De ese viaje nos llevamos en la retina la experiencia de ver el estrecho de Gibraltar desde el aire, mientras caía el sol en el horizonte.
Si queréis llegar a Las Palmas desde el aeropuerto, podéis hacerlo tomando la línea 60 de los autobuses Global justo al otro lado del Parking de coches que hay en la planta superior.
Nuestro vuelo salía por la tarde de Málaga, y entre la larga espera hasta que llegó el autobús, y la media horita larga de trayecto hasta la estación de San Telmo, llegamos al hostel casi a las 10 de la noche, con el tiempo justo de ir a cenar algo, y disfrutar del precioso salón común del albergue.
Dejadme que os cuente un poco más sobre el hostel en el que estuvimos en Gran Canarias, porque es probablemente uno de los más acogedores, hospitalarios y cálidos en los que me he hospedado. Se trata del Downtown House Las Palmas un albergue ubicado en un edificio con clasificación de Casa Emblemática, pero que ha sido restaurado en 2014, conservando y respetando todo su encanto original. (Las fotos del interior están sacadas de su web, no son originales mías)
A nuestra llegada, tras subir un piso de estrechas escaleras (no hay ascensor) salió a la puerta a recibirnos con una sonrisa, Nito, quien sería el encargado de enseñarnos la casa, nuestro cuarto, y aconsejarnos a cerca de donde podíamos cenar esa noche, y donde comer al día siguiente, además de algunas recomendaciones sobre qué visitar en nuestro paseo de la mañana. Todo esto sin que nosotros preguntásemos nada, sino por iniciativa de nuestro encantador anfitrión.
Nuestra habitación era una habitación individual (más bien pequeña) con baño compartido, con una cama de matrimonio, impecablemente limpia, toallas y ropa de cama incluida, por 38??? (19??? por persona), con el desayuno incluido al día siguiente sin límite de hora para desayunar.
Y no podemos dejar de mencionar los baños compartidos del hostel , super limpios, y totalmente equipados, con mobiliario, (¡hasta un sillón!), productos para la ducha, (gel, champú, ¡crema hidratante!) y secador.
Tras tener una experiencia tan buena en nuestro primer día, decidimos reservar una habitación también para el último día de vuelta, aunque ya solo quedaba sitio en el dormitorio de 8 literas, (por 18???/cada uno) aunque solamente tuvimos 2 compañeros de noche y dormimos fenomenal en los colchones de visco-elástica. En esta ocasión también fueron extremadamente amables con nosotros, ofreciéndose incluso a imprimirnos las tarjetas de embarque si no las habíamos impreso, (solo que no hizo falta, porque sí las teníamos).
Siguiendo la recomendación de Nito, esa noche fuimos a cenar la tasca-restaurante Allende, en la misma calle del albergue, y donde descubrimos, a la vez que nos enamoramos de por vida del queso herreño ahumado. También degustamos un riquísimo carpaccio de ternera con trufa y salsa de naranja.
Por la mañana nos levantamos sin prisa, pero sin pausa. Recogimos nuestras mochilas, que Nito se ofreció a guardarnos hasta que saliera nuestro autobús al puerto de Agaete, y nos calzamos las zapatillas para dar un paseo y conocer el centro histórico de Las Palmas de Gran Canaria.
La primera parada fue frente al mercado de Vegueta, que por ser domingo estaba cerrado y no pudimos visitar, pero que nos recordó desde el primer momento al carácter de otros mercados que hemos visto en Sudamérica, como el de Cuzco o Santiago de Chile.
Frente al mercado, nos paramos un instante a contemplar el restaurado Teatro de Benito Pérez Galdos.
En nuestro camino hacia la catedral paseamos por el centro antiguo, admirando las bonitas balconadas de madera, y las coloridas fachadas de las casas hasta que llegamos a la llamada Casa Colón llamada así porque fue la que colón visitó en busca del gobernador de la isla, para solicitar ayuda en la reparación del timón de la Pinta, el cambiar las velas a La Niña.
