detalles, de cosas de ése color.
A veces llego a preguntarme si últimamente se han puesto de acuerdo para que todo lo que veo sea de los colores de mi cocina, llego a pensar que existe una gran conspiración, una oferta abrumadora hacia mi persona llenas de utensilios de cocina o para lo cocina de color verde, que me incita a mí también a comprarlos aunque acabe olvidado en algún cajón o en la alacena.
Sí, almaceno casi sin querer y muchos de ésos utensilios duermen el sueño de los inútiles y olvidados en algún rincón, pero les puedo asegurar que no tengo el síndrome de acumulación de trastos absurdos. Sí que me reto a no comprar nuevos utensilios, con más o menos éxito, pero no he sido capaz de librarme completamente de todos aquellos no esenciales que aún guardo en mi cocina….no porque me gusten, sino porque llegaron a ella con el cariño de mis seres queridos.
Entre ellos, hay un cachivache regalo de mi hija cuando era pequeña, un rallador (espero que no lea ésta entrada) feo no, feísimo que saco únicamente cuando tengo que rallar tomates y que procuro tener escondido en lo más profundo y recóndito de uno de los muebles, que en más de una ocasión he pensado tirar dejando atrás los sentimientos.
Menos mal que no lo he hecho y no es por faltas de ganas, porque mira que es que es horriblemente feo, pero me sirve, como en la receta de hoy que necesitaba de su ayuda para sacar toda la pulpa de unos buenos tomates del terreno, no podía hacerla sin un buen rallador. Y me recuerda que fue un detalle de una niña pequeña, con sus ahorros, para su mami.....
Hay que reconocer que no hay nada mejor que el tomate frito natural, hecho en casa, con tomates del terreno, de las Huertas del Valle del Guadalhorce, un paraiso para la gastronomía.
Publiqué otra receta de magro con tomate en el año 2012( en ESTE enlace encontrarán la receta)…..pero la de hoy es con patatas y más verdurita en el refrito, tal y como me pidió mi hija: : mamá, haz magro con tomate frito, pero aquel que tenía patatas. Dicho y hecho.
¿Como lo hice?
Ingredientes:
Un kilo de tomates maduros, 800 grms. de carne magra de cerdo cortada en trozos pequeños (se le puede pedir al carnicero), un pimiento verde (tipo italiano), una cebolla blanca dulce mediana, 4 patatas medianas, medio vaso pequeño de vino blanco, aceite de oliva virgen extra y sal.
Los pasos a seguir:
Con un rallador, rallar los tomates, para ello cortarlos por la mitad, sin quitarles la piel pasarlos por el rallador. Reservar.
Picar la cebolla y el pimiento previamente lavado, en trozos pequeños.
Cubrir el fondo de una cacerola con aceite y sofreir a fuego lento la cebolla junto con el pimiento sin que se llegue a quemar. Cuando la cebolla comience a estar transparente añadir el tomate pasándolo por un colador (evita que caigan las semillas o posibles restos de piel).
Salar al gusto y dejar que se vaya friendo, tapando la cacerola a fin de que no no salpique demasiado el burbujeo que se forma al freir tomate natural.
Remover de vez en cuando para que no se pegue en el fondo. Estará listo cuando al burbujear el aceite salga por encima del tomate. Apartar del fuego y reservar.
Mientras se frie el tomate (o bien como suelo hacer yo, en un fuego aparte, al mismo tiempo como observarán en la foto anterior), en otra sartén echar aceite de forma que se cubra el fondo y una vez caliente añadir los trozos de carne. Ir removiendo continuamente, con cuidado de que no se lleguen a dorar demasiado.
Echar el vino, remover y dejar que evapore el alcohol y que se disuelva junto con el jugo que sueltan los trozos de magro, durante uno o dos minutos.
Agregar entonces el tomate frito, remover y rectificar de sal, dejando cocer unos dos o tres minutos más. Apartar del fuego y reservar.
Pelar las patatas, lavarlas y cortarlas en dados, salarlas y freirlas a continuación en abundante aceite sin que se lleguen a dorar. Escurrirlas bien e incorporarlas en la cacerola junto con el magro y el tomate frito, remover a fin de que se integren todos los ingredientes.
Listo….ya sólo queda disfrutar de éste exquisito plato. ¡¡ Hay para tod@s !!
No olviden un generoso trozo de pan, una cerveza bien fría o una copa de un buen vino.
¡¡ Buen provecho !!