Las fresas son una de las frutas más apreciadas y, sobre todo, una de las más esperadas durante el año. Se puede comer de miles de formas diferentes. Sin embargo, en mi opinión, cuanto más naturales mejor. Por eso, he querido enseñaros esta receta que siempre ha estado en mi familia. Es muy sencilla y simplemente necesitamos fresas y naranjas.
En Andalucía, comunidad de la que soy originaria, son muy famosas las fresas de Huelva. Así que si alguna vez visitáis esta provincia, sabed que no solo encontraréis buen jamón, sino también fresas. No obstante, existen otros puntos de la península donde esta fruta también tiene muy buena fama, pero yo…, tiro para mi tierra, ¡jajaja!
En cuanto a la receta, seguro que muchos ya la conocéis; otros, en cambio, afirmaréis: “pero si se hace en realidad con vinagre”; otros tanto diréis: “se hacen con leche de toda la vida” y así podríamos continuar durante horas. Lo cual significa que existe una gran tradición en los hogares españoles de macerar esta fruta y yo os muestro la mía.
INGREDIENTES:
Fresas.
1 naranja.
Azúcar (este ingrediente es opcional).
1º. Lavamos bien las fresas. Luego las troceamos en pequeños dados. A continuación, exprimimos la naranja y la echamos sobre esos trozos. Después maceramos con cucharadas de azúcar, tres o cuatro soperas bastarán.
2º. No hace falta que el zumo las cubra. Es más, os aconsejo que no sea así, porque la fresa echará también jugo y al final se os pondrán muy blandas, casi como compota y no queremos eso. Las queremos jugosas, pero no que se desmenucen en la boca.
Os recomiendo que las preparáis como mucho una hora antes de comerlas, de esta forma se mezclarán lo suficiente para que tengan ese “caldillo” tan afrutado, pero sin que la fresa se reblandezca. Además, como es tan sencillo, podéis jugar un poco con su presentación y si tenéis invitados parecerá que es una delicatessen.
Para mí es una receta que me trae muchos recuerdos, pues cuando era pequeña mi madre nos solía poner las fresas así y me encantaban. Es más, a día de hoy no sabemos comer las fresas si no son de esta forma. Además, eran continuas las batallitas para conseguir ese “caldito” tan rico que al final siempre quedaba cuando nos comíamos los trozos. Porque sinceramente, la combinación de la acidez de la naranja, con el dulzor del azúcar y ese toque de la fresa es increíble.
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