Este mes nuestro destino está relativamente cerca, desde Madrid unos seiscientos y pico kilómetros dependiendo la ruta que elijamos, así que yo por lo menos, voy a cargar el coche y salgo por la A-2, con dirección a los Pirineos. Os sugiero que os abriguéis un poquito porque esta semana ha empezado a refrescar y al lado de las montañas estoy segura que la temperatura será todavía más baja.
Este mes de octubre nuestro destino es el Principado de Andorra, un país que está considerado como uno de los centros turísticos más importantes de Europa. Acoge a muchísimos visitantes durante todo el año, sobretodo en invierno para practicar deportes de montaña, aunque también gran cantidad de gente viaja a Andorra para realizar compras por los magníficos precios de sus comercios.
Andorra se encuentra enclavada en los Pirineos entre España y Francia. Si queremos llegar a ella en avión deberemos ir a cualquiera de los aeropuertos más cercanos (Barcelona, Girona o Tolousse) y luego continuar nuestro viaje en bus o coche.
Es un país con una oferta importante de actividades lúdicas, deportivas o culturales. Cuenta con un paisaje alpino de montaña, con grandes extensiones de bosques de pinos, parques naturales, escarpadas montañas y valles estrechos en los que se pueden realizar actividades relacionadas con la naturaleza durante todo el año, como rutas de ecoturismo, la práctica de la pesca deportiva, rutas en bicicleta o escalada.
En cuanto a su gastronomía siempre ha estado ligada a su enclave pirenaico, y las recetas como bien comentaba el otro día una compañera bloguera en el grupo #reposterasporeuropa son las típicas de la gastronomía catalana. La cocina andorrana también tiene influencias tanto de la cocina española como de la cocina francesa.
Algunos de sus postres tradicionales son el alioli de codony o alioli de membrillo, los panellets que son unos dulces que tradicionalmente se preparan el día 1 de noviembre, la coca masegada, variante de la coca catalana y que se suele acompañar del vino caliente, las macedonias de frutos secos, las manzanas asadas y también la crema andorrana, que el por el que yo me he decidido.
La crema andorrana es un postre parecido a la crema catalana. Éste es un postre tradicional de Cataluña que se prepara típicamente el día 19 de marzo, día de San José. Se corona con claras de huevo montadas a punto de nieve y que se cuecen agregándolas a cucharadas en leche hirviendo.
Existen tantas variantes como casas donde se prepara. A veces se riega por encima con caramelo, otras veces el merengue (sin cocerlo en leche) se quema con un soplete o con el grill del horno.
Ingredientes
1 litro de leche semidesnatada
8 yemas de huevo
125 gr. de azúcar
30 gr. de Maizena
Corteza de limón
Canela en rama
3 claras de huevo
5 cucharadas de azúcar
Elaboración
Disolvemos la Maizena en un vaso de leche y reservamos.
En un bol batimos las yemas de huevo con el azúcar y añadimos la Maizena disuelta en la leche.
En un cazo ponemos el resto de la leche a fuego medio, con la canela y la corteza de limón para que infusionen. Cuando la leche empiece a hervir la colamos para eliminar cualquier resto de limón o canela y la ponemos de nuevo al fuego.
Añadimos la leche con los huevos a la leche que tenemos en el fuego y revolvemos para que mezclen bien todos los ingredientes. Continuamos revolviendo sin parar mientras va espesando para que no se pegue.
Dejamos que empiece a hervir de nuevo sin dejar de revolver y cuando tiene la textura como de una crema la retiramos del fuego y la vertemos en recipientes individuales. Dejamos enfriar.
Yo en este caso he utilizado unas cazuelitas de barro para darle un toque rústico.
A continuación en la batidora de pie batimos las claras a punto de nieve con el azúcar. Una vez montadas se echan a cucharadas en leche hirviendo para que se cuezan. Las dejamos unos 10 minutos y luego las sacamos con ayuda de una espumadera.
En este caso, he presentado la crema con merengue pero sin cocerlo en la leche. Con ayuda de una manga pastelera, he decorado las cazuelitas y después he tostado un poco el merengue en el horno.
La verdad es que si me descuido me quedo sin postre, y es que no sé por qué de repente empecé a oler a quemado y es que no sé cómo el grill del horno se "descolgó" y cayó sobre una de las cazuelitas y el merengue comenzó a quemarse.
Menos mal, menos mal, porque por los pelos me tengo que volver a Madrid con las maletas vacías...
Son de esas cosas que pasan de manera inexplicable, pero que por arte de magia al final no llega la sangre al río.
Finalmente pudimos disfrutar de estas cazuelitas de crema andorrana que estaban para chuparse los dedos.
Otra viajecito que nos echamos a las espaldas, y yo encantada. Deseando saber cual será nuestro próximo destino.
Fuente: este post proviene de Cook the cake, donde puedes consultar el contenido original.
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