Llevo acudiendo regularmente a un gimnasio [he pasado por varios de ellos] desde hace unos doce años.
Y he llegado a la conclusión de que necesito vigilancia.
Soy vaga. Sí, vaga. No me gustan los aeróbicos, me aburren las máquinas y mi único aliciente es llevar los auriculares rebosando punk y rock para hacer más llevadero ese rato.
La cinta se hace menos dura si te escuchas un disco de Boikot por el camino, y el odioso step es llevadero con Ska-P que al menos te anima un rato.
Y poco más, porque sudar… no, no me gusta sudar, y a estas alturas de la vida yo ya no quiero autoengañarme porque no sirve de nada.
¿Y qué quiero? Pues quiero no sentirme culpable cuando abro una cerveza a última hora mientras espero que se cocine mi cena y la acompaño de un trozo de queso, o una latita de mejillones.
Y también quiero que mi culo quepa dignamente todo lo más adentro de mis pantalones que sea posible. Y poder agacharme a recoger algo del suelo sin que las costuras crujan.
No aspiro a tener el cuerpecito subdesarrollado de las modelos de Victoria Secret, que a los treintaynomeacuerdo una ya no está en esas aspiraciones, pero al menos aspiro a no tener que cambiar de talla todo mi armario.
Y por eso, acudo al gimnasio. Bueno, y por una fascitis plantar que me tiene frita. Y por el colesterol que me tiene frita al cuadrado. Y por los taquitos de queso, las cervecitas y el chorizo, que están muy buenos.
Pero si me dejan sola, pues no entreno. Es decir, los primeros días sí, voy y me esfuerzo un montón, pero se me pasa rápido. Y empiezo a contarme milongas del tipo Uy, hoy tengo poco tiempo, hago aeróbicos y ya. O del tipo Qué bien me vendría hoy, que sí tengo tiempo, bloggear un rato, venga me doy prisa y vuelvo pronto a casa.
Y aquí me tenéis. Me he dado de baja de mi gimnasio low-cost al que llevo medio año acudiendo a hacer el vago sin control, y me apuntaré al que tengo enfrente de casa, uno con monitores que te vigilan, te riñen si no haces nada [o eso espero] y que me parece más adecuado para mí.
Como mi antiguo gimnasio [me mudé en marzo de casa] con aquel monitor que venía tras de mi si me veía sentada hablando con alguien y me llevaba del brazo a la máquina de glúteo, o a las abdominales.
Porque lo acepto, soy como un niño. Necesito vigilancia.
El tijgerbrood o pan de tigre es un pan de sandwich ligeramente dulce con una cobertura preparada a base de harina de arroz y sésamo. Este es mi pan de sandwich, integral y de espelta.
INGREDIENTES
[UN PAN DE 750 GRS]
Soaker
Harina de espelta blanca, 90 g
Harina de espelta integral, 135 g
Agua, 170 g
Sal, 3 g
Biga
Harina de espelta integral, 190 g
Agua, 140 g
Masa madre [75% de hidratación], 65 g*
*Para una masa madre al 100% de hidratación debes usar: 175 g de harina, 120 g de agua y 100 g de masa madre
Resto, para el pan
Harina espelta integral, 30 g
Sal, 6 g
Levadura seca, 1,8 g [o 5,4 g de levadura fresca]
Miel, 20 g
Aceite de sésamo, 15 g
Para la cobertura
Harina de arroz, 30 g
Agua, 30 g
Aceite de sésamo, 1 cucharada [15 ml]
Azúcar, 1 cucharada [10-15 g]
Levadura seca de panadero, 1 g
MODUS OPERANDI
DÍA I. Soaker, biga
Utilizaremos dos boles. En uno mezclamos todos los ingredientes del soaker, hasta que se integren. En otro mezclamos todos los ingredientes de la biga, hasta que se integren. Lo haremos siempre en ese orden para evitar contaminación de levaduras en el soaker.
Los tapamos y los dejamos reposar a temperatura ambiente un rato, digamos 30 minutos, para que las primeras levaduras de la masa madre empiecen su trabajo antes de retardar la fermentación. Y los metemos a la nevera, donde lo podremos dejar entre 12 y 36 horas, sin problema, fermentando a baja temperatura.
DÍA II. Amasado, formado, cobertura, horneado
Amasado, preparación de la cobertura
Sacamos los dos boles de la nevera, y esperamos 30 minutos a que tengan una temperatura más tibia.
Sobre la encimera donde vayamos a amasar [limpia y seca] ponemos el soaker y la biga, añadimos por encima la harina reservada, la sal y la levadura, y comenzamos a amasar. Cuando la masa empiece a tomar cuerpo, añadimos la miel y el aceite de sésamo.
No es necesario hacer un amasado super intensivo, sino un pequeño ciclo de amasado y descanso:
Amasar 2 minutos ? Descansar la masa 5 minutos ? Amasar 2 minutos
Si tu masa es difícil, utiliza el amasado francés. También puedes aumentar el número de ciclos, yo para este pan amasé tres tandas en lugar de dos, aunque no suele ser lo habitual.
Preparación de la cobertura
En un bol mezclamos todos los ingredientes de la cobertura y los dejamos reposar como mínimo una hora a temperatura ambiente.
Formado
Este pan lo he formado dentro de un molde de silicona, simplemente se mete la masa y se deja ahí quietecito y cerrado hasta que leve por segunda vez [el primer levado tuvo lugar ayer, con los prefermentos por separado].
Dejamos que el pan haga su segundo levado, cubierto con un paño y alejado de cualquier corriente o cambio de temperatura. Yo uso el microondas para esto, es un compartimento estanco y es muy estable, pero puedes usar el horno apagado o simplemente un armario cerrado.
El tiempo depende de la temperatura: en verano tarda 45 minutos, en invierno hasta 3 horas. Este pan, a 18-20ºC ha tardado 90 minutos. Lo sabrás cuando aparezcan las primeras burbujitas en la superficie, no lo dejes más tiempo o lo pasarás de fermentación y será ácido. Y no, no esperes que un pan integral doble literalmente su volumen? eso no va a ocurrir. Con 1,5 veces el volumen está bien.
Horneado
Antes de hornear, haremos una última operación: pintar el pan. Con ayuda de una brocha y mucho cuidado para no dañar la masa, cubrimos la superficie del pan con nuestra cobertura.
Greñamos el pan si lo vemos necesario [damos unos pequeños cortes en la superficie para que salga el vapor]. Yo le hice unos agujeros con un punzón de cocina, para evitar que se abriera excesivamente al salir el vapor. Los panes integrales aceptan bien esta técnica.
Este pan se hornea a 225º 10 minutos, se baja a 200º y se continúa unos 25-30 minutos más. Para comprobarlo, sácalo del molde, golpea por debajo y si suena a hueco, está cocido. También puedes clavar un termómetro de cocina y ver que su temperatura interior ha alcanzado los 200º.
Al hornearlo dentro del molde, la cobertura no se coció del todo bien… y el craquelado quedó un poco irregular. Pero el pan estaba delicioso y tenía un aroma y un sabor a sésamo increíble.