La crema catalana, que como su propio nombre indica es típica de la gastronomía catalana, es uno de esos postres que todos conocemos y que seguro hemos comido, al menos, una vez.
Para mí, uno de mis preferidos y, desde que preparo mi versión casera lo es mucho más.
Se trata de una crema parecida a las natillas o a la crema pastelera cuyas características diferenciadoras son su densidad y la capa crujiente de caramelo que lleva por encima.
Para conseguir esta capa de caramelo crujiente por encima es necesario que os hagáis con un soplete de cocina o con una plancha para quemar el azúcar. Ambos utensilios podéis encontrarlos bastante económicos y podéis utilizarnos para otras elaboraciones.
Una crema catalana sin capa crujiente de azúcar tostado, no es crema catalana.
- 1/2 litro de leche
- 4 yemas de huevo
- 75 gr. de azúcar
- 20 gr. de maicena
- La piel de un limón
- Canela en rama
- Azúcar para caramelizar
Calentar la leche con una rama de canela y la piel del limón. A la hora de pelar el limón, intentad no llevaros mucha parte blanca del limón porque puede amargar la leche. Una vez que la leche comienza a hervir la retiraremos del fuego y dejaremos que se temple unos 10 minutos. La colaremos para retirar los restos de piel de limón y canela.
Por otra parte, mezclaremos las yemas, el azúcar y la maicena. Mezclaremos bien, de forma que la maicena quede bien integrada en las yemas y, a ser posible, sin grumos.
Añadiremos esta mezcla a la leche y lo llevaremos de nuevo al fuego. Removiendo constantemente hasta que la mezcla adquiera una consistencia cremosa.
Retiraremos del fuego y serviremos en cazuelitas de barro, una de sus formas típicas de presentación.
Espolvorearemos azúcar por encima y con la ayuda de un soplete o plancha lo tostaremos para forma así la capa crujiente característica.
* Podéis preparar la crema al baño maría, de esta forma no habrá peligro de que se os queme aunque también se tarda un poco más.
Fuente: Directo al paladar.