¿Sois partidarios del engaño a los niños? No me refiero a Los Reyes Magos o al Ratoncito Pérez, que esos existen de verdad, si no a decirles que ciertas comidas no llevan algo que sí llevan porque si supieran del "ingrediente secreto" no lo comerían. Yo soy 100% fan de la política del engaño. Y es que he tenido escuela. Os cuento.
Mi madre, allá por los tiempos en que nos daba colacao en cualquier ocasión que se terciara (desayuno, comida, merienda, antes de dormir, y si te descuidabas te daba otro de aperitivo) descubrió en él una fuente inagotable de nutrición oculta. Oculta por ella. Empezó con la cucharadita de miel. Como la miel no me gustaba nada, me la echaba en el colacao y así, revuelta con la cuchara, no se notaba.
Aún así, a mi paladar de gourmet infante no le pasó desapercibido el regustillo floral en el colacao y empecé a sospechar de aquel poso acaramelado mezclado con chocolate que se quedaba en el fondo del vaso y que coincidía justo con los días en los que a mí me había sabido aquello raro. Así que empecé a acusar a mi madre:
- ¡Este colacao tenía miel! (ojos fijos en el fondo del vaso)
- ¿Eh? (mirada esquiva)
- El colacao. Que le has echado miel. ¡Y no me gusta!
- ¿Que va a tener miel el colacao? (con boca pequeña) No digas tonterías.
- ¿Y esto que se ve aquí?
- Será que no le has dado vueltas bien.
Aquí acababa normalmente el careo pero la sombra de la duda permanecía. Y mi madre, lista como las madres y consciente de que su engaño estaba prácticamente al descubierto, tuvo que profundizar en el ocultismo nutritivo más aún. Así es como dio con el ingrediente secreto capaz de satisfacer sus angustias de madre para la que nunca has comido suficiente, y que además tenía la propiedad de quedar bastante bien disimulado en el colacao. El huevo CRUDO.
Empezó la cosa con la yema: vaso vacío, cucharada de colacao, yema de huevo cruda, leche caliente, revolver. Resultado: un colacao que no sabía a nada más que a colacao.
En un principio y según ella sostiene a día de hoy, sólo empleaba esta drástica medida en momentos puntuales: un día que habíamos comido mal, o cenado poco? Pero a mí no hay quien me quite que lo estuvo usando a diario en el colacao de antes de ir a dormir durante años.
Ella también sostiene que nos echaba sólo la yema. No lo creo tampoco. Mi teoría es que una vez que vio que le funcionaba el método quiso aprovecharlo mientras pudiera y nos cascaba la clara también.
No sé cuánto duró aquello, pero sospecho que debió de ser bastante tiempo, porque yo sólo fui consciente de su truco un día en que bajó la guardia y preparó uno de sus brebajes delante de mí, cosa que hasta entonces debía de haber estado evitando. Preparó un colacao con sorpresa para mi hermano pequeño. Y mi hermano pequeño tenía entonces unos 8 años, 12 menos que yo? Así que ahí estaba yo, con mis 20 años cayendo en la cuenta de que llevaba por lo menos 15 bebiendo colacaos con huevo dentro.¿Os imagináis el momento?
- ¡¿Qué haces?!
- ¿Eh? (sin darse la vuelta y tratando de ocultar el colacao con su cuerpo)
- ¿Que le has echado un huevo al colacao? (incredulidad en la interpelación)
- Calla, que es que ha cenado mal y así se acuesta un poco más alimentado.
Y ahí acabó todo. Nuca más lo volvimos a mencionar. No pregunté si había estado haciéndomelo a mí todos esos años. Preferí no saberlo.
De ahí me viene mi afán engaña-niños.
- ¿Qué no les gusta la cebolla? Por supuesto hijas que la tortilla NO lleva cebolla ;-)
- ¿Qué no les gusta el huevo duro en el relleno de las empanadillas? ¿Pero cómo voy a echarle huevo duro a las empanadillas (el huevo me persigue)? Qué cosas tenéis?
- ¿Coulommiers? ¿Pero qué es eso? ¿Pero cómo creéis que voy a haberle echado a la comida algo que se pronuncia CULOmié? No hijas, es quesito, como el que comemos en casa de los abuelos que os gusta tanto.
Y hala, a crecer comiendo de todo, lo sepas o no, que a mí no me ha ido mal con el colacao COMPLET.
Con esta receta participo un mes más en el reto ¡Qué rico, mami! siguiendo las indicaciones de nuestra anfitriona del mes, Leire, del bonito y creativo blog Cocina con Gusto que nos pidió elaborar una receta con hojaldre, queso y frutas. Pues vamos a la receta que es una maravilla de la sencillez.
Ingredientes
1 kgs de moras (las mías eran silvestres cogidas por nosotras mismas)
500 grs de azúcar
zumo de 1 limón
Una plancha de hojaldre refrigerado, no congelado (recomiendo la de Lidl)
Queso Coulommiers
Pimienta
Un huevo batido para pincelar
Preparación
Lo primero es hacer la mermelada. He utilizado como guía esta receta de Bikísimas que me recomendaron en la página de Facebook y que me ha resultado muy rica. Limpiamos bien las moras y en una cacerola grandecita las mezclamos con el azúcar y el zumo de limón revolviendo con una cuchara de madera. Las dejamos reposar una hora. Esto hará que las moras suelten su jugo por el efecto del azúcar y liberen pectina a lo que también ayudará el ácido del zumo de limón. Ya veréis que pasada una hora hay mucho líquido en la cazuela.
Lo ponemos a cocer a fuego medio hasta que vaya espesando. No debería tardar más de 45 min. Hay que tener en cuenta que cuando enfría espesa más.
Si os gusta así rústico le podéis dejar las pepitas, y si os gusta más fina la mermelada lo pasáis por el chino para quitárselas. Yo hice un término medio. Lo pasé por el chino todo y luego le añadí una cucharada de las pepitas que había quitado, me parece que le da un toque agradable a producto casero.
Verter en botes que cierren bien herméticamente y darles la vuelta mientras está caliente la mermelada para que se vayan enfriando. No poner los botes otra vez hacia arriba hasta que no hayan transcurrido por lo menos unas 10 horas.
Hacemos los pastelitos para lo que cortamos el hojaldre con un cortador de una forma que nos guste. Yo fui vaga y los corté rectangulares con el cuchillo.Tendremos que tener recortes pares, porque usaremos dos para cada pastelito.
Ponemos la mitad de los recortes en una bandeja de horno forrada con papel y los pintamos en los bordes con huevo batido.
Rellenamos con un par de trozos de queso Coulommiers y con un pegote de mermelada. Aquí las cantidades dependerán de lo grandes que sean vuestros pastelitos según la forma con la que los hayáis cortado.
Espolvoreamos ligeramente con pimienta y colocamos el palo de polo.
Colocamos otro recorte de hojaldre encima, sellamos los bordes, pintamos con huevo batido y hacemos unos cortes en cruz en el centro y decoramos si queremos con unos agujeritos.
Horneamos a 200º hasta que el hojaldre esté doradito. El mío tardó unos 15 min.
Ahora que lo pienso... ¿Lo que mi madre hacía no era una combinación magistral de los conceptos huevo y chocolate?
Dios mío! MI MADRE CREÓ EL HUEVO KÍNDER DECONSTRUÍDO
¿Qué fue antes, el construído o el deconstruído?