Me encanta muy mucho el vinagre y de todas las cosas hechas con vinagre lo que me vuelve super loca son las cebollitas en vinagre.
En mi tierra es muy típico, sobretodo en verano, comerte unas "cebetes en vinagre" sobretodo si acompañan un bocadillo o las también típicas cocas. A finales de julio celebramos las fiestas de Sant Jaume y cenamos en la plaza bocadillos de carne o embutido a la brasa, y no perdono las cebollitas en vinagre, junto con altramuces y otras verduras en salmuera.
Hasta ahora en mi casa las comprábamos porque recuerdo que hace tiempo hicimos y no salieron demasiado bien, pero ¡¡hasta ahora!! Debido a la sequía que tenemos, nos han salido mini cebollas porque las pobres han pasado más sed que si estuviesen en una travesía por el Sáhara porque las hacemos de secano. El caso es que mi padre dijo "las podríamos hacer en vinagre" y me encantó la idea, así que compré una remolacha y me puse a ello.
Por internet no encontré demasiado, parece ser que es menos común de lo que yo pensaba... deberían ser reconocidas a nivel mundial! El caso es que con lo que pillé leyendo por ahí de los encurtidos y lo que me dijo mi madre y mi parte de inventiva porque no tenía ni idea de cuándo ni cómo poner la remolacha, al final me han salido unas cebollitas que madre mía, con deciros que casi no nos quedan y ya tengo preparadas más cebollas para hacerlas...
Crujientes (sobretodo era lo que quería, porque las blandurrias me ponen triste), ricas, avinagradas... mamma mia!
¿Apetecen? Vamos a ello:
Yo usé unos 700g de cebollitas peladas, pero la cantidad no importa, solo importa que queden cubiertas de líquido.
1 litro de agua
20g de sal
vinagre, agua y sal
Remolacha (es solo para el color, así que podéis prescindir de ella... aunque quedan tan bonitas así...)A ver si me explico bien:
Pelamos las cebollitas, quitando todas las capas que no estén blancas.
Si son bastante pequeñas les hacemos un corte longitudinal en la parte de arriba hasta la mitad, si son más grandes se le hace el mismo corte y después uno en la parte de abajo perpendicular al otro (en las fotos de abajo lo podéis ver).
Ponemos el agua y la sal en un recipiente (podemos probar el agua y tiene que estar saladita, como nos gustaría que estuviesen las cebollas) y añadimos las cebollas. Las tenemos 24 horas.
En un recipiente (donde van a estar definitivamente) ponemos las cebollas y añadimos agua, sal y vinagre: la proporción depende de vuestro gusto. Yo le puse mitad de vinagre y mitad de agua, pero porque era vinagre hecho en casa que es muy fuerte. Lo más fácil es que mezcléis agua, vinagre y sal y vayáis probando mojando el dedo jajaja y pensad en que las cebollitas tendrán el sabor del líquido que quede. Váis probando y váis añadiendo más agua o más vinagre en función de lo fuerte que las queráis y la sal también se la ponéis al gusto. El líquido tiene que cubrir las cebollitas.
Pelamos la remolacha y yo la añadí a tiras finitas (podéis rallarla, con un trocito basta porque colorea un montón) así tal cual cruda, porque la remolacha se puede comer cruda y la verdad es que el resultado fue bueno. La próxima vez seguramente la pondré a rodajitas finas y así también me la como, que se queda muy buena.
Se deja una semana reposando y a comer (nosotros al cuarto día ya nos lanzamos y la verdad es que estaban buenas, aunque cuando llegó a la semana estaban mejor).
Si queréis repetir cuando se acaben, después de tenerlas 24 horas en agua y sal las podéis echar en el mismo líquido, corrigiendo si hace falta de vinagre o sal.
Suuuper ricas!
Besos de vinagre ;)