Hoy os traigo una tarta que tenía muchas ganas de hacer una Drip Cake, una de esas tartas que chorrean chocolate y que aceptan cualquier dulce como decoración, macarons, sprinkles de todos los colores, Mikados, chuches, chocolates, bombones y demás dulcerías. No quería recargarla mucho y tenía claro que la quería en verde menta. Me encanta ese color y desde que tengo bici en ese tono sueño con el color y todo lo que veo de ese tono me enamora. Este no pasará a ser el post con las mejores fotos del blog pero no podía dejar de mostrárosla. Con esta tarta he tenido una relación amor-odio durante toda la semana.
Cuando una amiga cumple 40 años es la ocasión especial para hacer una locura como juntar a 120 personas en un local para celebrarlo por todo lo alto. Sólo una persona tan maravillosa y tan querida por todos como mi amiga Nuria podía hacer algo así. Tiene algo que la hace muy especial. Así que fue un cumpleaños “de boda” y la tarta no podía ser pequeña, claro. No era la única pero había que asegurarse de que todo el mundo tuviera un pedazo. También llevé la Tarta “Júpiter” con glaseado espejo. Como veis he estado entretenida las dos últimas semanas.
Los 11 bizcochos que horneé para la tarta son de mi sabor favorito, calabaza, siempre triunfa, queda rico y jugoso, no necesita almíbar. Esta vez no le puse nueces. La parte de arriba de la tarta constaba de 11 bizcochos de 2 cm de grosor que alternaban capas de crema en blanco y verde menta. Todo recubierto de un degradado de colores de buttercream de queso crema. Y la de abajo 4 bizcochos de 3 cm con capas de queso alternas cubiertas de la misma buttercream pero en verde menta. Y es que la crema de queso infalible de Philadelphia nunca falla. Cubrir la parte de abajo me pareció más fácil, la de arriba me dio auténticos dolores de cabeza, el por qué no lo sé, quizá la altura. Hasta que llega un momento que dices ya, la dejo así, contra más la retoco más la estropeo. Voy a tener que hacer layer cakes más menudo para no perder la práctica.
Degradado, y por dentro muuuuuuyyyy alta.
Así que hoy no os traigo receta nueva pero sí montaje de una tarta de dos pisos. Aún me queda mucho que perfeccionar pero para ser la primera creo que no está nada mal. Tengo que dar las gracias a mi amiga Elena de Ponona Cakes por sus útiles consejos a la hora de resolver unas cuantas dudas que tenía y guiarme un poco en esta locura. Ella es una auténtica profesional y hace unas tartas maravillosas. Además tuve la oportunidad de visitar su obrador este verano, en Santander. Hizo su sueño realidad, tener su propio negocio de decoración de tartas personalizadas. Y hace auténticas preciosidades. Y gracias también a Vanessa de Mac Cake Art por servirme de inspiración con su preciosa Drip Cake. Toda una artista.
Aquí os podéis hacer una idea de todo el proceso.
Los macarons de la tarta también los hice yo. Con una receta básica de macarons y aplicando esta técnica se obtiene un bonito efecto swirl macaron.
Se trata de rayar la bolsa de la manga pastelera con azul celeste y verde menta alternos con la ayuda de un palito de brocheta de madera antes de introducir la masa de los macarons para escudillarlos y al presionar la masa queda este efecto tan bonito.
No es la primera Layer Cake que monto, pero era complicado para mí pues a parte de la Tarta Búho y de Pitufos no había hecho tartas tan altas. No sé si volveré a repetir una tarta tan alta pues ha sido una semana complicada, de muchos nervios, sobre todo para moverla y transportarla. ¿Veis la cara de felicidad en mi rostro en esta foto? Pues era sobre todo porque la tarta llegó sana y salva.
No me lo puedo creer, ahora entiendo los nervios de los decoradores de tartas de los programas americanos. El mérito pensamos que es el de hacer una tarta bonita pero el verdadero mérito es que llegue ENTERA !!!!!!! No me extraña que se lleven detrás el maletín para desperfectos de última hora. Supongo que cuando tienes un obrador y estas acostumbrado a este tipo de eventos, a hacer tartas de boda altísimas, entra dentro del proceso. Pero os aseguro que mi marido y yo sufrimos, y mucho, para transportarla. Lo mío es amateur así que ha sido complicado. Y para más inri el día de la entrega llovía a cántaros con tormenta eléctrica incluida, en Valencia llueve poco, muy poco, pero cuando lo hace parece que sea el fin del mundo.
Unos sprinkles de colores por ahí …
unos mikados, unos macarons, unos rosetones, …
perlas comestibles, caramelos con mensajes, …
Y esos chorrones de ganaché de chocolate (en proporción 2 de chocolate, 1 de nata (crema de leche)). Para que queden así, como a mitad de camino, es importante que la tarta esté muuuuy fría, incluso mejor si está un poco congelada (yo metí cada piso en el congelador durante 30 minutos). Podría haber dejado que cayeran un poco más al extender por último la capa superior de ganaché pero iba con un poco de miedo la verdad que que se desparramara demasiado. Pero bueno para empezar está bien. La próxima más y mejor.
Como veis tuve que desmontar un poco mi nevera para que cupiera.
Pero valió la pena el esfuerzo.
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