Esta receta de hoy es muy sencilla, puede servir tanto como primer plato, como para una cena a base de picoteo.
Las gambas admiten variadas elaboraciones en la cocina y muy diferentes formas de presentarlas. Su carne es tierna y muy apreciada, puedes encontrarlas frescas o congeladas, peladas o enteras, y se pueden servir frías, a la plancha, al horno, como guarnición para platos de pescado, en paellas, salsas, sopas.......
La trufa que he utilizado para esta receta era fresca, natural, aunque ahora la tengo en el congelador. La compré este invierno en la feria de la trufa de Catí, un pueblo de la comarca del Alto Maestrazgo.
La trufa de esta comarca se distingue por su sabor y ante todo por su aroma, es de excelente calidad.
La mejor manera de utilizar la trufa negra es consumirla fresca, tiene que conservarse en la nevera solo unos 8 o 10 días. También la puedes congelar, para eso la tienes que limpiar bien y guardar en un recipiente hermético, cuando queramos utilizarla de nuevo se ralla sin descongelar lo que necesitemos y se vuelve a guardar en el congelador.
Ingredientes:
1 trufa de invierno (unos 5 g.).
Gambas o langostinos.
1 diente de ajo.
Perejil fresco.
Aceite de oliva virgen.
200ml. de agua.
Modo de hacerlo:
Fríe las gambas en una sartén con un poco de aceite de oliva virgen, saca y reserva.
Pica en un mortero o picadora la trufa, el ajo y el perejil.
Añade a la picada medio vaso de agua y mezcla.
En la misma sartén que has frito las gambas, echa la picada con el agua y deja que cueza unos 2 o 3 minutos.
Añade las gambas y deja que cueza todo junto otros 2 o 3 minutos más.
Sirve caliente acompañadas de la salsa.
Espero que te guste.