Esta es una de esas recetas que tenía guardada desde hace casi seis meses. Ha visto como la han ido adelantando otras recetas, no porque fueran más sabrosas, ni más vistosas, ni siquiera más sencillas, en realidad no sé por qué, pero nunca encontraba el momento de publicarla.
En su favor he de decir que es un postre riquísimo (quizás no sea imparcial, ni objetiva, porque para mi, las fresas son una de mis frutas favoritas), que es una receta súper sencilla y rápida de preparar (en este caso he utilizado una masa brisa fresca) y que si la servís en los postres, para terminar una comida o una cena, queda súper vistosa cuando la presentéis en la mesa.
Ya había probado a hacer algún otro postre macerando las fresas en vinagre balsámico. No sé si recordáis el bundt cake de fresas y vinagre balsámico que preparé allá por el mes de abril y que os recomiendo. Me gustó muchísimo la combinación y el sabor que adquiría el bizcocho, así que por eso he repetido y he vuelto a utilizar las fresas maceradas para preparar el postre que hoy os traigo.
Por otro lado el toque de pimienta deja ese picorcillo en la punta de la lengua que se puede resistir y que le da un punto diferente. Tranquilos los que no os guste el picante que estoy hablando sólo de un pequeño toque, no de echar medio bote de pimienta. Hacedme caso y probadlo, aunque no sea imprescindible en la preparación de la receta, sí es recomendable.
Ingredientes
1 lámina de masa brisa redonda
400 gr. de fresas limpias y en trozos
3 cucharadas de azúcar glacé
1 y ½ cucharadas de vinagre balsámico
1 pizca de pimienta negra recién molida (opcional)
1 huevo batido
Hojas de hierbabuena (para decorar)Elaboración
Precalentamos el horno a 200º C.
En un recipiente echamos las fresas cortadas, añadimos el azúcar y las rociamos con el vinagre. Mezclamos bien para que todas las fresas estén cubiertas y dejamos macerar durante al menos 15 minutos. A continuación, añadimos la pimienta negra y dejamos reposar otros 5 minutos.
Forramos una bandeja de horno con papel y extendemos la masa brisa. Colocamos las fresas bien escurridas encima de la masa, no llegando a los extremos, doblamos los bordes hacia dentro y los pincelamos con huevo batido.
Horneamos unos 30 minutos o hasta que la masa esté dorada.
Dejamos enfriar a temperatura ambiente y adornamos con unas hojas de hierbabuena. Le damos un toque de pimienta negra recién molida en el momento de servirla.
Bueno, eso de que la dejéis enfriar es un decir, porque si tenéis niños en casa, yo no la perdería de vista por lo que pueda pasar en los minutos posteriores una vez sacada del horno...
Riquísima, súper jugosa, con un puntito dulzón y picante a la vez. Se que se os está haciendo la boca agua porque... ¡¡a mi también!! Me tomaba un trocito ahora mismo de buena gana.
Sé que ahora no es temporada de fresas, pero haberlas haylas, no en cajas de 2,5 kilos, pero en cajitas de 500 gramos sin problema, que justo son las que vais a necesitar para preparar esta riquísima galette.
Espero que os guste...