Tras aterrizar en Santo Domingo después de muchas horas de vuelo, no estaba en el aeropuerto nuestro guía personal, por lo que mi marido y yo tuvimos que localizarnos un medio de transporte, fueron cuatro horas de viaje de mala carretera hasta nuestro destino: Punta Cana.
Aunque llegamos a nuestro hotel bien entrada la noche y a pesar del cansancio acumulado, aún no había salido el sol cuando nos dirigimos a ver el océano, una sensación de calor y humedad, el olor de los manglares, el cantar de los pájaros tropicales y el croar de las ranas nos acompañaron durante el camino, hasta llegar a la orilla del mar.
El sol ascendía y teñía las nubes oscuras de un color entre dorado y naranja, mientras nos adentrábamos pisando la fina arena en las cálidas aguas dominicanas.
Pudimos contemplar el maravilloso espectáculo natural que teníamos ante nuestros ojos, arena blanca como la sal, cangrejos que salían a nuestro paso de sus escondrijos, aguas cristalinas de color azulado que cambiaban a tonos más verdes, turquesas, con sus olas espumosas rompiendo en el horizonte donde comenzaba las barreras de coral, pelícanos que se zambullían estrepitosamente pescando en la distancia, mientras el rey sol ascendía orgulloso regalándonos su mejor sonrisa, su luminosidad y su luz.
A nuestras espaldas el escenario era igualmente de una belleza indescriptible, una gran vegetación rodeando la arena, palmeras y cocoteros que se alzaban majestuosamente y manglares escondiendo en lo posible la mano del hombre (el hotel) y dando cobijo a una fauna exótica, que ponían la tona musical al romper de las olas.
Fue un momento mágico, un placer para los ojos poder contemplar un paraíso.
En ésa playa de la República Dominicana, cuna del merengue, escuché las canciónes de Elvys Crespo, su primer disco en solitario: Suavemente...la canción tu sonrisa, me gusta, se la canto a mi marido,.....y ayer viendo la sonrisa de Marta, volví a canturrearla; pensé que seguro que mi hijo se la canta.
Marta es su novia, es realmente encantadora, dulce, culta y educada, jovial, con una elegancia innata, una estupenda profesional (es periodista) y con muchos valores humanos, pero hay uno que me encanta: que quiere a mi hijo, hacen una pareja realmente preciosa (pasión de madre).
¿Quién le iba a decir que la conocería bailando salsa? (les encanta bailar salsa, merengue, bachata)...... a pesar de que vivían muy cerquita, que casi, casi coincidirían yendo y viniendo a la universidad, que aparcaban en las mismas calles....el destino es impredecible.
A ése primer viaje, de mediados del año 98 descubrimos el lado caribeño del Atlántico le siguieron otros y nuestros hijos con nosotros a las islas y costas caribeñas, Punta Cana, Puerto Plata, Playa Bávaro, La Habana, Varadero, Cayo Coco, Riviera Maya, Cancún......lugares paradisíacos donde no sólo es una maravilla ver salir el sol al amanecer, bucear en su cálidas aguas u observar la forma en que el sol, enmarcado entre dos cocoteros se sumerge en el mar.....siempre el mar, el sol, el calor y el cariño de los mios.
Ayer hice éstas galletas caribeñas, de mi libro “Con las manos en la masa....100 galletas” de Linda Doeser, las primeras recién salidas del horno fueron para Marta.....
Para preparar 15 galletas:
Precalentar el horno a 190º C y forrar la bandeja con papel de hornear.
Poner 110 gramos de mantequilla blanda y 70 gramos de azúcar fina (especial repostería que por cierto me regaló mi prima Lidia, magnifica pastelera, tienen que visitar su blog: la cocina dulce de la Srta. Mol) y mezclarlos bien.
Incorporar, removiendo la yema de un huevo, dos cucharadas de ron añejo y remover.
Tamizar en la masa 140 gramos de harina, un pellizquito de sal y 50 gramos de coco rallado.
Mezclar todo el conjunto procurando que no queden grumos.
Tomar porciones de la masa con una cuchara y colocarla en la bandeja dejando un poco de distancia entre ellas.
Hacer un hueco en el centro de cada galleta (lo hice con el dedo humedecido) y rellenarlo con mermelada (puse de albaricoque, aunque en la receta original era de lima, producto propio de las zonas caribeñas, pero no tenía en “Mi cocina” dicha mermelada).
Hornear las galletas entre diez y quince minutos hasta que estén doradas.
Dejar en las bandejas hasta que se enfríen y se pueda despegar con una espátula.
¡¡ Disfrútenlas !!
Tu sonrisa
Algo en tu cara me fascina,
algo en tu cara me da vida.
¿será tu sonrisa?
¿será tu sonrisa?.....