Fer me había reclamado durante semanas (o meses) que nunca le había hecho una pizza en la casa. Yo, que había trabajado haciendo pizzas. Que había hecho en Bogotá. Que mi papá le había dicho que estaban buenísimas. Entonces al final me convenció… porque sí, me quedan bien ricas y pues se merecía comer una. Al final, ni siquiera es que sean difíciles de hacer, solo necesitan que te decidas a hacer una pizza casera y listo.
Aquí en México no es como en la casa de mis papás de Bogotá, donde tenemos de todo. Desde la batidora que amablemente amasa por ti hasta la piedra de pizza que va al horno y el rodillo, en Bogotá tenemos creo que todo lo que se nos puede ocurrir para hacer pizzas crujientes, redonditas y de película. Parte de que no le hubiera hecho pizza a Fer es que… bueno… no tengo todas las herramientas y me daba flojerita por eso.
Antier la hice. Ayer escribí la receta. ¿Listo para la receta de pizza casera sencilla, fácil, sin herramientas sofisticadas? ¡Aquí vamos!
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Receta de pizza casera
Quieres decidir hacer pizza un par de horas antes de querer comértela, porque la masa lleva levadura y es necesario darle tiempo a que crezca.
La masa
Los ingredientes que necesitas para la masa son:
1 cucharada de levadura activa
1 cucharadita de azúcar
3/4 de taza de agua tibia (no caliente, no fría)
2 tazas de harina
1 cucharadita de sal
1 cucharada de aceite de oliva
Primero, en un bol grande, mezcla la levadura, el azúcar y el agua y deja quieto mientras haces algo por un par de minutos. Vas a ver que cuando vuelvas a a estar espumosita y olorosa, justo lo que quieres.
Mide las dos tazas de harina y ponlas sobre la mezcla espumosa de levadura. Agrega la cucharadita de sal y mezcla un poquito con la harina. Usando una cuchara o espátula grande, comienza a revolver. Agrega el aceite de oliva. Pronto se va a volver un pegote y la cuchara va a dejar de ser práctica. En ese momento, límpiala y termina de unir todo en una bola de masa grande, probablemente muy mal mezclada.
¡Amasa con ganas!
Pásala a un mesón limpio y comienza a amasar como seguro has visto a los panaderos en películas, series o programas de la tele. Y amasa. Más. Un poco más. Túrnate con alguien. El punto es cuando puedes estirar un poco de la masa con los dedos y alcanzas a hacer una película más o menos delgada y translúcida antes de que se rompa. Ahí estás.
Así se ve cuando estás comenzando a amasar. Así no se ve cuando está lista.
Deja reposa la masa un poquito en lo que lavas el bowl en que comenzaste la mezcla. Úntale un poco de aceite. Amasa un poquito más la masa y ponla en el bowl, que luego vas a cubrir con un trapo húmedo.
Ve a ver un capítulo de una serie.
Vuelve, amasa un par de minutos tu masa. Córtala en dos, unta nuevamente de aceite el bowl y vuélvela a poner y a cubrir con el trapo húmedo. Adelanta la salsa y el resto de ingredientes que quieras para tu pizza casera y luego (según el tiempo) tómate algo, ve una parte de otro capítulo o algo así. Quieres que casi doblen su tamaño las bolitas de masa, debería ser una media hora más o menos.
Cuando vaya a medio camino, prende tu horno lo más caliente que dé.
La salsa (o base)
La salsa de tomate al fondo no es un pre-requisito. Las mejores pizzas que me he comido no necesariamente tienen pasta de tomate. Pueden usar desde aceite de oliva o de otra cosa (¡que sepa a algo!) hasta otra salsa que ya esté hecha (¿bbq?), un puré de algo (¿humus? ¿harissa? ¿puré de fríjoles blancos?), otra base (¿tajadas súper delgaditas de papa o de otra cosa? ¿Duxelles de champiñones?). Ideas que vienen de las muchas pizzas que he hecho.
Pero a Fer, le hice la pizza clásica. Porque lo clásico tiene esa condición ganada a punta de ser muy rico.
