Seguimos con los sabores de Otoño y con el horno a tope, porque si hay algo que me gusta cuando se termina el Verano es encender el horno y calentar mi casa haciendo galletas, bizcochos y tartas. Esta tarta que os traigo hoy es un clásico entre las tartas, muy fácil de hacer y con un sabor muy característico debido a la mezcla del puré de calabaza con el maravilloso cóctel de especias que lleva. Si aún no la has probado, te la recomiendo. Aprovecha a hacerla ahora que la calabaza está en su mejor momento y verás como el sabor te sorprende.
Cuando empieza la época de la calabaza no me falta nunca en la nevera. Es una hortaliza que me encanta tanto para platos dulces como este como para hacer cremas y purés. Está llena de vitaminas, antioxidantes, fibra y ácido fólico y encima tiene pocas calorías aunque en las recetas dulces las aumentemos con otros ingredientes, no deja de contener todas las propiedades que os he mencionado antes.
INGREDIENTES:
Para la masa quebrada:
250 gr. de harina floja o de repostería
125 gr. de mantequilla a temperatura ambiente
1 huevo
80 gr. de azúcar glass
1/4 de cucharadita de sal
2 cucharadas de agua muy fría
Para el relleno:
500 gr. de calabaza asada
150 gr. de nata (crema de leche) 35% M.G.
150 gr. de leche entera
3 gr. de mezcla de especias para pastel de calabaza(ahora te explico cómo hacerla)
3 huevos
180 gr. de azúcar moreno
2 cucharaditas de extracto de vainilla
1/4 de cucharadita de sal
Para decorar:
120 ml. de nata (crema de leche) 35% M.G. semimontada
ELABORACIÓN:
Lo primero que vamos a hacer es asar la calabaza en el horno y para ello precalentamos el horno a 180º C. y la colocaremos lavada y sin las pepitas en una fuente de horno boca abajo (con la piel hacia arriba). Cubrimos la fuente con papel de aluminio y dejamos que se cocine durante una hora aproximadamente, dependerá del tamaño y la dureza de nuestra calabaza. Para saber si ya está hecha pínchala con un cuchillo para comprobar si está tierna. La sacamos del horno y la dejamos templar en la misma fuente. Retiramos la piel y trituramos con ayuda de una batidora. Colocamos sobre un colador un paño de algodón limpio y echamos el puré. Lo tapamos con el mismo paño y lo dejamos durante un par de horas hasta que haya perdido todo el agua.
Vamos ahora a hacer la mezcla de especias para el pastel de calabaza que después podrás utilizar también en bizcochos o magdalenas. En un bol pequeño mezcla 2 cucharaditas de nuez moscada molida, 2 cucharaditas de clavo molido, 2,5 cucharaditas de jengibre en polvo y 4 cucharaditas de canela en polvo molida. Mezclamos bien hasta que todas las especias se hayan integrado perfectamente.
Continuamos ahora preparando la base de la tarta y para ello vamos a echar en un bol la harina y haciendo un hueco en el centro, añadiremos el azúcar, la sal, la mantequilla cortada en dados y el huevo entero (no es necesario batirlo previamente).
Mezclaremos bien con las yemas de los dedos. De esta manera conseguiremos que la mantequilla atrape al gluten de la harina y lo aislaremos así de los ingredientes húmedos. El gluten en contacto con los líquidos proporciona una masa más elástica y que se retrae al hornearla.
Añadiremos ahora el agua pero con cuidado de no echar más de la cuenta ya que el agua activa el gluten de la harina. Amasaremos lo justo hasta obtener una masa compacta y homogénea.
Formamos una bola y la envolvemos en film transparente. La metemos en la nevera como mínimo una hora.
Pasado este tiempo, estiraremos la masa con ayuda de un rodillo sobre una superficie ligeramente enharinada, hasta conseguir darle la forma del molde que vayamos a utilizar.
Cubrimos el molde e iremos ajustando bien la masa a las paredes. Una manera muy cómoda de hacerlo es cogiendo un trocito de masa sobrante y aprentando con ella la lámina de masa quebrada contra las paredes y vértices del molde.
Dejamos enfriar en la nevera durante 20 minutos.
Pasado este tiempo, retiramos el sobrante de masa con ayuda de un rodillo que pasaremos por encima para que el propio rodillo corte la masa que sobra. Con ayuda de un tenedor pincharemos toda la base para evitar que durante el horneado se formen bolsas de aire que hagan que la masa se levante y se hinche.
Cubrimos la tarta con papel de hornear (si lo arrugas previamente lo vas a poder manejar y adaptar mejor) y pondremos encima legumbres secas o bolitas especiales para hornear con el fin de que hagan peso sobre la masa y ésta no se levante.
Horneamos la masa 10 minutos a 200º C con el fin de hacerla un poco más impermeable a la hora de añadirle el relleno. Es lo que en pastelería se denomina hornear en blanco.
Mientras se hornea la tarta vamos a ir preparando el relleno de calabaza.
En un bol añadimos el puré de calabaza, la nata (crema de leche), la leche, la mezcla de especias, el azúcar, las dos cucharaditas de extracto de vainilla, la sal y los huevos y batimos todo hasta obtener una crema lisa. Reservamos en la nevera.
Pasados los 10 minutos de horneado, sacamos el molde del horno y vertemos sobre él el relleno de la tarta que teníamos en la nevera. Introducimos de nuevo en el horno durante 35 minutos aproximadamente o hasta que al pinchar en el centro con un palillo, éste salga limpio aunque el relleno tenga aspecto de no haber cuajado aún y tenga la consistencia de un flan. A medida que se enfríe irá poniéndose más compacta. Retirar del horno y dejar entibiar un poco antes de desmoldarla sobre una rejilla. Dejar que se enfríe completamente antes de añadirle la nata (crema de leche) semimontada.
Espolvoreamos un poco con canela molida y servimos.
ALGUNAS ACLARACIONES:
Puedes hacer el puré de calabaza el día anterior y así ganar un poquito de tiempo.
El puré de calabaza lo puedes hacer en el horno como yo te he explicado o también al vapor, cocida o en el microondas. Puedes hacer más cantidad de la que te pide la receta y congelar el resto en tarros herméticos para cuando quieras hacer otro postre.