Lamentablemente, la Casa-Museo Colón se encontraba cerrada, por lo que no pudimos admirar sus 4 hermosos patios, sus artesonados de madera, ni ojear las exposiciones.
Pero nos conformamos contemplando la fachada del edificio, mientras que en la plaza que enmarca, un grupo folclórico entretenía al público con sus isas.
Finalmente llegamos a la catedral, junto a la plaza mayor de Santa Ana.
Este templo fue mandado construir por los mismísimos Reyes Católicos, (los mismos que ordenaban las matanzas de guanches en isla en su afán evangelizador) en el siglo XV, pero el proyecto sé paralizó por falta de fondos en el siglo XVI, y no sería hasta el siglo XVIII que se retomarían las obras.
Es por eso que en el edificio se encuentran elementos constructivos y decorativos correspondientes a diferentes épocas y estilos.
Justo al final de la plaza de la catedral, nos encontramos con otra plaza, de planta triangular, que lleva el nombre de Plaza del Espiritu Santo, tomado de la ermita que se encuentra allí con el mismo nombre. Pero lo que más nos llamó la atención, a parte de la ermita fue la curiosa fuente cubierta a modo de templete que se encuentra en la plaza.
De vuelta al mercado de vegueta, cerca del cual íbamos a comer, pasamos por la casa donde nación Alfredo Kraus, el Palacio de Justicia, la ermita donde oró Colón justo antes de partir hacia La Gomera, y otros muchos lugares de interés, donde no pudimos detenernos mucho, pues teníamos que estar en el puerto pronto para tomar nuestro ferry.
Dejándonos llevar por la recomendación del hostel, y por lo mucho que nos gustó el queso herreño que probamos la noche anterior, comimos en un mesón llamado así, “El Herreño”. No queríamos comer demasiado para tener que echar a correr a por las mochilas, y de luego al bus de Fred Olsen en dirección a Agaete, así que pedimos para compartir unas papas con mojo y una ropa vieja.
Aquí nos la jugaron un poco, pues, no nos avisaron que la ropavieja no era el típico plato cocinado con la carne sobrante del cocido, si no que era un guiso de…¡pulpo! con patatas.
La comida estaba buena, pero como no era lo que nos apetecía, nos dejó un poco fríos.
Y lo peor es que luego en el ferry nos topamos con el mar más revuelto con el que he navegado en mi vida, (de hecho avisaron por megafonía de que íbamos a ir más despacio de la cuenta, por la mar brava) y ¡vomité tooooda la comida! ¡Menuda viajera estoy hecha! :(
Como anécdota curiosa, comentar que cuando por fin fuimos a montarnos en el bus que nos habían dicho que iba hacia el puerto de Agaete de Fred Olsen (la misma compañía de los ferries) y preguntamos donde podíamos pagar los billetes, nos dijeron que el bus se contrataba al comprar el billete de ferry, pero que como había espacio suficiente, pues que nos llevaban sin problema. ¡Menuda suerte tuvimos!
Cuando llegamos a Santa Cruz de Tenerife yo me encontraba aún muy débil después de las 2 horas de náuseas y vómitos, así que no aprovechamos nada la tarde, pues necesitaba descansar. Cenamos en el primer sitio que encontramos que pusieran un caldito y a la cama a descansar.
Nos alojamos en el Hotel Horizonte, habitación doble super amplia, con baño privado, pero sin desayuno 36??? (18/persona). Cuidado que en la portada de su web ofertan la habitación como a 32??? pero el precio no está actualizado. La verdad es que calidad-precio fenomenal y al lado del puerto, super bien situado si llegas en ferry con la mochila acuestas y un mareo de muerte. ¡Por suerte tuvimos que andar poco!
Hasta aquí nuestro primer día explorando las Islas Canarias.
En la próxima entrega, comenzamos nuestra ruta en coche por Tenerife, visitando entre otros lugares la ciudad de La Laguna de San Cristobal, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1999 por ser un ejemplo único de ciudad colonial no amurallada.
¡Hasta entonces, Calderer@s!
Archivado en: Recetas de cocina