La salsa es súper sencilla. Busca de esas latas de tomates pelados en su jugo. Si encuentras unos que sean cherry (tomatino, decía la lata que compramos), ve por esa. Necesitas una mediana. Los ingredientes que necesitas son:
1 cucharada de ajo picado
La lata de tomates. Si solo encuentras de los grandes, pártelos en 3-5 pedazos cada uno.
1 cucharadita de azúcar
1 pizca de sal y de pimienta
2 cucharadas de aceite de oliva
Con un poquito del aceite de oliva, dora el ajo picado un poquito. Cuando comience a tomar color, agrega los tomates con el jugo en que venían. Deja que comience apenas a hervir y agrega el azúcar, la sal y pimienta y (si tienes, cero obligado) un chorrito de vino. Apaga y agrega aceite de oliva. Ñami. Y cinco minutos de trabajo.
Los topings
¡Lo que quieras! Solo, por favor, ten en cuenta que menos es más en el mundo de la pizza y nunca quieres sobrecargar tu pizza de nada. Ni siquiera de queso (y me encanta el queso). Limita no solo la variedad de lo que le vas a poner, sino la cantidad: le pones demasiado de cualquier cosa y es posible que te quede babosa y nadie quiere pizza babosa.
Para el queso, es bueno mezclar al menos dos tipos: uno con un sabor más o menos fuerte (parmesano, emmental, asiago) y uno que estire bien cuando esté caliente (un mozzarella, normalmente). A eso, a mí me encanta agregarle azul, porque le da justo el empujoncito necesario… pero es cuestión de gustos (y del resto de lo que le vas a poner).
Para el resto de los ingredientes, trata de tener una idea en mente de lo que quieres lograr. Algo así como una familia de sabores. O inspirarte en alguno de los clásicos. Y luego, piensa en el mejor momento de ponerlos en la pizza: hay algunos que van al horno y hay otros que no. Como ejemplos del segundo grupo, la mayor parte de las hierbas (se vuelven amargas) cualquier lechuga u hoja grande (¿rúgula, alguien?), los arenques, las carnes frías (si acaso mételas un minuto antes de sacar la pizza, pero no desde el principio).
Piensa en lo que quieres y tenlo por ahí listo para tu pizza casera. Pica lo que quieras picar y eso.
De nuevo, con Fer fui a lo clásico: mezcla de quesos y jamón serrano. ¿Para qué más?
Aplanar la masa
Tus bolitas de masa ya deberían estar bonitas. Tu horno debería estar bien caliente. Tus ingredientes listos. Tu salsa (o la base que vayas a usar), también lista.
Busca las latas en que vas a hacer las pizzas para que las tengas de referencia para el tamaño. Pon un poquito de harina en el mesón limpio y aplana tu masa con un rodillo. Si te pasa lo que a Fer y a mi, y no tienes rodillo, usa una botella de vino de las que no tienen curva. Funciona súper bien.
Quieres aplanarla a la forma de tu lata (más o menos, no tiene que ser exacto) hasta que tenga más o menos medio centímetro de grosor. Vela girando (o rotando un poco, como un cuarto de vuelta) cada para de pasadas para que no se pegue. Ahí, levántala y ponla en el molde engrasado.
¡Hora de armar la pizza casera de tus sueños!
Pon tu salsa o base. No necesitas montones, con un par de cucharadas es suficiente. Espárcela con el dorso de una cuchara. Luego, agrega el queso: un puñado o dos deberían ser suficientes. Yo puse un puñado de queso rayado, un par de bolitas de mozzarella rotas con la mano y unos deditos de queso azul. Luego, el resto de ingredientes que quieras y métela al horno de una vez. Tarda más o menos 10-15 minutos, va a estar lista cuando se vea lista: queso un poquito dorado, bordes doraditos, se te hace agua la boca… Ahí.
Sácala y ponle los ingredientes que te hicieron falta. Córtala como prefieras y listo, ¡buen provecho!
¿Cuándo hacer pizza casera?
¡Cuando quieras! Pero me parece que es, por el tiempo que tarda en leudar y reposar la masa, el plan perfecto para un fin de semana. Puedes hacerla de cena y pasar una tarde relajada viendo tele, leyendo, descansando, y solo levantándote para adelantar de a partes. Ahorita que estamos a sábado de semana santa, está perfecta para descansar luego de las vacaciones y antes de volver al trabajo el lunes, ¿qué opinas?