A vosotros que estáis disfrutando de unas vacaciones en el campo, en la playa, en la montaña, descubriendo otras culturas… o en casa, pero de vacaciones.
Afortunados que os levantáis cuando las calles ya están puestas desde hace unas horas, que posiblemente también os acostasteis el día anterior cuando estaban a punto de retirar las calles, habiendo disfrutado antes de unos mojitos en un chiringuito playero, con la tranquilidad del que sabe que al día siguiente se puede levantar a las 9 como a las 11 como a las 14h.
Quiero que sepáis dos cosas:
1. Que la envidia es un sentimiento muy feo, que era verde y se la comió el gato y que yo he inaugurado una etapa zen en la que no me permito a mi misma sentir estas cosas. Paz y amor, amigos
2. Que podéis estar tranquilos. Yo ya me quedo cuidando de la ciudad y asegurándome de que todo está en orden mientras no estáis
Y realmente no estáis, os lo aseguro, porque las ciudades no turísticas a mediados de Agosto son un remanso de paz. Cuatro gatos y yo. Eso también ayuda en mi etapa zen.
Este post os lo dedico a vosotros.
Pienso en estas madalenas que me puse a preparar ayer y mi mente se llena de campos de amapolas, del refrescante aroma a limón, de trigo meciéndose al viento… es una receta muy casera, muy sencilla y deliciosa. Casi como si fuera la receta de la abuelita. Por eso me parece tan entrañable y creo que les pega mucho el nombre de madalenas campestres.
Y si llevan semillas, eso siempre es un plus ;)
Los ingredientes, como os decía, son muy básicos y casi aseguraría que ya los tenéis en vuestra despensa. Las semillas de amapola las encontraréis en supermercados de productos ecológicos o en la sección de alimentación dietética de las tiendas generalistas.
Ingredientes (para 6 unidades)
60 ml de aceite de girasol
110 grs. de harina de repostería
1/2 cdta. de levadura en polvo
1/4 cdta. de sal
110 grs. de azúcar fino
1 huevo
la clara de otro huevo
75 ml. de leche entera
zumo de medio limón
ralladura de la piel de medio limón
2 cdas. de semilllas de amapola
1. Preparamos 6 cápsulas de madalena en los moldes para hornear
2. Tamizamos la harina, la levadura y la sal. Añadimos el azúcar y removemos.
3. Precalentamos el horno a 190º. En otro cuenco batimos el huevo, la clara, la leche y el aceite. Luego añadimos el zumo y la ralladura de piel de limón.
4. Mezclamos esta preparación con la harina, que la iremos añadiendo poco a poco sin dejar de batir. Añadimos 1 cucharada de semillas de amapola, el resto lo reservamos para decorar, y las mezclamos bien.
5. Repartimos la masa entre los moldes. Los llenaremos no más de 3/4 de su capacidad, para que puedan crecer y hagan un buen copete. Esparcimos por encima las semillas de amapola que nos quedaban y los horneamos durante 25 minutos o hasta que hayan subido y tengan un tono dorado.
6. Las sacamos y los dejamos enfriar en una rejilla para que no se despegue la cápsula por exceso de humedad.
Las podemos comer frías o calientes.
Sí, ya se que con este calor no apetecen comidas calientes, pero alguien se va a poder resistir a probar ni que sea una tan pronto como abra el horno y sienta ese perfume? No lo creo, sinceramente. Y si no, ya me contaréis ;)
¡¡Volved pronto y descansados!!