El de zanahoria es uno de los pasteles más sabrosos que podemos hacer en casa. Y además es uno de los que tienen fama de ser más "sanotes" por aquello de la zanahoria, porque lleva azúcar moreno, porque no lleva mantequilla (al menos en el bizcocho)... me reservo la opinión personal al respecto, porque nada más lejos de mi intención que crear polémica al respecto, que cada uno coma lo que quiera, o lo que pueda. En lo que me centraré es en lo que de verdad me importa: que está buenísimo!!!!!!! Y además es muy fácil de hacer: mezclar todo y meter en el horno, así que os animo a intentarlo, que vale mucho la pena.
Ingredientes:
Para el bizcocho:
3 huevos
300 g de azúcar moreno
300 ml de aceite de girasol
300 g de harina 1 cuchara pequeña de impulsor
1 cuchara pequeña de bicarbonato sódico
1 cuchara pequeña de canela
1/2 cuchara pequeña de jengibre
1/2 cuchara pequeña de sal
1 cuchara pequeña de vainilla líquida
220 g de zanahoria rallada
80 g de manzana rallada
100 g de nueces troceadas
Para la crema:
1 clara de huevo
150 g de azúcar blanca
150 g de mantequilla
300 g de queso untable, tipo Philadelphia
1 cuchara pequeña de vainilla líquida
Preparación:
Comenzamos por mezclar el azúcar, los huevos, el aceite y la vainilla y podemos hacerlo tanto a mano como en un robot de cocina. Puede que el aspecto en este punto no nos guste mucho, porque parezca "cortado", pero no hemos de hacer caso, mejorará al agregar el resto de ingredientes.
Por otra parte tamizamos la harina, el impulsor, el bicarbonato, la canela, el jengibre y la sal. Añadimos los ingredientes tamizados a los ingredientes húmedos que mezclamos en un principio, sin batir en exceso, a mano, hasta que esté integrado. Por último agregamos la zanahoria rallada, la manzana rallada y las nueces troceadas. Vertemos la mezcla en un molde forrado con papel para hornear (o como mínimo untado con mantequilla o con spray desmoldante) y horneamos a 170ºC durante 1 hora aproximadamente, o hasta que al pinchar el bizcocho con un palillo o una brocheta, ésta salga limpia. Dejamos enfriar el bizcocho en una rejilla y cuando esté frío lo cortamos en dos, con mucho cuidado, para rellenarlo. También podemos hornear la masa en dos moldes o en dos veces, para ahorrarnos el tener que cortarlo. Pensaréis que os estoy diciendo una obviedad, pero lo remarco porque este bizcocho se desmiga mucho al cortarlo, así que vale la pena plantearse desde un principio hacer dos bizcochos pequeños, reduciendo el tiempo de horneado.
Y entonces preparamos la crema: Comenzamos por poner la clara de huevo junto con el azúcar en una olla al baño María y removemos con las varillas hasta que el azúcar se disuelva totalmente. Entonces pasamos la preparación a un robot para mezclar a alta velocidad, añadiendo la mantequilla a temperatura ambiente, en trocitos, poco a poco, batiendo hasta obtener una mezcla homogénea. Finalmente incorporamos el queso frío y la vainilla. Esta crema también puede elaborarse substituyendo la clara de huevo por 7 g de albúmina en polvo y 70 ml de agua mineral, lo cual es muy recomendable si la hacemos en verano, o si preveemos que tardaremos unos días en consumirla completamente.
Y en este punto solo nos queda rellenar el pastel y cubrirlo con la crema, ayudándonos de una manga pastelera... y comérnoslo!!!!