Cada casa o familia tiene su receta, yo voy a compartir la de mi madre, que supongo que se la enseñaría mi abuela y desde niña la he visto hacer en ambas cocinas. Es uno de mis dulces preferidos de la infancia.
Los ingredientes que vamos a necesitar para elaborar la receta de mi madre son:
1/2 l de leche
1 cucharada de azúcar
1/2 ramita de canela
1/2 limón
8 rebanadas de pan
2 huevos
harina
aceite para freír
1/2 taza de azúcar
1 cucharada de canela en polvo
La leche se puede sustituir por leche de coco que le aportará un toque diferente y hará que este dulce sea apto para los que tienen problemas con la lactosa.
Del limón se extrae el zeste para infusionar la leche, pero podemos sustituirlo por naranja o utilizar ambos. Mi madre suele utilizar limón porque tienen limoneros en el huerto.
El pan que solemos utilizar es del día anterior. Aunque últimamente se suele encontrar en los supermercados pan especial para hacer torrijas. En mi casa siempre se ha utilizado pan normal y se han hecho con lo que nos ha sobrado del día anterior. Se puede decir que esta receta es de cocina de aprovechamiento.
El aceite para freír puede ser de oliva, como el que utiliza mi madre o de girasol si queremos que queden las torrijas más suaves.
Preparación:
Vertemos la leche en un cazo que ponemos al fuego, añadimos el azúcar y removemos hasta que se disuelva. Se agrega el zeste de limón y la canela y se lleva a ebullición. Apartamos del fuego, tapamos y dejamos enfriar.
Una vez la leche esté fría, se cuela con ayuda de un colador, vertiéndola en un bol. Con ayuda de un cuchillo de sierra cortamos el pan en rebanadas del mismo grosor, aproximadamente de un dedo y medio. Se cascan los huevos, se echan en un plato y se baten. Colocamos la harina en otro plato. Mezclamos el azúcar con la canela en otro recipiente. Preparamos una fuente o bandeja con papel de cocina. Llenamos una sartén o parisina de aceite y la ponemos al fuego.
Ponemos el pan a remojar en la leche infusionada, tiene que humedecerse pero no demasiado, porque si está muy blando no vamos a poder freírlo.
Escurrimos para quitar el exceso de leche y lo pasamos por el huevo batido y luego por la harina.
Freímos en la sartén con aceite hasta que adquieran un color dorado por ambos lados, las sacamos y las colocamos en la bandeja sobre un papel de cocina para eliminar el exceso de aceite.
Aún calientes las pasamos por la mezcla de azúcar y canela, para que se adhiera mejor.
Presentación:
Las servimos en una bandeja o plato de presentación y las llevamos a la mesa.
Podemos hacer torrijas de lo que tengamos a mano. Yo voy a utilizar unos croissants de Dulcesol, sin conservantes ni colorantes, que vienen en la última caja Degustabox. Para ello, los voy a cortar por la mitad y seguir el mismo procedimiento que con el pan. Y así han quedado las torrijas de croissants.
Creo que es una de las recetas de aprovechamiento más dulces que hacían nuestras abuelas. Mi madre me las hacía cuando pasaban los peores días de haber recibido una sesión de quimio, me encantaban.
Y tú, ¿de qué las vas a hacer? ¿Cuál es tu mejor recuerdo con ellas? ¿Quién las preparaba en tu infancia?
Bon appétit!