Magdalenas de nata (crema de leche)



Vivimos en la era de la prisa, ¿no tenéis la sensación de vivir una contrarreloj diaria? A veces es difícil compaginar todas las facetas que deseamos desarrollar, y la mayoría de las veces, alguna se queda en el camino.

Me encantaría tener más tiempo para muchas cosas, pero ser mamá y trabajar fuera de casa (y dentro también, que una cosa no exime de la otra) restan casi la totalidad del tiempo al resto. Ahí está el curso de inglés, que intento seguir pero siempre llegando a última hora con los deberes. El blog, ejem... lo actualizo cuando puedo, y ya he conseguido no sufrir si tengo que estar varias semanas sin publicar (lo siento, lo he intentado pero no puedo ser regular, al fin y al cabo, lo que pasa a ser una "obligación" pierde atractivo para mí, prefiero cocinar cuando me apetezca, hacer fotos cuando me sienta inspirada y redactar mis post cuando esté relajada para disfrutar de todo ello). Otro de mis hobbies, la guitarra, hace tiempo que no sabe nada de mí, y ahí está calladita sin rechistar. Del running mejor ni hablar. Alguna vez consigo calzarme mis zapatillas y salir a hacer running para terminar haciendo principalmente walking. Y... recuerdo que... hace mucho tiempo... salía a patinar...
El otro día una amiga me comentó una anécdota que escuchó por la radio, de esas que hacen reflexionar: una señora explicaba que vivía siempre con prisa, que no llegaba a tiempo nunca a nada, que siempre estaba diciéndole a su hijo: "vamos, termina la merienda que ya tendríamos que estar en clase de Judo", "venga corre que ya deberíamos estar en el dentista", "date prisa que ya deberíamos estar llegando a casa de los abuelos". Un día tenían la tarde libre, no tenían prisa, y mientras merendaba, su hijo le dijo, preocupado: "Mamá, ¿dónde deberíamos estar ahora?". Esta anécdota es perfecta para invitarnos a pensar en nuestra forma de organizarnos el día a día, y en cómo transmitimos a nuestros hijos el ritmo que nos imponemos. No vivimos el presente, porque estamos pensando en lo que viene después.


Hoy os propongo esta receta con la intención de que disfrutéis de su sencilla elaboración, con el deseo de que apreciéis la espera mientras se hornean, sin pensar en nada más que en el delicioso olor que invadirá poco a poco vuestras casas, y por último, que disfrutéis con todos los sentidos de un desayuno o una merienda, como he leído últimamente #slowlife es decir, un rato tranquilo, calmado, pausado... Veréis que ternura, qué masa tan sabrosa, una verdadera delicia que merece la pena degustar sin prisas.

MAGDALENAS DE NATA (crema de leche)


Ingredientes (para unas 20-25 magdalenas): 

4 huevos medianos
300 gr. de azúcar
250 gr. de mantequilla (blandita, a punto de pomada)
400 gr. de harina normal
1 sobre de levadura Royal
1 cucharadita de esencia de vainilla
1 pizca de sal
opcional: pepitas de chocolate, frutos secos, etc.

Elaboración:

Precalentamos el horno a 190º.
En un bol amplio batimos los huevos con el azúcar, hasta que la mezcla blanquee y aumente de volumen (unos 5 minutos aproximadamente).
Añadimos al bol la mantequilla, la nata (crema de leche), y la esencia de vainilla y seguimos batiendo unos minutos, hasta que esté bien mezclado.
Finalmente, añadimos la harina, la levadura y la pizca de sal, y ahora ya no batimos la mezcla sino que la mezclamos, con ayuda de una pala o cuchara de madera, hasta que la mezcla esté ligada y no se vea harina "suelta". Si vamos a añadir a la masa chips de chocolate, como en mi caso, lo añadimos al final y mezclamos varias veces para que se repartan por toda la mezcla.
Disponemos las cápsulas de magdalenas en la bandeja del horno y llenamos de masa hasta la mitad aproximadamente. Repetimos la operación hasta completar la bandeja. Si no nos caben todas, podemos reservar una segunda bandeja y hornearla después de la primera.
Metemos la bandeja en el horno y cocinamos durante 15-20 minutos, hasta que la superficie esté dorada.
Sacamos del horno y dejamos enfriar sobre una rejilla.

A tener en cuenta: 

Una vez frías, guardar en una bolsa de conservación o recipiente hermético ya que de esta forma durarán jugosas más tiempo.
Para llenar las cápsulas de masa, os recomiendo utilizar una manga pastelera deshechable, no hace falta boquilla, y resulta mucho más rápido y limpio. Podéis utilizar también una bolsa de conservación de alimentos, a la que cortéis una esquinita.
Si tenéis molde para magdalenas, podéis utilizarlo para que las cápsulas no se abran, ya que la masa es muy densa y en el horno crece. Si no disponéis de él os recomiendo poner doble cápsula durante el horneado, de esta forma no se abrirán.
Estas magdalenas están deliciosas sin ningún añadido, pero podéis añadir chips de chocolate, frutos secos o trocitos de fruta para darles vuestro propio toque.

Receta adaptada del blog: La receta de la felicidad

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