La niñez, tesoro mágico donde se alberga todos nuestros sueños inalcanzables.
Reconozco que ya desde pequeña sentía cierta fascinación por el exotismo que desprendían los libros, cuentos e historias orientales, aunque en aquellos años 60, más que lugares muy lejanos, parecían propios de la imaginación del autor de las líneas que ávidamente leía, adentrándome en maravillosos paisajes, animales salvajes, lujosos palacios y aventuras sin fin.
Quizás por ello, en ocasiones me llamaban mis mayores "Antoñita la fantástica", haciendo clara alusión a mi gran imaginación y a mi nombre (Antonia), tal y como era aquella niña nacida de la pluma de la gran escritora madrileña Liboria Casas Regueiro, más conocida como Borita Casas (Madrid 1911-1999).
Antoñita, hablaba con las musarañas, viajaba al país de Babia, acompañaba a los Reyes Magos en el reparto de juguetes, conversaba con una vieja lámpara con tulipa, pasaba una noche con el viejo Conciliasueños, incluso las velas de la tarta de su décimo cumpleaños narraban historias y yo, al igual que ella comenzaba a viajar en busca de otros mundos.
Me asomaba a Oriente?.a Egipto, a Japón, a India, a China?
Quizás por ésa fascinación, cuando jugaba con mi hermano a la Baraja infantil de Cartas de Familias de 7 Paises, a mediados de los años 60, mis preferidos era la "familia" oriental?.
¿Quién me iba a decir a mi, que con el paso de los años, mi fantasía se haría realidad? ¿Qué algún día conocería aquellos países soñados, imaginados desde mi más tierna infancia? ¿Qué viajaría, no una, sino en varias ocasiones a aquellos confines de la tierra por los que de siempre me sentí atraida?
Fue en el año 1971?.hace ya 44 años que mi "Occidente" encontró en "Oriente" su media naranja.
Descubrí ése mundo soñado, conocí a personas con las que me siento afín, como si la cultura oriental fuera el origen de mi ser.
Visité la tierra de los faraones, donde los atardeceres bañan de oro las arenas del desierto.
Aspiré el aroma de los cerezos en flor, encontrando en Japón la quietud; sentí en las pinturas de las sedas de los kimonos y en las estampas japonesas su milenaria historia; allí, quedó grabado en mi memoria y en mi corazón el tic-tac de sus relojes (Orient?siempre formará parte de mi).
India, siempre....India. No dudaré en ver en los saris, con los que se cubren las mujeres hindúes, una de las muestras de elegancia y belleza más exquisitas del mundo; en la perfección de sus bellos rostros, en su mirada, la filosofía interior de sus almas; su alegría y sufrimiento.
Nunca, nunca?podré olvidar Thailandia, tierra de los hombres libres, lugar que quedó grabado en mi vida y en mi corazón.
Aprendí a apreciar y respetar la religiosidad oriental, en las formas y el camino para mayor elevación de la espiritualidad.
No olvidaré los sabores, olores, aromas de cada lugar?..y en reconocer, principalmente en China que servirse de palillos para comer en lugar de cubiertos o de los simples dedos (de las manos) es muestra de más alta civilización.
La vida me tenía reservada grandes regalos?.viajes que me transformaron, que convirtieron realidad mis sueños y que en la lejanía del tiempo aún me quedan en el recuerdo mis historias vividas, la experiencia de conocer otros mundos, otras culturas, otros paisajes.
En ésta ocasión por el gusto, por el sabor de una comida, por un olor?.renacen las sensaciones guardadas impresas en un recoveco de mi corazón, en mi memoria?.
Hoy, nuevamente viajo gastronómicamente hasta Oriente, concretamente a China?.la receta de uno de mis libros preferidos de cocina: Wok de NGV, aunque con algunas pequeñas variaciones que no influyen en el resultado final y sumamente fácil de preparar, con sabores agridulces, sorprendente y delicioso.
Aunque he de reconocer que no la he preparado en el wok, sino en una cacerolita alta, indico éste detalle, para que aquellas personas que no tienen éste utensilio puedan realizarla sin ningún problema.
¿Cómo la hice?
Ingredientes para dos personas:
500 grms. de pechuga de pollo (cortada en trozos pequeños, el carnicero puede preparársela), una cucharada pequeña de jengibre en polvo, media cebolleta blanca pequeña (la parte blanca de una cebolleta), dos dientes de ajo, 3 cucharadas soperas de aceite de sésamo (se encuentran hoy en dia en cualquier supermercado), 6 cucharadas soperas de salsa de soja, el zumo de medio limón pequeño, media cucharada pequeña de tabasco, la parte verde de una cebolleta, 6 cucharadas soperas de mermelada de albarioque y 3 cucharadas soperas de aceite (uso de oliva).
Los pasos a seguir:
Picar el ajo y la cebolla en trozos muy pequeños.
En un cuenco echar los trozos de pollo, la cebolla, el ajo, el aceite de sésamo, 3 cucharadas de salsa de soja y el jengibre, removiendo bien de forma que la carne quede totalmente impregnada por el resto de los ingredientes.
Mientras en un cuenco, echar el tabasco con el resto de la salsa de soja, el zumo del limón, el albaricoque y la parte verde de la cebolleta cortada en trocitos. Remover bien y reservar. (1)
En una cacerolita echar el aceite de oliva y cuando éste esté muy caliente, agregar el pollo junto rebañando con una espátula ésa parte de la marinada que queda impregnada en el cuenco o plato donde se haya realizado.
Saltear el pollo a fuego fuerte durante dos o tres minutos, removiendo sin parar, procurando que no se queme y se vaya haciendo uniformemente.
Añadir la mezcla de que hemos reservado (1), mezclar bien todo el conjunto, remover durante uno o dos minutos?.y listo.
Acompañar con arroz blanco (tipo jazmin o thai)?..personalmente suelo pasarlo después de cocido por una sartén con un poco de aceite, añadiéndole pasas y cilantro fresco.
"El mundo es un libro y quienes no viajan sólo leen una página".
(San Agustín)